Protegiendo a los Hijos
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Protegiendo a
los Hijos
Muchos
educadores en el hogar han sido acusados de "sobre-proteger" y de
"aislar" a sus hijos. Según mi entendimiento de los principios bíblicos
para la crianza de los hijos, esto es exactamente lo que Dios nos ha pedido.
Proteger a nuestros hijos no es un defecto del que nos debamos avergonzar.
Cuando somos acusados de sobre-proteger a nuestros hijos, debemos gozarnos,
sabiendo que el mundo está reaccionando ante nuestra obediencia a Dios. Ciertamente
hay un tiempo para soltar a nuestros hijos, pero ese tiempo debe ser precedido
por control por parte de los padres y debe estar basado en la fidelidad y
dominio propio que podamos observar en nuestros hijos. Dios te pudiera dirigir a
ser más o menos estricto que lo que soy yo, pero quisiera compartir algunas de
las áreas específicas con las que nosotros hemos tratado, para estimularte a
considerar los aspectos en los que el estilo de vida de tu familia pudiera ser
tropiezo para tus hijos. Como sabemos
que somos responsables por las influencias que ayudan a formar a nuestros hijos,
hemos tomado en serio aun las causas más pequeñas de tentación. Como pedimos
a nuestro Padre Celestial que "no nos meta en tentación" (Lucas
11:4), entonces nosotros mismos debemos evitar meter a nuestros hijos en tentación.
En Marcos 9:42 se nos advierte a no "hacer tropezar a uno de estos pequeñitos."
Los versículos 43-47 dan a entender que es mejor quitar ciertas cosas de
nuestra vida antes que permitir que sean piedras de tropiezo. Una de las
cosas que nosotros hemos eliminado de la experiencia de nuestros hijos son las
fantasías que no son piadosas. Esto incluye juguetes, juegos y pasatiempos en
los que se simula hacer algo que no agradaría a Dios en la vida real (por ej.,
pelear, chocar carros a propósito, etc.). Jesús enseñó que desear y
disfrutar la visualización del pecado era tan malo como cometerlo (Mateo 5:28). También
protegemos a nuestros hijos de la literatura no piadosa o no apropiada. Cuando
los niños apenas empiezan a leer, es posible revisar todo lo que leen. Más
adelante cuando han demostrado ser fieles, podemos darles la responsabilidad de
traer a nosotros cualquier cosa que les parezca dudosa. También
protegemos a nuestros hijos de usar ropa inmodesta o inapropiada. Hemos
estudiado juntos los propósitos de Dios para el vestido y aplicamos los
principios de Dios a nuestras decisiones en cuanto al vestuario (véase Deut.
22:5, I Tim. 2:9). Es probable que el patrón de vestido que se sigue durante la
juventud afecte los hábitos de toda la vida. Hemos enseñado
a nuestros hijos a someterse a nuestra protección en el área del romance.
Nuestros hijos no experimentarán los patrones típicos del noviazgo de la
cultura americana. El noviazgo mina los matrimonios de nuestra sociedad al
fomentar que los jóvenes desarrollen una serie de relaciones íntimas con
varias personas en lugar de guardar su primer y único compromiso emocional para
su cónyuge. Además, no
hemos permitido que nuestros hijos tengan ni sean responsables por radios. Los
radios no son malos en sí mismos (nosotros tenemos varios), y ciertamente la música
puede glorificar a Dios. Pero yo sé por mi propia experiencia de joven que muy
pocos jóvenes pueden resistir la tentación de rechazar los gustos y las normas
de sus padres en cuanto a la música. Los radios hacen que sea demasiado fácil
sumergirse en la música perversa que reina en nuestra cultura, con resultados
desastrosos. Por tanto, les damos tocacintas y gran número de cassettes, pero
los protegemos de la tentación que representaría controlar su propio radio. Otra
herramienta tecnológica que hemos sido dirigidos a eliminar de nuestra vida es
la televisión. David dijo en el Salmo 101:3, "No pondré delante de mis
ojos cosa injusta." Muy pocos de nosotros controlamos la televisión con
suficiente cuidado como para hacer esa misma afirmación. Antes de deshacernos
de nuestra televisión, yo era culpable de poner cosas injustas no sólo delante
de mis ojos, sino también de los ojos de mis hijos. Me asusta pensar en algunas
de las cosas a las que yo permití que estuvieran expuestos mis hijos. Me fue
necesario prohibir por completo la televisión en lugar de seguir metiendo a mis
hijos en tentación. Por último,
protegemos a nuestros hijos de un contacto extenso con compañeros de su edad.
Claro, protegemos a nuestros hijos de las situaciones escolares orientadas hacia
compañeros de la misma edad. Pero también creemos que, mientras no sean
liberados sobre la base de su fidelidad demostrada para poder manejar la presión
de grupo, debemos estar donde los podamos ver y oír siempre que estén
presentes personas que no son miembros de la familia. Por tanto, no los
exponemos a juego no supervisado con niños vecinos, ni aun con amigos
cristianos. Esta posición aparentemente restrictiva nos ha evitado muchos
problemas que parecen enfrentar otras familias. En las pocas ocasiones en que
hemos relajado esta norma, lo hemos lamentado. Cuando es
necesario encargarlos con alguien, permitimos que sean supervisados sólo por
otros adultos en un ambiente familiar donde hay una relación constante y
personal con, y la protección de, su figura de autoridad delegada. No los
exponemos a participar en ambientes con compañeros de la misma edad apartados
de nosotros, ni aun en la iglesia. De nuevo, las pocas veces que hemos relajado
esta norma lo hemos lamentado. Se me ha
advertido que mis hijos están en peligro de crecer "ingenuos"
respecto al mundo real. El razonamiento es que deben ser expuestos con
liberalidad a un amplio espectro de puntos de vista y experiencias para ser
realmente maduros. ¿Será
posible que la pureza que el Señor desea en nuestra vida haga que el mundo
piense que somos "ingenuos"? El mundo quiere que seamos
"socializados" como ellos. Pero Dios nos llama a ser separados, o
"santos," en lugar de conformarnos al mundo (I Pedro 1:14-16). A lo
que el mundo llama "socializado," Dios llama "conformados a este
mundo." Si existe un
continuo que va desde "ingenuo" en un extremo hasta
"socializado" en el otro, yo quiero permanecer fuera de lo que pudiera
llamarse balance, pero que realmente es tibieza. Yo pido en oración la pureza
de ser "ingenuo." Used by Permission The Teaching Home August / September 1990 |