La Última Palabra - Feb 2002
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La Última
Palabra – Feb 2002
Durante los últimos
dos meses el himno Grande es Tu Fidelidad me ha ayudado a conservar la
perspectiva correcta de las cosas. Y es que nuestro enfoque, como cristianos, no
debe estar sobre lo de este mundo – la escena temporal. El tiempo que pasamos
aquí es preparación para nuestro destino eterno – el cielo. Quisiera
compartir con ustedes algunas de las maneras que el Señor me ha ayudado a
mantener mi mirada en Él y en su fidelidad. Grande Es Tu
Fidelidad Cuando Pam
llegó al hospital, sólo tenía consigo un poco de dinero. El hospital
inmediatamente le empezó a pedir un depósito como anticipo. Finalmente fue
internada por orden del médico. Cuando yo llegué, el único dinero que yo
llevaba era lo de una ofrenda que me había sido entregada más temprano ese
mismo día. Eso cubría el depósito que me pedían. Durante los
ocho días que Pam estuvo en el hospital muchas personas llamaron o pasaron a
visitarnos, y varias dieron o enviaron ofrendas. Cada ofrenda era llevada a la
caja del hospital para aplicarla a nuestra cuenta. A la hora de salir nos dieron
treinta días para liquidar el saldo de la cuenta. Antes de que hubieran pasado
los treinta días, el Señor había provisto varias ofrendas adicionales. Fueron
suficientes para cubrir la cantidad restante de la cuenta de hospital. Damos
gracias a Dios por su fidelidad al suplir para nuestras necesidades. ¡Oh, Tu
Fidelidad! Cada Momento la Veo en Mí Cuando el médico
mencionó por primera vez la necesidad de que Pam tomara Lovenox, nos advirtió
que era caro. Durante la primera semana que Pam estuvo en casa después de salir
del hospital, íbamos cada tercer día a comprar su medicamento. El Señor fue
fiel y proveyó todo lo que necesitábamos. Durante esa
primera semana alguien adquirió una provisión suficiente de medicamento para
treinta días de tratamiento para Pam. Lo único que yo tenía que hacer era
manejar hasta San Antonio para recogerlo. Un mes más tarde, no sólo se confirmó
que había otra provisión de treinta días de medicamento esperándome en San
Antonio, sino que, si el Señor lo permitía, habría medicamento suficiente
para todo el tiempo que Pam lo necesitara – hasta agosto del 2002. Doy gracias al
Señor cada mañana al considerar su misericordia al proveer el medicamento
necesario para salvar la vida a mi esposa. Tu Compasión
y Bondad Nunca Fallan En ese primer
viaje a San Antonio, Samuel, Timoteo y yo salimos de casa de madrugada. En la
tarde, como a la misma hora que empezó una tormenta, escuché un sonido extraño
en el motor de la camioneta. Al irme
deteniendo hubo mucho ruido, luego un fuerte golpe y finalmente silencio al
apagarse el motor. Un mecánico confirmó lo obvio: el abanico se había
desprendido totalmente, perforando el radiador. Para cuando había cambiado la
bomba de agua y el abanico, ya era tarde y había cerrado la refaccionaria. Así
que decidió reparar el radiador. Como a las 8:30 de la noche estábamos listos
para continuar el viaje. Le pregunté
varias veces si todo estaba en orden, explicando que no quería quedarme otra
vez en la carretera con dos niños pequeños. Él me aseguró que todo estaría
bien. Pocos kilómetros
más adelante, el motor se calentó de nuevo. Con la esperanza de que el
problema se debiera a una cantidad insuficiente de agua en el radiador, me
detuve, enfrié el motor y lo llené de agua. Pocos kilómetros después, estaba
caliente de nuevo. Finalmente me di por vencido con la camioneta y un amigo vino
a recogernos. Al día
siguiente, después de fracasar en más intentos de arreglar el vehículo,
decidimos que fuera remolcado a un taller. El Señor proveyó una camioneta para
que regresáramos a McAllen. Allí nos recogió Natán y nos trajo a casa. Al siguiente
mes, cuando fui a recoger la medicina de Pam, recogí la camioneta. (Tuvieron
que cambiar ambas cabezas, el radiador y tolvas y otras cosas.) Alguien había
pagado casi la mitad de la cuenta. Ese mismo día, cuando recogí nuestra
correspondencia, me asombré al descubrir que habíamos recibido un cheque
especial por la cantidad exacta que había pagado – más cinco dólares. Esta
fue una oportunidad más para darme cuenta de que todo lo que he necesitado,
Dios lo ha provisto. Su compasión y bondad nunca fallan. En cuanto a
los cinco dólares, los usé para comprar barbacoa tejana – una de mis comidas
favoritas, después de los tacos de trompo. Grande, Señor,
Es Tu Fidelidad Aun cuando
falta mucho para que la salud de Pam esté completamente restaurada, ella ya
pasa la mayor parte del día levantada. El tiempo que puede pasar en pie se
alarga con cada semana que pasa. La semana pasada pudo ir al centro con nuestros
hijos para asistir a una fiesta de cumpleaños para el nieto de Doña Amelia. Cuando Pam
volvió a consulta con el médico, le practicaron un sonograma al bebé. Después
de observar las volteretas del bebé en la pantalla, la doctora dijo que debemos
esperar un VARONCITO activo y sano. Estamos muy agradecidos porque el Señor nos
está mostrando su fidelidad en estos tiempos difíciles. Cumple su promesa de
Hebreos 13:5: "No te desampararé, ni te dejaré." En Cristo, Mike |