Capítulo Cinco
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Capítulo Cinco:
Guiando a Tu Hija Hacia Amistades Positivas
Guiando a Tu
Hija Hacia Amistades Positivas Cuando yo era
un abogado muy joven en Spokane, Washington, me asignaron para que defendiera un
caso en el que dos creyentes profesantes, "Esteban" y
"Lina", estaban tramitando un divorcio. Lina buscaba el divorcio por el consejo de sus
"amigas." Ella y Esteban, a quien yo defendía, discutieron una noche
y él la tomó del brazo y le dio un apretón.
Le dejó un moretón en el brazo como del tamaño de una moneda.
El se avergonzó de haberlo hecho – con justa razón – y le pidió
perdón. Pero distaba mucho de ser
un caso de "síndrome de mujer golpeada." Sin embargo las amigas de
Lina le dijeron que ella era víctima de abuso conyugal y que debía procurar el
divorcio. Por increíble que
parezca, ella lo hizo. Unas semanas
después, las amigas de Lina le aconsejaron que empezara a salir con alguna otra
persona, aun cuando Esteban estaba buscando activamente reconciliar el
matrimonio. Una noche cuando Lina
había salido con un hombre, su hijito de dos años se cayó desde una litera,
muriendo estrangulado entre la litera y la pared. Lina sabía lo
que Dios esperaba de ella en cuanto a perdón y reconciliación, pero prefirió
hacerles caso a sus amigas. Pagó
un precio terrible por el consejo incorrecto de amigas incorrectas. Como padres,
sabemos que debe preocuparnos el asunto de las amistades de nuestras hijas
porque reconocemos que los amigos de la infancia y la adolescencia – al igual
que amistades adultas – tienen un efecto importante sobre nuestras hijas.
Pero necesitamos entender que el guiar a nuestras hijas hacia amistades
positivas incluye más que simplemente ayudarles a salir adelante en los años
formativos. Una muchacha a la que
se le enseña a formar buenas amistades cuando es joven – y a quien se le enseña
a equilibrar el consejo de una amiga con la Palabra de Dios y el consejo de
otros – manejará de forma más sabia sus amistades como adulta. Manejando en
mi auto por un barrio de nuestro pueblo pequeño vi a una mujer a quien llamaré
"Alicia," cuya hija es amiga de una de nuestras hijas.
Me detuve y platicamos un poco ya que teníamos tiempo de no habernos
visto. "Cynthia" y
nuestra hija no estaban pasando tanto tiempo juntas como lo habían hecho cuando
jugaban anteriormente en un equipo deportivo las dos. Después de
unos minutos de plática ligera Alicia dijo, "Estoy muy preocupada por
Cynthia. Creo que está empezando a
juntarse con malas amigas. Probablemente
esté fumando. Tal vez algo
peor." En los meses
anteriores recientes cuando yo había visto a Cynthia en la calle, andaba con jóvenes
que parecían dar buen fundamento a la ansiedad de su mamá. La confesión
de Alicia me ponía en un dilema. ¿Hasta dónde deseo que mi hija se involucre
con Cynthia? ¿Cómo puede mi hija ser una buena influencia para Cynthia sin que
Cynthia sea una mala influencia para ella? Las amistades
no son neutrales. La interacción
entre dos personas generalmente da por resultado alguna modificación – para
bien o para mal – de valores y conducta. La gran mayoría de las veces, dada
la naturaleza pecaminosa del ser humano, las amistades arrastran por lo menos a
una de las personas en una dirección negativa.
Pero el aislamiento no es una opción saludable para nadie. Papás,
enfrentamos un verdadero reto si deseamos guiar a nuestras hijas hacia amistades
que "levanten" a ambas partes en una dirección positiva. Hace algunos
doce años, vivíamos en un barrio más cercano a Washington, D.C. – unos
cuarenta kilómetros más cerca que donde vivimos ahora. El mismo día que
llegamos a ese barrio, se presentaron varias muchachitas a la casa para hacer
amistad con Cristi, Jaymi y Katy, que tenían aproximadamente ocho, seis y tres
años de edad. Prácticamente
todas las muchachas de ese barrio parecían provenir de familias morales,
responsables. Muchas eran activas
en sus iglesias, aunque ninguna parecía provenir de una familia que compartiera
nuestras tradiciones evangélicas. Estas
nuevas amigas parecían ser perfectamente aceptables en casi todos los sentidos.
Todos los sentidos menos uno. Varias de
estas muchachas tomaban el nombre de Dios en vano–no como en una cadena de
maldiciones, sino simplemente de una manera ligera e inapropiada con cierta
frecuencia en su conversación. Yo sabía por
mi propia experiencia negativa en la secundaria y preparatoria que los niños
aprenden las malas expresiones, y que éstas se quedan primeramente en el
cerebro, y tarde o temprano empiezan a salir por la boca.
Yo quería proteger a mis hijas relativamente pequeñas, evitando que
adoptaran malos hábitos verbales a través de estas amistades. Vickie y yo
alentamos a nuestras hijas a decirles sencillamente a sus amigas, "En
nuestra casa no usamos el nombre de Dios más que cuando estamos hablando de él,
o cuando realmente estamos refiriéndonos a él." Y así lo hicieron – y sus amigas lo tomaron bien.
Es más, todo el círculo de amigas parecieron imponer esa norma en todo
el barrio. Surgieron buenas
amistades que hemos considerado provechosas para todas la partes involucradas.
Una postura firme pero amable adoptada por nuestras hijas tuvo el efecto
de jalar en una dirección positiva a sus amigas. Unos años más
tarde, Jaymi, nuestra segunda hija, estaba involucrándose en una amistad íntima
con una niña que conoció en el ballet. La
niña misma parecía agradable, pero provenía de una familia que por ese tiempo
se encontraba en gran confusión espiritual. Uno de sus padres profesaba ser
cristiano nacido de nuevo, y el otro alternaba entre nuestra iglesia y una
iglesia que la mayoría de los evangélicos consideraría bastante fuera de los
límites del cristianismo bíblico. Había
en general una falta de estabilidad en el hogar.
Todo esto me hacía cuestionarme si quería que Jaymi pasara mucho tiempo
con esta niña. Una amistad estaba
bien. Una amistad estrecha era
asunto de cuidado. Una amistad íntima me tenía preocupado. Yo confiaba
mucho en la madurez espiritual de Jaymi – a pesar de que sólo tenía como
doce años. Pero por mucha que
fuera la madurez, una influencia no dejaba de ser una influencia. Después de
algunas ideas iniciales no prácticas para tratar de limitar esta amistad,
finalmente le dije a Jaymi que yo vería bien una amistad muy estrecha únicamente
si ella y su amiga hacían un estudio bíblico juntas de manera regular.
Le dije que esta niña definitivamente necesitaba ese tipo de ayuda
espiritual. Y es que en realidad yo
no quería tampoco que Jaymi sostuviera una amistad tan estrecha sin que ésta
tuviera una dimensión espiritual. Jaymi aceptó
mi propuesta, fue a la librería cristiana, compró un estudio bíblico
apropiado, e inició un estudio semanal con su amiga entre clases de ballet. De eso hace
como seis años. Esa muchacha sigue
siendo una de las mejores amigas de Jaymi. Es evidente que es cristiana.
Ha crecido en madurez espiritual. Y su familia ha experimentado un cambio
admirable al volverse a Dios. Sería
exagerar decir que la amistad entre Jaymi y la muchacha fue el catalizador en la
renovación espiritual de esa familia. Pero
creo que ayudó. Cuando uno de los
padres jugaba con la idea de regresar a la "otra" iglesia, hubo
renuencia porque no querían afectar la amistad entre Jaymi y su hija.
Las relaciones personales son uno de los factores más importantes en
cualquier decisión relacionada con una iglesia. Otra muchacha
en nuestro círculo de amigos pasó por un período de mucha rebeldía.
Se fue de su casa y vivió con otros parientes a unas cuantas horas de su
casa. Empezó a andar con un grupo
de amigos que ella describe como "muy dados a las fiestas."
La moralidad dominante era de que "todo se vale."
En sus propias palabras, "No había límites, y eso me
agradaba." Reconoció que ella
era de las personas que fácilmente ceden a la presión de grupo.
En su caso, la presión de grupo culminó en que ella tuviera un bebé
fuera del matrimonio. Cuando volvió
a casa para aliviarse del bebé (y ofrecerlo para adopción), sus padres
hicieron lo que pudieron por involucrarla en un nuevo círculo de amigos
positivos, la mayoría de ellos cristianos.
Ahora, en parte por la influencia y planificación de su padre, ella
siente que estos amigos más sanos le ayudan a "volver al camino"
cuando se ve tentada a descarriarse de nuevo.
Dice de sus amigos ahora, "Ellos me animan a hacer lo correcto, pero
no me señalan con el dedo." Para una
jovencita, el aliento de los padres a hacer lo correcto siempre parece conllevar
algo de señalamiento con el dedo. Una
amiga positiva puede reforzar las normas de los padres en una forma mucho menos
amenazadora. Tú también
tienes historias como estas que contar. Todos
sabemos que es cierto. Hay
amistades buenas. Y hay amistades
malas. A continuación
veremos algunas sugerencias que a nosotros nos han resultado útiles en llevar a
cabo nuestra responsabilidad de padres de guiar a nuestros hijos hacia amistades
positivas: Los amigos de
tu hija no deben ser unos extraños para ti. En nuestra
casa tenemos un refrán: "Un papá informado es un papá feliz."
Esto generalmente se aplica a situaciones en que nuestras hijas mayores
van a llegar a casa más tarde que lo que se pensaba originalmente.
Pero es aun más aplicable con relación a las amistades.
Tú debes conocer por lo menos en alguna medida los amigos significativos
de tu hija. Esto no
significa que tienes que ser amigo de los amigos de tu hija. Pero sí significa que has conocido a sus amigos, has hablado
con ellos por lo menos un poco, e idealmente conoces algo con respecto a sus
familias. Hay varias
maneras en que puedes llegar a conocer a las amigas de tu hija.
Si ella invita a una amiga a tu casa, invítala a quedarse a cenar en la
fase más temprana posible de la amistad, de manera que tú y tu esposa tengan
oportunidad de observarla y conocerla. Como he
mencionado, he sido entrenador de varios equipos de sóftbol en los que han
estado nuestras hijas, y he llegado a conocer de esta manera a varias de sus
amigas. Ha habido ocasiones en que
no he podido participar como entrenador, pero aun así ayudé en algún aspecto
y eso también me dio oportunidad de ver e interactuar con una amplia variedad
de amigas de nuestras hijas. El transportar
a tu hija y a su amiga a algún evento también es una manera aceptable de
llegar a conocerla en alguna medida. (Hoy en día yo recomendaría enfáticamente
que procures evitar en lo posible el ir solo en el coche con una muchacha a
quien no conoces.) Yo tengo por costumbre intentar hacer conversación con la
muchacha nueva, haciendo preguntas sobre su familia y otros datos de nivel
superficial. Algunas veces he
obtenido valioso conocimiento del carácter de una muchacha con tan sólo
conversar sobre cosas superficiales. Nosotros hemos
descubierto que el tener un hogar en el que los jovencitos se sienten a gusto es
una buena manera de asegurar que Vickie y yo tengamos oportunidad de estar al
tanto de las amistades de nuestros hijos. No
pretendemos que sea necesario escuchar cada palabra murmurada durante una
merienda organizada para un niño de ocho años, ni cada palabra del parloteo de
una hija de catorce, pero el solo hecho de que las amigas pasen por lo menos una
parte del tiempo en nuestra casa ha dejado efectos positivos en términos
generales. No tengas
temor de fijar normas de conducta para las amigas de tu hija – por lo menos
cuando estén en tu casa. Aunque es válido
usar cierto grado de tolerancia, algunas conductas, como las malas palabras,
deben de ser reprimidas de una manera amable pero firme.
Si tus hijas tienen la madurez suficiente como para decirles a sus amigas
cuáles son las reglas, eso probablemente es lo que funciona mejor.
Si no, hazlo tú. Cuidado con
las amistades íntimas en las que no existe una dimensión espiritual. Me veo tentado
a decir que tu hija no debe cultivar amistades estrechas con personas
no-creyentes. Eso se aproxima
bastante a mi postura, pero tiene dos deficiencias claras. Primeramente,
aun si la amiga de tu hija es cristiana, puede ser que la interacción entre
ellas no incluya nunca temas o asuntos espirituales.
Particularmente conforme tu hija pasa de la edad de los once o doce años,
debes alentar decididamente a tu hija a que se asegure de que ella y su amiga
incluyan una dimensión espiritual en su relación.
Quizás sea tan sencillo como ponerse de acuerdo entre ellas para
compartirse sus motivos de oración y orar una por la otra.
Quizás estudien la Biblia juntas. Pero algún grado de espiritualidad
debe caracterizar nuestras amistades más íntimas. Segundo, creo
que estaríamos fallando si nunca tuviéramos amistades estrechas con personas
no-creyentes. Pero aun
así creo que todas nuestras amistades íntimas deben tener una dimensión
espiritual. Si tu hija tiene una
amiga íntima que no es creyente, debes alentarla a compartir el evangelio con
esta amiga y a comentar continuamente asuntos espirituales en sus
conversaciones. Las amistades íntimas de este tipo deben incluir una siembra
constante de semilla que a su tiempo pueda florecer en salvación. Los
comentarios gratuitos, negativos, acerca de las amigas de tu hija no son muy útiles. Esta es una
lección que me costó caro aprender recientemente. Mi hija Katy
me informó de algunos cambios de última hora en la programación de los juegos
de su equipo de básquetbol. En
forma brusca dije que creía que esos cambios de programación no estaban siendo
manejados adecuadamente por las personas encargadas – que eran sus amigas.
Katy tomó mis comentarios como señal de menosprecio por sus amigas.
Se sintió obligada a defender a sus amigas ante mis comentarios
acusadores. Aunque mi
intención fue mostrarme protector para con Katy, en realidad fue percibida como
un ataque contra sus compañeras. Katy
se sintió herida, y con razón, y yo creé una situación en la que
innecesariamente propicié un conflicto de lealtades. Hay ocasiones
cuando no te queda otra opción más que hacer comentarios negativos sobre las
amigas de tu hija. Pero cerciórate
de los hechos. Y también es útil
aprender el refinado arte de la crítica constructiva.
Por ejemplo, "María es una persona con muchas cualidades – pero
yo la vería mejor como amiga tuya si no estuviera siempre hablando mal de los
demás. Tal vez tú la pudieras
alentar a ser más positiva y a enfocarse en las cosas buenas de las demás
personas." Si empiezas a
hacer acusaciones contra las amigas de tu hija, abriendo fuego verbalmente
contra ellas, es probable que veas una explosión. Sé por experiencia propia
que cuando con toda calma hago críticas constructivas precisas y necesarias,
rara vez provoco una reacción negativa en mis hijas. Pero generalmente he encontrado que el consejo de Thumper (en
la película Bambi) es un buen consejo para un padre: "Si no puedes decir algo agradable, mejor no digas
nada." Promueve enfáticamente
la amistad entre tus propios hijos. Uno de mis
recuerdos más tristes de mis años de adolescencia es de una ocasión en que
hice algunos comentarios despectivos acerca de la constante presencia de mi
hermanito. Yo quería estar con mis
amigos. Herí profundamente los
sentimientos de mi hermano. No tengo ahora
la menor idea de quiénes eran esos amigos.
Y puesto que no veo de manera regular a ninguno de mis amigos de la
preparatoria, sé sin lugar a duda que tengo mucha más interacción con mi
hermano que con esos "importantísimos" amigos de identidad
desconocida. Nuestras tres
hijas mayores tienen relaciones extraordinariamente estrechas entre sí.
Nuestra segunda "generación" de niñas parece estar siguiendo
un patrón semejante al de sus hermanas mayores. En cada uno de
los tríos, las dos muchachas mayores son las más unidas.
Hay cierta tendencia de que la tercera hija de cada trío sea la que hace
el "mal tercio." Es muy importante que estas hijas terceras sean
aceptadas por sus dos hermanas inmediatamente mayores.
Es un poco más difícil cuando son pequeñas de edad.
Las diferencias de edad tienden a desaparecer cuando son adolescentes
mayores. A pesar de
estos desafíos, si arreglas las vidas de tus hijos de tal manera que sean
alentadas las amistades entre hermanos, estas amistades serán las más
profundas y mejores que jamás lleguen a tener. Nuestras hijas
siempre han compartido recámaras. Y
por estar recibiendo su educación en el hogar, pasan mucho tiempo juntas.
Pero su tiempo recreativo frecuentemente lo pasan separadas.
Si tus hijas asisten a una escuela convencional de una forma tal que
quedan separadas, podrías tratar de arreglar sus horas recreativas para que las
pasen juntas. Las amistades entre
hermanos probablemente no prosperarán si éstos nunca pasan tiempos
significativos juntos. Las amistades
desarrolladas en la niñez podrán o no durar toda la vida.
Pero las habilidades de amistad sí duran para siempre.
Una hija a quien se le enseña a encontrar sus amigas más íntimas entre
quienes comparten sus convicciones morales y espirituales, de adulta se rodeará
de amigas que le ayuden a crecer en su fe. Y si se le
enseña a entender la importancia de amistades sabias, cuando sea grande y tú
no estés cerca, ella sabrá discernir la diferencia entre una mujer parlanchina
superficial que suelta tonterías mundanas y la sabia amistad de una verdadera
mujer de Dios. Para Reflexión
y Análisis 1. ¿Has
tomado la acción apropiada para llegar a conocer a las amigas de tu hija? ¿Qué
podrías hacer para que tu hogar fuera un lugar en el que los jovencitos se
sintieran más a gusto? 2. ¿Tienes
normas espirituales y morales en cuanto a tus propias amistades íntimas? ¿Tu
hija te está viendo practicar lo
que predicas? 3.
Recuerda que aun las muchachas cristianas pueden perder de vista a Dios
en el contexto de sus amistades. ¿Qué podrías hacer para alentar a tu hija a
asegurarse de que haya alguna interacción espiritual entre ella y sus amigas
cristianas? |