Respecto al Cuidado de los Hijos
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Aprendiendo de
los Patos y los Gansos Respecto al Cuidado de los Hijos
Siempre que
empiezo a dudar respecto al camino que hemos escogido en la educación de
nuestras hijas, Dios invariablemente reafirma que este es nuestro llamamiento.
Recientemente nos mandó confirmación por medio de los patos y los gansos. Cierta mañana
de marzo, divisé una familia de patos nadando en el lago. Mientras el padre y
la madre los seguían lentamente, los siete patitos se adelantaban
precipitadamente, deslizándose con ligereza sobre el agua. Los pequeños se
lanzaron sobre la ribera, mezclándose con los demás patos y los gansos. Durante tres días
disfruté las cómicas travesuras de los patitos que nadaban sin rumbo fijo. Sus
tolerantes padres parecían no hacerles caso hasta que alguno se alejaba
demasiado. Luego, con un fuerte graznido, el padre llamaba a los patitos. El cuarto día
relámpagos y truenos agitaron los árboles y sacudieron los muelles. Torrentes
de lluvia azotaron el lago. La tormenta rugió toda la noche. Por la mañana nos
despertó muy temprano el sonido de un pato graznando. Los dos patos adultos
recorrían todo el lago buscando en vano a sus patitos. En una sola noche habían
perdido a los siete. Un mes más
tarde un ganso canadiense condujo a su nueva familia al lugar de reunión, todos
en una sola fila. El padre iba al frente, seguido por los siete gansitos y la
madre atrás. De cuando en cuando se aproximaba una sombra bajo el agua cerca de
los gansitos y el padre lo ahuyentaba con su pico. Mientras estuvieran cerca de
sus padres los gansitos estaban a salvo de los muchos depredadores sobre el agua
y dentro del agua. Si bien los
patos eran tolerantes con sus crías, los gansos eran absolutamente estrictos.
Todo el que se acercara a los recién llegados para acompañar o a curiosear
recibían un empujón y un graznido. El padre mantenía a su familia alejada de
todos nosotros, incluyendo patos y otros gansos. Comer, nadar y anidar no eran
eventos sociales para los gansos en esta etapa de su vida. Bajo la
cautelosa dirección de sus padres, los gansitos aprendieron a buscar alimento,
evitar los peligros y distinguir al amigo del enemigo. Los gansitos perdieron su
plumón y adquirieron el plumaje de color negro, gris y café oscuro de ganso
adulto. Cuando ya era difícil distinguir entre la cría y sus padres, yo
esperaba que se unieran a la parvada. Pero seguían manteniendo su distancia. Cierta mañana,
muy temprano, yo estaba sentada cerca de la ventana desayunando cuando vi que
los gansos emprendieron el vuelo. Dirigiéndose hacia el noreste, la parvada
gradualmente ganaba altura y se alejaba a la pálida luz del sol. El trabajo que
habían realizado los padres alimentando, protegiendo y educando a su cría ya
había terminado. Cuando los gansitos hubieron madurado suficientemente para
tender sus alas y volar, los padres les permitieron juntarse con la parvada. En su sabiduría,
Dios me mostró los peligros de la tolerancia y la libertad concedidas demasiado
tempranamente. Los patos les dieron independencia a los patitos, y les costó
muy caro. A través de
los gansos Dios me mostró las recompensas de ser responsable de la instrucción,
educación y cuidado de los hijos hasta que estén preparados para la libertad. La
independencia respecto a los padres llegará demasiado pronto para nuestras
hijas. Por ahora, mediante el ambiente amoroso de la educación en el hogar,
podemos proveer la educación y protección que necesitan para crecer y madurar
hasta que ellas también estén listas para extender sus alas y volar. Copyright July/August 1998 by The Teaching Home, Box 20219, Portland, OR 97294 Reprinted by
permission |