Cómo Invertir Tus Fondos
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Cómo Invertir
Tus Fondos para Educación en el Hogar
¿Alguna vez
te has hecho preguntas como las siguientes en relación con tus compras para la
educación en e hogar? ¿Cómo puedo evitar un error que resulte en el
desperdicio de $600 pesos? ¿Qué sucede si descubro que este programa de matemáticas
no es lo máximo? Estas inquietudes pueden crear culpabilidad
y confusión innecesarias. Lo siguiente debe ayudar: REGLA # 1 Dale
Prioridad a lo Importante Las compras
que más culpabilidad generan son aquellas en las que gastas sumas cuantiosas de
dinero por algo que se queda guardado en el librero. ¿Por qué nunca te das
tiempo de usar o devolver esos errores? Porque nunca encuentras el tiempo para
entender y enseñar esos materiales. Y, ¿por qué no tienes tiempo para eso?
Porque (escúchalo bien) has comprado un artículo que no es parte importante de
tu plan de estudios. Muy pocos
guardarían un programa de historia o de matemáticas en el librero sin tan
siquiera probarlos. Eso se debe a que historia y matemáticas son materias básicas.
Cuando las cosas se nos complican y las preciosas horas para instruir en el
hogar son consumidas por el quehacer doméstico y otros asuntos urgentes, todo
lo secundario termina en el librero. Por lo menos así debe ser si somos sabios. Algunos de
nosotros nos estamos agotando tratando de enseñar once materias todos los días.
Pueden librarse de esa situación de la siguiente manera: Dale prioridad a lo
importante. Reduce tu programa de educación en el hogar a: Biblia, destrezas básicas
del lenguaje (lectura, escritura y gramática) y matemáticas. Cuando hayas
dominado eso, entonces empieza a agregar ciencias y estudios sociales. Mientras
tanto, simplemente saca de la biblioteca buenos libros de biografías históricas
para niños y libros de ciencia para niños y léeles durante media hora cada día.
Otra alternativa, si tus hijos son buenos lectores, es traerles un montón de
estos libros y dejar que ellos los lean. De esta manera estarás proveyendo la
materia prima que posteriormente permitirá que cobren vida las lecciones de
ciencia e historia más adelante. Estoy
consciente de que no es fácil seguir este consejo. Si eres como yo era, has leído
todos los relatos acerca de los éxitos de los alumnos instruidos en el hogar, y
estás impaciente por ver que tus hijos también compongan sus propias óperas y
armen dispositivos de fusión nuclear en el jardín. Y hay que ser realistas,
los ejercicios de matemáticas nunca serán tan emocionantes como la pintura al
óleo. Pero, en la educación en el hogar, como en todas las cosas de la vida,
la fidelidad en lo poco tiene que preceder al éxito en lo más vistoso. La enseñanza
de lo básico no se lleva tanto tiempo cuando te concentras en ello. Cuando
hayan dominado lo básico, entonces tus hijos tendrán mucho tiempo para
aprender ajedrez, pintura, ingeniería, mecanografía, etc. REGLA # 2
“Desperdiciar” Dinero es Parte de tu Educación A muchos de
nosotros nos paraliza el temor de desperdiciar dinero que gastamos en materiales
para instruir en el hogar. Para familias que tienen un solo ingreso, 200 pesos
puede representar un gasto importante. Las esposas especialmente, tienen temor
de malgastar el dinero que con tanto esfuerzo gana su marido. Esto lo
entiendo. Cuando nosotros empezamos a instruir en el hogar, Bill estaba en el
seminario. Nosotros y nuestros dos hijos pequeños estábamos sosteniéndonos
con el salario de medio tiempo que percibía Bill. Y de allí teníamos que
pagar la colegiatura del seminario. Como otros que viven en esa situación,
desarrollé una mentalidad de ahorro y cuidado, en el que aborrecía tener que
gastar dinero. Toda compra que no fuera una necesidad obvia se acompañaba de
una nube de dudas. ¿Realmente sería yo lo suficientemente ahorrativa, o estaría
malgastando el dinero del Señor? Yo creía
estar practicando buena mayordomía, y en algunos sentidos sí lo hacía. Pero
el Señor me hizo ver que tratándose de la educación de los hijos, una actitud
tacaña era una necedad. Bill y yo
llegamos a la conclusión de que invertir en el crecimiento espiritual y la
educación de nuestra familia era el uso más importante de nuestro dinero. Este
concepto transformó nuestra vida. Anteriormente yo había tenido miedo de
gastar dinero en buenos libros cristianos. Ahora habíamos comenzado a comprar
esos libros por docenas. Estábamos dispuestos a comer frijoles y tortillas por
semanas con tal de irnos de compras a la librería. En lugar de tener temor de
cometer errores al comprar, llegamos a la conclusión de que esos errores eran
parte del costo normal de aprender a educar en el hogar. Hay que verlo
de esta manera: Si quieres certificarte como maestro normalista te costará años
de tu vida y miles o quizá decenas de millares de pesos. Después de todo eso,
no habrás aprendido algunas de las lecciones más importantes que necesitas
para enseñar a tus hijos. Por ejemplo: cómo integrar la Biblia con las
materias académicas. En contraste, por el costo relativamente bajo de unos
cuantos errores al comprar y algunas horas invertidas analizando las razones por
las que algunas cosas no funcionan muy bien para ti mientras que otras sí, habrás
obtenido una preparación a tu medida, perfectamente diseñada para prepararte
para enseñar a tus hijos. Yo soy de la
opinión de que los errores al comprar son inevitables. Se requiere algo de
experiencia para conocer los estilos de aprendizaje de tus hijos y sus niveles
de habilidad, por no hablar de tu estilo de enseñanza. Se requiere aún más
experiencia para determinar cuánta ayuda necesitarás con cada materia.
Mientras adquieres esa experiencia, será inevitable que entres en algunos
callejones sin salida. Tranquila. Deja de reprocharte por ello. Es parte del
proceso. Es una manera relativamente económica de aprender muchas lecciones en
poco tiempo. REGLA # 3 No
Busques Siempre Lo Máximo Considerando
que soy una persona que he pasado muchos años de mi vida buscando los mejores
productos para la educación en el hogar, y promoviéndolos, el siguiente
consejo pudiera sonar un poco extraño. Tolérenme. No creo que deban invertir
mucho tiempo y energía afanándose por conseguir el mejor recurso disponible en
el mercado. Si de alguna manera fuera posible, eviten este síndrome del
“pasto más verde.” Funciona de esta manera: Después de
leer todos los comentarios sobre alguna clase de productos, solicitar infinidad
de folletos y consultar con las mujeres de tu grupo de apoyo, compras el
Producto “X”. Por un tiempo te sientes satisfecha con el producto “X”.
Luego te enteras del producto “Y”. El Producto Y hace todo lo que hace el
Producto X, más algunas adicionales. Viene en un envase más atractivo. ¡Y
cuesta menos! Devastada, te quejas: “¡Ojalá no hubiera malgastado mi dinero
en el producto ‘X’!” Pregúntate:
¿Será peor el Producto “X” por el hecho de haber llegado el Producto
“Y”? ¡No! Sigue siendo un buen programa y además, ¡es tuyo! Lo que es más,
tienes todo este tiempo usándolo. Si hubieras esperado a que saliera el
producto “Y”, hubieras desperdiciado la mitad del año escolar. Sin embargo,
el temor de perderse el elusivo Producto “Y” paraliza a muchos educadores en
el hogar. El Señor tenía
control sobre los factores que influyeron en tu decisión original. Él pudo
haber permitido que te enteraras de ese otro programa. Probablemente lo mejor
sería aprovechar al máximo lo que ya tienes, a menos que de plano no esté
funcionando. Los educadores
en el hogar siguen siendo pioneros. Después de décadas de ensayo y error en el
campo de la educación, empezamos a entender qué filosofías y materiales
educativos realmente funcionan. Nos dirigimos hacia el destino correcto, pero aún
no hemos llegado. Aquellos que aprenden a aceptar los baches en el camino, y que
están dispuestos a aligerar la carga aun cuando para ello sea necesario
descartar materiales inútiles, llegarán más rápidamente. ¡Y disfrutarán más
el camino! Copyright April/May 1991 by The Teaching Home, Box 20219, Portland, OR 97294 www.TeachingHome.com Reprinted by permission |