La Última Palabra - Dic 2001
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La Última
Palabra – Dic 2001
A fines de
septiembre Pam y yo salíamos por avión de Monterrey en la madrugada para
asistir a unas conferencias. Como David y Sara viven cerca del aeropuerto,
pasamos la noche con ellos. Sara había estado en cama por varios días y se
esperaba que aún estuviera en cama por un par de meses más. Después de salir
de su casa le comenté a Pam que David hace muy buen trabajo de cuidar a los niños,
a su esposa enferma, la casa, los alimentos y el resto de su trabajo (incluyendo
la edición de esta revista) en los momentos breves entre sus demás
responsabilidades. Luego agregué: “¡Yo jamás podría hacer eso!” Pamela
me aseguró que sí podría si tuviera que hacerlo. Pero yo no estaba
convencido. Nunca me
imaginé que cinco semanas más tarde Pam y yo estaríamos en circunstancias
similares. El jueves 8 de noviembre, 2001, Pam salió para asistir a un
Seminario Básico en Monterrey junto con Samuel y Misty. Yo me quedé en casa en
el rancho con los cuatro pequeños. A principios
de la semana anterior Pam había empezado a tener mucha dificultad para caminar.
Ella creía que se había estirado un músculo. Después de llegar a Monterrey
se le hinchó mucho la pierna, luego se puso morada y no podía caminar nada.
Gracias a la providencia de Dios, la doctora que atendió el nacimiento de Josué
en nuestra casa en Arteaga también estaba allí. Ella vio que Pam cojeaba y le
preguntó qué le sucedía. Al examinarla, insistió que Pam viera a un médico
en Monterrey inmediatamente. En el
consultorio médico le diagnosticaron trombosis venosa profunda, coágulos
formados en las venas grandes que se encuentran localizadas profundamente en la
pierna. La hospitalizaron inmediatamente y la inmovilizaron. El viernes un amigo
fue a Baratillo para avisarme que Pam estaba en el hospital. Después de
revisar los resultados de un estudio de ultrasonido del abdomen y la pierna, el
médico dijo que tenía varias obstrucciones muy largas que habían interrumpido
completamente la circulación sanguínea de la pierna. Se le administró un
anticoagulante, heparina, que ahora ha sido substituido por Clexane. Como la
mayoría de las complicaciones de este problema son ocasionadas por
desprendimiento de partes del coágulo que luego van al corazón o al pulmón,
quedó hospitalizada por ocho días y requiere de un mínimo de tres semanas de
reposo en cama seguidas de varias semanas de movimiento limitado. También
requerirá de dos inyecciones diarias por nueve meses. Nos sentimos muy
agradecidos de que un estudio de ultrasonido haya mostrado que el bebé se
encuentra bien. Mientras
pasamos por esta experiencia he aprendido varias cosas: 1. Como
mencioné al principio, yo no lo puedo hacer. No puedo con la pesada carga de
cuidar a una esposa enferma, cinco niños pequeños, la casa, las comidas y el
resto de mi trabajo (incluyendo la publicación de esta revista y el pastoreo de
una iglesia) en los breves momentos entre todas las demás responsabilidades. 2. Dios puede
mostrarse poderoso cuando no sentimos que nosotros podamos con la carga. II
Corintios 12:9: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en
mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 3. En el
cuerpo de Cristo, cuando una persona sufre, todos sufren. Y ese dolor los
moviliza. En nuestro caso ha hecho que creyentes de todas partes acudan a
ayudar. Algunos me ofrecieron hospedaje mientras estuve en Monterrey, otros
ofrecieron cuidar a nuestros hijos pequeños. Muchos han traído alimentos.
Otros han ayudado con gastos adicionales. Una señora ha
venido muchas veces para ayudar a limpiar la casa. Podría llenar muchas páginas
con la lista de maneras en que la gente nos ha ayudado a Pam y a mí durante
este tiempo. 1 Corintios 12:26: “De manera que si un miembro padece, todos los
miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con
él se gozan.” 4. Ese amor
que tienen los creyentes unos por otros es un testimonio tremendo del amor de
Cristo que mora en ellos. Juan 13:35: “En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Pam y yo
estamos muy agradecidos por todos los que están orando por nosotros durante
este tiempo. También nos sentimos profundamente endeudados con los que nos han
ayudado de tantas maneras. Además estoy agradecido por el ejemplo piadoso de
David Clingan. Creo que una razón por la que Dios lo ha puesto en mi vida es
por su ejemplo de piedad y dependencia del Señor. Gracias por
seguir orando por Pam y el bebé, así como por David, Sara y su nuevo bebé. En Cristo, Mike |