Entre Mamás - Dic 2001
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Entre Mamás –
Dic 2001
La mujer sabia
edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba. (Proverbios 14:1) Como madres
que educamos en el hogar, pareciera que tenemos varias ocupaciones de tiempo
completo. Somos esposas, madres, maestras, enfermeras, cocineras, sirvientas,
consejeras y más. ¿Cuál es
nuestra prioridad? ¿Vivimos en una casa o en una escuela? Nuestro hogar es
primero. Aun cuando preparemos alimentos diariamente, no vivimos en un
restaurante. De igual modo, nuestra casa NO es una escuela. Instruimos a
nuestros hijos en nuestro hogar. Frecuentemente los programas de kínder en las
escuelas públicas intentan duplicar el hogar con áreas de cocina para jugar a
la “casita.” Son una pobre
imitación de lo auténtico. Si tienes una pieza que puedes dedicar a los
estudios y los materiales académicos, eso es excelente. Sin embargo, no es
esencial. La mesa de la cocina funciona muy bien. Yo guardo los materiales de
escuela en una caja de plástico con una tapa y la pongo debajo de la banca de
la cocina para tenerla accesible. A veces nos amontonamos en la cama para hacer
lecciones de lectura o para leer en voz alta. No recomiendo que envíen a sus
hijos a sus recámaras a estudiar donde no los puedas vigilar. Necesitan
supervisión constante, especialmente los más pequeños. Resulta demasiado fácil
que pierdan el rumbo y se distraigan. En ocasiones
es necesario separar a nuestros hijos. “El que anda con sabios, sabio será;
mas el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:20). Si ves
– o más bien cuando veas – necedad en tus hijos, sólo se multiplicará si
se deja al abandono. Yo intento identificar al ofensor o instigador (no siempre
es fácil) para tenerlo a mi lado por un tiempo – en muchos casos por el resto
del día. Se quedan a mi lado, haciendo lo que yo esté haciendo. Le pido a Dios
que me dé sabiduría para que este niño ande con sabios. No siempre les
agrada, pero siempre resulta provechoso. A algunos de los niños les deleita ser
compañeros de mamá por ese día, y finalmente son una gran ayuda para mí. Cuando tienes
muchos pequeños es difícil separarlos, pero creo que a veces es necesario.
Debes tratar con cada niño individualmente para que enfrente sus propias
transgresiones – sin que tenga oportunidad para culpar al hermano o a la
hermana: “Él me pegó primero...”, “Ella me quitó el libro...” Pregunta: “¿Qué
hiciste tú?” Enséñales a asumir responsabilidad por sus propias acciones.
Un tiempo de separación también les ayuda a apreciar el compañerismo con los
demás. Cuando alguno de los nuestros se va todo el día con papá, los demás
lo extrañan. Hay gran regocijo cuando regresan a casa. ¡Ser mujer
sabia y criar hijos sabios a veces me parece una tarea imposible! Me siento
incapaz de terminar la tarea porque de hecho soy incapaz. “Y mirándoles Jesús,
les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”
(Mateo 19:26). ¿Será posible que Dios quiere que comprendamos que sin Él no
tenemos la capacidad para hacer lo que Él ordena? Él quiere que encontremos
nuestras fuerzas en Él. Clama a Dios cada día para pedirle su gracia y
misericordia. Que tú y yo descubramos nuestra capacidad en Él. Ensalada de Bróculi
1 pieza grande de bróculi, finamente picada
1 taza de pasas
½ kilo de tocino dorado y desmigajado
¾ taza de mayonesa
1 cucharada de vinagre de sidra de manzana
2 cucharadas de azúcar Dora el tocino
por separado y deja escurrir bien. Mezcla en un recipiente grande el bróculi
picado, las pasas y el tocino desmigajado. En otro recipiente mezcla bien la
mayonesa, el vinagre y el azúcar. Vacía sobre el bróculi y mezcla bien.
Guarda tapado en el refrigerador hasta la hora de servirlo. Es una combinación
extraña pero deliciosa. |