Entre Mamás - Octubre 2002
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Entre Mamás –
Octubre 2002
En la
conferencia en Saltillo, alguien me pidió que compartiera cómo había
preparado a mis hijos mayores para la edad adulta. En realidad todo lo que
hacemos está preparando (o debe estar preparando) a nuestros hijos para la edad
adulta. La verdad es que todos estamos criando a nuestros hijos para que lleguen
a ser adultos. Sólo un porcentaje muy pequeño de su vida es el que pasan como
niños. No tenemos más que una cantidad relativamente pequeña de tiempo para
ayudar a formar sus vidas. A estas
alturas hemos lanzado ya tres flechas: Jeremy (25), Michael (23) y Misty (22).
Cada uno tiene diferentes dones, metas e intereses. Nuestra instrucción
ha variado según la inclinación particular de cada uno. (Proverbios 22:6,
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él.) Una de las
cosas que tiene en común la instrucción que todos recibieron es que les enseñé
a cocinar. Recientemente Jeremy me llamó y dijo: "Mamá, no dejes de enseñar
a los pequeños a cocinar." Mis dos hijos varones, a pesar de que son
solteros, practican la hospitalidad. Invitan a comer a familias de sus iglesias
y ellos preparan todo. También
fomentamos en ellos el hábito de la lectura bíblica personal conforme iban
creciendo. Considero que esta es una de las cosas más importantes que podemos
enseñar a nuestros hijos. Porque, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que procede de la boca de Dios. También los
motivamos a servir a otros, dentro y fuera de la iglesia. Una de las maneras en
que lo hicimos fue llevar alimentos a ancianos que no podían salir de sus
casas. Además, desde muy temprana edad, cada uno de ellos ha tenido
responsabilidades que realizaba en la iglesia. Según su edad, hacían cosas
como recoger basura, limpiar el auditorio, cuidar cuneros, manejar el equipo de
sonido y enseñar escuela dominical. También
tratamos de fomentar un amor unos por otros. Aunque ciertamente tuvieron sus
discusiones, es un deleite ver el profundo aprecio que sienten unos por otros
como adultos. Mis hijos
adultos no hacen todo exactamente como lo haría yo, ni creo que deban hacerlo
así. Dios los irá guiando a medida que ellos le buscan a Él. Un día Michael me dijo: "Mamá, debes ser muy feliz. Todas las cosas que nos enseñaste que eran las más importantes, ahora son parte de nuestra vida. Ámense unos a otros, lean la Biblia y sirvan a Dios." Doy gracias a Dios que estas cosas son parte de la vida de mis hijos adultos. Jeremy toca el piano y la guitarra en su iglesia, Michael predica y dirige estudios bíblicos, y Misty da clases a los niños. Estas son algunas cosas generales que hicimos para instruir a nuestros hijos y que seguiremos haciendo con los pequeños. Cometimos muchos errores y estamos muy agradecidos por la gracia de Dios. Ha sido Él quien ha obrado en la vida de cada uno de nuestros hijos. Aun cuando la parte que jugamos nosotros como padres es de suma importancia, no podemos aceptar todo el mérito por las cosas buenas ni toda la culpa por las cosas malas en la vida de nuestros hijos. Nosotros los estamos formando, pero ellos toman sus propias decisiones conforme Dios va obrando en ellos. Pueden someterse al Espíritu Santo o resistir su obra. Todas estas cosas influyen. Sobre todo debemos buscar al Señor y nunca dejar de hacer lo que es correcto. No se cansen de hacer el bien, porque a su debido tiempo segaremos, si no desmayamos. Pollo Italiano Pechuga o Muslos (de preferencia sin huesos) (Yo prefiero muslos porque no se secan y son más baratos.) Aderezo italiano para ensalada Pan molido o galletas Ritz Ajo en polvo, sal y pimienta Queso parmesano Coloca el pollo en una cazuela y cubre con una botella de aderezo italiano para ensalada. Puedes marinar hasta el día siguiente en el refrigerador para que adquiera más sabor, o por sólo unos minutos si has olvidado. (De todas maneras conseguirás la mayor parte del sabor, y la cena estará lista a tiempo.) Recubre cada
pieza con el pan molido y rocía generosamente con sal, pimienta, ajo en polvo y
queso parmesano. Coloca en una sartén o molde engrasado. Hornea a 195 o C por
35 - 45 minutos. (Deben quedar doraditas.) Es muy rico si se sirve con arroz y
verduras (especialmente espinacas, según Mike). |