Alas de Aguila
by Michael P. Farris
“Lo único
que tenemos que hacer es esperar en el Señor, y podremos elevarnos por encima
de los problemas y las luchas como si tuviéramos alas como águilas.”
Mientras
escribo esto estoy observando a cinco de nuestros hijos (de 11, 9, 8, 6 y 4 años
de edad) mientras nadan. Nos encontramos en Ohio para asistir a la graduación
universitaria de nuestra hija mayor, Christy.
Tengo que
reconocer que yo era mucho más joven cuando Christy tenía cuatro años. Era 18
años más joven para ser exacto. Estoy bien seguro de que tenía bastante más
energías en ese tiempo. Probablemente menos sabiduría, pero definitivamente más
energías.
En ocasiones
como estas, me impresiona el compromiso a largo plazo implícito en el hecho de
ser padres. Es una tarea en la que nos hemos de embarcar con decisión solemne y
profunda gratitud a Dios.
Los padres que
educan en el hogar asumen la responsabilidad por la crianza de sus hijos en un
sentido supremo. Y yo quisiera aprovechar este espacio para alentarte, así como
yo necesito ser alentado a perseverar para el largo plazo.
La decisión
de educar en el hogar no es meramente una decisión de presentar contenido académico
con metodología tutorial. Es una decisión de invertir la esencia de tu vida,
tu tiempo, en las vidas de tus hijos.
Si la escuela
en el hogar fuera sólo un sistema académico, mi esposa y yo probablemente hubiéramos
renunciado antes de este, nuestro décimosexto año. No nos hubiéramos echado a
cuestas todo este trabajo sólo por lograr calificaciones más altas en los exámenes.
Pero cuando
considero el carácter espiritual y moral de nuestras tres hijas adultas y las
tremendas oportunidades que hemos tenido Vickie y yo para interactuar con ellas,
estoy firmemente convencido de que todos los años y todo el esfuerzo son
inversiones pequeñas en comparación con las recompensas que hemos recibido.
Permíteme
sugerir tres ideas a las que te puedes aferrar cuando el camino se torne difícil
y te empiecen a invadir esas dudas persistentes respecto a renunciar.
Primero,
recuerda que los padres no pueden renunciar. Algunos padres, particularmente
algunos varones, intentan renunciar simplemente huyendo. Pero aun en estos
casos, realmente no han escapado de la paternidad; únicamente han renunciado a
su responsabilidad como padres.
Tienes sólo
una opción: ¿Seré padre (o madre) responsable o irresponsable? Educar en el
hogar es una decisión responsable, pero se requiere diligencia para ejercer
esta decisión de manera responsable.
No puedes
dejar de ser padre (o madre), y no debes dejar de ser padre responsable.
Segundo,
recuerda que la meta de la paternidad, igual que la meta de la educación en el
hogar, es conducir a tus hijos a la madurez. No basta empezar bien. Serás
juzgado por la manera en que terminas, no por la manera de comenzar.
Reconozco que
ninguno de estos pensamientos hará que la tarea de educar en el hogar sea más
fácil. Pero mi meta es hacer que la renuncia sea más difícil.
Tercero,
tenemos que recordar que Dios recompensará nuestros débiles esfuerzos por
ejercitar la auto-disciplina que se requiere para ser padres responsables, con
una abundancia fuera de toda proporción a nuestro trabajo; pero las recompensas
no llegan de un día para otro.
Considera dos
pasajes bíblicos: Hebreos 12:11-12 enseña la necesidad de la perseverancia
como condición para recibir una recompensa piadosa. “Ninguna disciplina al
presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual,
levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas.”
Uno de mis
versículos favoritos, Isaías 40:31, enseña el principio de la
desproporcionalidad de la recompensa de Dios. “Pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
Lo único que
tenemos que hacer es esperar a Jehová y podremos elevarnos sobre los problemas
y luchas como si tuviéramos alas de águilas.
Al reflexionar
sobre esta etapa que termina con la graduación de Christy, estoy seguro de que
Vickie y yo hemos volado con alas de águila en muchas ocasiones para llegar
hasta donde nos encontramos. Y con el ruido de fondo de nuestros cinco pequeños
bañistas, siento el confiado alivio de saber que esas alas de Dios nos llevarán
a todos por encima de las tormentas de la vida hasta llegar a la meta.
Copyright July/August 1998
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