La Formación del Niño: Cuándo Empezar
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La Formación del Niño: Cuándo Empezar
por Michael & Debi Pearl

Esta es la segunda de tres partes en que se ha dividido un artículo de Michael Pearl publicado originalmente en No Greater Joy, Vol. 6, # 2, March/April 2000 ; la tercera parte aparecerá en la próxima edición de El Hogar Educador.

Formación Social

Si tu hijo no les cae bien a los demás, o a menudo se encuentra en conflictos, es afectado socialmente.  Un niño tímido es inadecuado socialmente, al igual que uno que es ruidoso y exige toda la atención.  Un bravucón, por un lado, y un chismoso chillón, por el otro, son inadaptados sociales.  Un niño pronto desarrolla una perspectiva social.  La investigación enseña al infante lo que es aceptable en su sociedad.  Los niños siempre son influenciados por el temperamento de sus padres.  Si los padres son sobreprotectores, demasiado sensibles, insensibles, enojones, egoístas, hostiles, etc., entonces los hijos tienden a ver el mundo a través del orden social que los padres mantienen en el hogar.

Los padres adoptivos han venido conmigo describiendo los “pecados generacionales” de sus hijos adoptados.  Al conocer a los padres,  considero asombroso que los padres adoptivos parecen contar con el mismo linaje.  Quizás es simple suerte la que los juntó; a fin de cuentas todos vinieron de la misma familia.  Muchos padres biológicos quisieran aprovechar el pretexto de los pecados generacionales.  Les eximiría de la responsabilidad.

Un niño aprende las reglas yendo a  tropezones, chocando con los derechos de los demás; por ejemplo, cuando el pequeño trata de meter sus dedos en la boca o el ojo de otro, o cuando uno de dos años trata de quitarle algo a otro de cuatro años.

Las reglas sociales se establecen en el egoísmo–vive y deja vivir a los demás, toma y da.  Es una jerarquía–donde se picotea a los que se salen de la línea.  Sí sirve para mantener a “cada quien en su sitio,” con el “más fuerte” arriba en la cadena alimenticia, pero no tiene ninguna moral superior a la de una sociedad de gorilas.  Si se deja a la casualidad, un niño permitirá que sus valores sean establecidos por los peores elementos de la sociedad.

El interés de los padres debe ser el conocimiento de que si no asumen el papel eficaz y temprano de comunicar la conducta social a sus hijos, entonces los niños van a recibir su educación del mundo en general.  Pero la mayoría de los padres, especialmente nuestros lectores, no se conforman con que sus hijos adquieran su protocolo social por falta de opción alternativa.  La norma es muy baja.  Los padres que asumen un papel continuo y activo pueden facilitar la entrada de un niño en desarrollo a un orden social piadoso por medio de ejemplo e instrucción, evitando al niño mucha vergüenza y conducta antisocial.

Nosotros los adultos nos alineamos  socialmente por medio del orgullo, el temor de convertirnos en el hazmerreír de todos, el temor del rechazo o la vergüenza.  Pero un niño pequeño es alineado únicamente por alguien que le fija los límites y le obliga a respetarlos.

Formación Moral

Los niños nacen en este mundo sin convicciones morales.  El niño de dos años no necesita malas influencias para que sea egoísta, carnal, hedonista, hippy.  Digo esto con todo cariño para  los niños de dos años.

Los padres fallan cuando no comunican convicciones morales a sus hijos.  Un motivo de esto es que empiezan demasiado tarde.  Los padres no empiezan a tratar de entrenar a sus hijos hasta  estar convencidos de que éstos puedan recibir instrucción; para entonces los niños ya están confirmados en la carnalidad, adictos a los placeres del hedonismo.  Estoy hablando de los niños que tienen dos y tres años de edad.  Los padres batallan para creer que sus hijos tan pequeños sean capaces del entrenamiento temprano.  Se tardan tanto tiempo que tienen que luchar contra el ímpetu, y tanto lo de afuera como lo de adentro del niño está a favor de la carnalidad.  Solamente tu entrenamiento temprano evitará a tu hijo caer en una conducta degradante.

¿Quieres saber cómo entrenar a un niño de seis meses?  Por contexto.  Todos aquellos  con quienes se relaciona el niño forman el contexto en que el niño emula inicialmente la actitud moral.  La moralidad primero es una actitud, una manera de ver el yo en relación con los estímulos que nos asaltan.  Es la decisión correcta a pesar de las elecciones inmediatas más divertidas.  Es seleccionar los principios y el deber antes que la emoción y la flojera.  Es amor a la verdad; es un corazón puro; es el amor, la gracia, la misericordia, la paciencia, la bondad, el trabajo duro, la sabiduría, la fe, el gozo, la gratitud, y el servir a los demás.  No es la ausencia de ciertos actos de libertinaje.  Es el corazón de Dios puesto en práctica en estos cuerpos carnales.

En los primeros meses y años de la vida de un niño, no vas a poder darle un sermón acerca de la moral, pero sí puedes sembrar en buena tierra en su pequeña alma en desarrollo.  Los niños están arraigados en las almas de aquellos con quienes se relacionan–incluso en cualquier ambiente.  Tú, como padre, no puedes cambiar el ambiente en general.  Tarde o temprano tu hijo va a tener que entrar al ruedo de la sociedad.  Sin embargo durante sus años formativos, puedes meter su pequeña alma en la tuya y darle un poco más de cielo antes de que descubra que se encuentra en un campo de batalla moral donde los malos casi siempre ganan.

Formación Laboral

El trabajo es uno de los elementos de tu vida que con gusto eliminarías, si fuera posible.  Todo trabajo duele.  Necesitas criarte con el trabajo para acostumbrarte a él y aceptarlo como una necesidad.  Todo nuevo brote de entendimiento y toda habilidad recién adquirida en el infante o niño pequeño tienen que ser canalizados de inmediato hacia la productividad sana.  Nunca se le debe permitir a un niño adquirir un atributo de mente o cuerpo y dejarlo ocioso.  Si un niño de diez meses, capaz de recoger sus propios calcetines, se sienta y mira mientras su mamá los recoge, entonces está siendo mal entrenado–entrenado para ser flojo.  Estás perdiendo la mejor oportunidad de enseñar a un adolescente a ser trabajador.  Los adolescentes aprenden a trabajar antes de cumplir los dos años de edad.

Sé que un niño con menos de un año no es capaz de hacer lo más mínimo de trabajo productivo.  Pero la pregunta para nosotros no es cuántos años debe tener un niño para que su trabajo sea valioso.  La pregunta es “¿A qué edad debo enseñar a mis hijos a trabajar?”  La respuesta es: Conforme sean capaces de la más mínima participación, no importa cuán insignificante, deben ser involucrados en el trabajo.  Se divertirán más que en una fiesta de cumpleaños si los involucras en todos tus quehaceres.  A los niños les encanta cocinar, limpiar, y hacer todos los quehaceres que hacen Mamá y Papá si suceden como rutina y se hacen en un ambiente de gozo.

Si esto se maneja correctamente, jamás llegará el momento en que se asuste tu hijo al pedírsele que trabaje.  Jamás titubeará ni se quejará.  No podrá recordar un tiempo en que no estaba bajo la obligación de estirar su parte de la carga.  Sus primeros recuerdos de la vida serán de haber formado parte de un equipo de trabajo.  Con alegría se pondrá a hacer sus labores.  De esto se trata la vida.

Si esperas hasta que el niño tenga cuatro años para pedirle que trabaje, se lastimará y se ofenderá de que a él, el consumidor real de bienes y servicios, se le quiera humillar para hacer quehaceres de baja categoría.  ¡Qué lata!  ¡Qué dolor!  ¡Qué miseria!  La vida no debe ser así.  El ha vivido cuatro años maravillosos con varios sirvientes, ¿y ahora  esperas que haga  trabajo físico aburrido?  Posiblemente lo hará si le obligas, pero jamás le gustará, ni ahora ni nunca.

¿Debes esperar hasta que sean suficientemente grandes para ser útiles en el trabajo antes de requerirlo de ellos?  Solamente si quieres sentirte como el villano más horrible del mundo y pasar la mayoría de tu energía emocional fastidiándoles para que hagan lo que siempre será un trabajo hecho a medias.

Los niños deben aprender a trabajar al mismo tiempo que aprenden a jugar.  Jamás se le debe permitir a un niño pensar que el orden del mundo es que él juega mientras los demás le sirven.  No recojas por tu niño.  Si un niño puede sacar los juguetes del cajón entonces puede devolverlos.  Haz que el trabajo sea parte del juego.  Siéntate en el piso.  Disfruta de enseñarle cómo recoger los juguetes.  Al decirle, “Pon tus juguetes en el cajón,” pon un juego en el cajón.  Dile otra vez y guía la mano del niño al devolver un juguete al cajón.  Pon tú mismo otro juguete en el cajón, y otra vez dile mientras guías su mano al devolver otro juguete.  Si al niño nunca se le permite dejar tirados los juguetes, entonces siempre tomará el tiempo para devolverlos, y tú jamás tendrás problemas para limpiar.  Tres veces son suficientes para entrenar a un niño, si son las primeras tres experiencias con el cajón de los juguetes.  Requerirá más veces si le has entrenado mal.

Cuando tienes que traer el mandado a la casa, dale a tu pequeño una caja ligera para llevarla a la casa y alardea de cuán buen trabajador es.  Al cargar leña, dale un pedazo para cargar.

Al tirar algún liquido, enséñale a limpiarlo.  Quizás tendrás que comprar un mechudo y cortarle el mango para evitar que golpee todo en la casa.  Pero un niño de un año que trapea es uno de seis años que trapea y uno de dieciséis años que es una bendición.  Al podar el pasto, dale al chiquito una bolsa y un rastrillo pequeño y enséñale cómo llenar la bolsa con el pasto cortado.  Si se aburre, no le exijas; aviva su interés; hazlo divertido.

¿Sabes lo que es horrible?  Es un padre en casa el sábado, trabajando en el jardín mientras los hijos están sentados en frente de la televisión comiendo botanas.  No me preguntes cómo lograr que trabajen.  No los  puedes entrenar de una manera y luego esperar otros resultados.

No obligues a tus hijos a trabajar a solas hasta que tengan la edad para tratar con el aislamiento.  Aun entonces debes buscar las oportunidades para trabajar juntos.  Si el trabajo incluye una convivencia calurosa, esto le quita el dolor.  Si has desarrollado una relación de confrontación en torno al trabajo, estás causando un perjuicio continuo.  Si obligas a un niño y jamás quedas satisfecho, te odiará.

El trabajo es doloroso, y así trabajas para terminar con la tarea para que no tengas más dolor.  Si el trabajo no termina, si no hay ninguna recompensa, los hijos siempre se arrastrarán porque hacer el trabajo jamás resulta en alivio.  Dales un trabajo que tiene límites definidos y la recompensa de la libertad al llevarlo a cabo exitosamente.  No les permitas tener la libertad hasta que el trabajo se haya llevado a cabo exitosamente.  Los padres me han dicho que cuando empezaron a hacer que el tiempo libre de los niños dependiera de terminar el trabajo, los niños convirtieron un trabajo anteriormente de cuatro horas en una tarea de treinta minutos, y se divirtieron al hacerlo porque trabajaban para poder descansar.  Si tu hijo es flojo y nunca hace el trabajo bien, entonces tienes que asignarle una tarea con límites bien definidos y fácilmente definidos y quedarte con él hasta que la termine exitosamente, felicitándole entonces por un trabajo bien hecho.  Si la tarea es limpiar su recámara, primero define claramente lo que quieres, con detalle.  Escríbelo, si el niño puede leer.  No lo fastidies ni te quejes.  Tranquila pero firmemente mantén tu compromiso de que él no saldrá de su recámara para volver a su tiempo libre hasta que la recámara esté perfectamente ordenada.  Al principio va a arrastrar los pies, con la esperanza de vencer tu voluntad, pero una vez que esté convencido de que tu decisión es inapelable, cumplirá por pura flojera.  ¿De qué otra manera va a descansar?  Tienes que mantener una actitud apacible, o todo se pierde.