El Compañero de Necios
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EL COMPAÑERO DE NECIOS
por Gregg Harris

"El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado" (Proverbios 13:20). A fin de cuentas, toda la buena capacitación de niños se resume en esto: se capacita mejor a los niños por la estrecha convivencia con otros que son más sabios.

Este principio hace eco de todos los demás pasajes bíblicos que tratan de la educación. "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él" (Prov. 22:6). "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (Deut. 6:6,7). Los niños han de caminar con sabios.

En la práctica, Dios quiere que los padres sean sabios y que sus hijos les acompañen, no que estén con compañeros jóvenes necios en una escuela pública. El hijo debe estar con sus padres mientras hacen todo lo que los adultos sabios hacen, dentro de lo razonable. Si los padres sabios estudian algo, el hijo debe estar incluido como un aprendiz joven en sus estudios. Debido a que la gente sabia trabaja para ganar su pan diario, los niños deben estar incluidos como parte del negocio familiar, si es posible.

Cuando los hombres sabios descansan, o adoran, o practican la hospitalidad, o evangelizan, o buscan la justicia civil, o hacen cualquier otro buen trabajo, sus hijos deben estar incluidos por el bien de su entrenamiento. Estas actividades componen "su camino." Si un niño participa en ellos con sus padres, es probable que desarrolle un gusto por ellos que jamás se le quitará, aun cuando sea viejo.

Obviamente en esta estrategia se supone que los padres cristianos estén dispuestos a ser sabios y a hacer cosas sabias con sus hijos. Esto, desafortunadamente, es donde algunos padres educadores en el hogar se han desviado. Para dedicarse a tiempo completo a la educación en el hogar, unos pocos se han retirado de la mayoría, si no de todos, sus ministerios anteriores en la iglesia y su comunidad. Otros nunca han estado involucrados en estas áreas. Esto es un error.

Es un error porque, irónicamente, están violando el principio básico del meollo de la educación bíblica en el hogar. Nuestra meta es enseñar por nuestro ejemplo e incluir a nuestros hijos en el patrón de vida que esperamos que imiten algún día. Excluir toda obligación de ministerio más allá de nuestra propia familia no logrará esto.

Por el otro lado, la participación ciega en las estructuras existentes de la iglesia y la comunidad tampoco es aceptable. Los típicos grupos eclesiásticos y cívicos inevitablemente desmantelan la familia y envían a sus miembros en direcciones opuestas. Esto daña la vida familiar.

La solución a este problema es la integración creativa del ministerio exterior con la vida familiar. Hay que iniciar nuevos modos de servir en la iglesia y la comunidad para permitir que las familias sirvan juntas. Ejemplos de esto incluyen:

bulletUna familia de cinco hijos, edades de 6 a 20, que dedica tres horas a la semana a atender el jardín de los miembros de su iglesia que no lo pueden hacer por estar enfermos, andar de vacaciones, etc.
bulletUna familia que enseña una clase de escuela dominical a los adolescentes. Toda la familia, incluyendo los preescolares, participan en la planeación de dramas y actividades para ilustrar las lecciones.
bulletUna familia que visita juntos a una casa de ancianos. A los ancianos les encantan las visitas de los niños.

No estoy diciendo que esto sea fácil. Pero sí es sabio. Las familias que preparan a sus hijos desde temprano para estar incluidos en su ministerio familiar dicen que los niños no son mucha distracción. Han sido entrenados de antemano a estar quietos, ser serviciales, y ser pacientes.

Cada obligación dada por Dios es de alguna manera compatible con las demás. (Si no, Dios se equivocó cuando escribió la descripción del puesto para la familia cristiana.) El arte de la vida consiste en encontrar esa compatibilidad y guardarla en nuestras vidas.

Al fin, si nosotros como padres educadores cristianos en el hogar no estamos dispuestos a ser sabios y hacer el bien, entonces estamos simplemente cambiando los compañeros jóvenes necios de la escuela pública por un par de necios más cerca de la casa. De una u otra manera nuestros hijos serán los compañeros desafortunados de necios.