Hasta lo Ultimo de la Tierra
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Hasta lo Último de la Tierra...y Un Poco Más Allá
por Rebeca Pearl

"Hermana Rebeca, hoy por la mañana mi hija Ana estaba leyéndome el versículo que dice que seremos testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. No sé dónde se encuentran todos esos lugares, pero estaba pensando que nosotros hemos de ser lo Último de la Tierra. ¿Somos lo Último de la Tierra, Hermana Rebeca?" Papá Jashun se mecía sobre sus talones, agazapado allí en el humo junto a la fogata de kamp korip. Las gallinas graznaron de susto mientras su hermano Tombi hacía un ademán expresivo con el brazo y contestó la pregunta de Jashun antes de que yo pudiera responder.

"¡Ami Akai! ¿Por qué piensas que somos lo Último de la Tierra, Jashún?" Me reí al ver que Mamá Waina escupió en el piso de tierra y logró pegarle a un marranito justo entre los dos ojos.

"Si nosotros no somos lo Último, entonces quién?" preguntó ella con lógica. "Rebeca fue la primera mujer blanca que jamás hubiéramos visto, y se tardó 2,000 años el evangelio de Jesucristo en llegar hasta nosotros." Jashún volteó su raíz de casava y su kawkaw en las brasas antes de contestar muy seguro de sí.

"Yo sé de algunas personas que son más Últimas que nosotros. Oí hablar a unos muchachos el otro día acerca de un lugar nuevo que habían encontrado mientras cazaban a siete días de camino de aquí. Encontraron a unas personas que son tan incivilizadas que no saben ni hacer el fuego, y no usan nada de ropa." Los demás que estaban en cuclillas alrededor de la lumbre se quedaron boquiabiertos de asombro y noté con humor el escaso taparrabo de Jashún.

"Supongo entonces que nos toca a nosotros llevarles el evangelio, ¿o no?" dijo Tombi. "Un misionero blanco nunca les va a poder llevar el evangelio, pero nosotros quizá sí lo podríamos hacer." Así estuvimos juntos en el apretado espacio de la choza kamp korip durante aproximadamente una hora más mientras ellos trataban el tema de cómo alcanzar a los Últimos, y mis pensamientos se remontaron a la manera en que Dios me había traído hasta aquí para estar con ellos, los cristianos Kumbois.

Yo soy hija de Michael y Debi Pearl, y fui educada en el hogar desde los tres años de edad..Cuando aún éramos niños, mis hermanos y yo tuvimos constante contacto con las misiones en los viajes que hacían mis padres a México y Centroamérica. Nuestra educación en el hogar estaba orientada hacia prepararnos para el ministerio, y no para el éxito mundano. Hice mi primer viaje a Papua Nueva Guinea a los diecisiete años de edad con Misiones Nuevas Tribus, y sentí que el Señor quería que yo regresara algún día a esta hermosa isla selvática con sus aproximadamente 800 grupos lingüísticos. De regreso en los Estados Unidos me preparé con estudio bíblico en casa y capacitación lingüística en el Instituto Bautista de Traducción Bíblica, en Bowie, Texas. No fue sino hasta julio de 1996 cuando regresé para quedarme entre los Kumbois para empezar a aprender su idioma. La historia de cómo los encontré–o de cómo ellos me encontraron a mí–está registrada en mi Diario del primer año. Pero Dios ya había visitado a los Kumbois y un grupo de cristianos me dio la bienvenida, invitándome a vivir con ellos mientras daba clases de alfabetización y de escuela dominical. El primer año fue de muchas lágrimas y risas conforme aprendíamos a conocernos unos a otros y al Dios que nos había puesto juntos. Me dijeron que habían estado orando durante muchos años que Dios les enviara a alguien para enseñarles la Biblia, así que empecé a orar con ellos que Dios enviara a un hombre que pudiera enseñar a los varones Kumbois la Palabra de Dios. La manera en que fue contestada esa oración con la llegada de Dewayne y Deanna Noel y sus tres hijos también se registra en mi Diario. Conforme la familia Noel se iba haciendo cargo del ministerio, parecía que ya no se me necesitaba. Un día algunos de los aldeanos vinieron conmigo.

"Sista Rebekah, mipela i save olsem, God i bin salim yu long brukim graun, tasol nau wok bilon yu i pinis. Olsem God bai salim yu long narapela hap. Mipela i tok tenkyu long yu na bel bilong yumi i pas wantaim insait long Kraist. Mipela bai lukim yu long Heven." ("Hermana Rebeca, comprendemos que Dios la envió a usted aquí para abrir brecha, y ahora su trabajo ha terminado. Por tanto Dios le llamará a otro lugar. Queremos darle las gracias y decirle que su corazón y el nuestro están ligados para siempre en Cristo. Nos veremos en el Cielo.") Yo no sabía en ese momento cuál sería el siguiente lugar a donde Dios me llevaría, y siguieron cuatro meses de oración y búsqueda antes de recibir finalmente algo de dirección.

Para cuando ustedes lean esto, yo estaré en Israel trabajando en Bethel Youth Hostel. Es un albergue cristiano que dirigen Paul y Traci Valerio, un lugar a donde pueden llegar extranjeros de todo el mundo mientras visitan el área. Bethel se anuncia en publicaciones de turismo como un lugar donde pueden hospedarse personas que tienen interés en Dios o en la religión. Hay Biblias y literatura en muchos idiomas, y éstas están disponibles en forma gratuita para quienes se hospedan allí. El personal siempre está disponible para platicar (testificar) con cualquiera que tenga interés. Muchas de las personas que llegan allí están buscando a Dios, desilusionadas con la vida y buscando respuestas. Una vez pasé unas semanas allí y me fue de bendición observar un ministerio tan fructífero. Estando allí conocí a un hombre que ahora está trabajando de tiempo completo con Jews for Jesus (Judíos para Jesús). Diez años atrás él había llegado a conocer al Mesías allí mismo en Bethel. Llegó allí procedente de la China, donde había pasado algunos meses en un monasterio, buscando iluminación entre los sacerdotes budistas. No encontró respuestas sino hasta venir a Bethel, y fue llevado a Cristo por Paul Valerio. Hay un sinnúmero de personas más con testimonios semejantes. Otro hombre de Canadá llegó cuando yo estaba allí y vio las Biblias gratuitas en el mostrador. "¡Qué buena onda!" exclamó, "¿me regalan una? Yo nunca había tenido una Biblia. ¿Por dónde empiezo a leer?" "Prueba con el libro de Marcos," le dije yo, y le mostré dónde se encontraba. Regresó dos horas después habiendo leído ya todo el libro de Marcos. "¡Qué asombroso! ¡Jesús es muy buena onda! ¿Por qué yo nunca había escuchado de esto antes? ¿Todo esto es cierto? ¿Ahora qué leo?" Se quedó allí una semana y leyó el libro de Juan y muchas historias del Antiguo Testamento mientras Paul tenía estudios bíblicos con él todas las tardes. Después de batallar para testificarles a algunas de las personas con las que me he topado en los Estados Unidos, el hablar con la variedad de extranjeros que pasaron por Bethel esa semana era como usar el azadón en tierra suave y fértil en vez de pura piedra. Espero con expectación la oportunidad de trabajar en el dormitorio de mujeres, ministrando a la amplia variedad de muchachas que ahí se hospedan. Voy a limpiar pisos, lavar sábanas, y preparar comidas, lo cual me ocupará durante las mañanas. Será algo totalmente distinto al ambiente de la jungla al que me había acostumbrado en los últimos años, pero estoy entusiasmada por hacerlo, y me gozo en una oportunidad más de hacer la voluntad de Dios.

Es hermoso escuchar cuando El está cerca

La voz que he esperado oír,

Estrechar contra mi pecho su voluntad

Y en mi mente agitada la paz sentir.

Es hermoso saber lo que es verdadero,

Exactamente lo que debo hacer,

Ver la recompensa de la fe

Y tras la noche recibir el amanecer.

Es hermoso saber que ya sé

Cómo y cuándo y a dónde ir;

Pasar corriendo con denuedo por puertas abiertas

Y caminar por fe una vez más.

Rebeca, septiembre 98

Nota Editorial: Este es el objetivo de la educación en el hogar. Debemos estar instruyendo a nuestros hijos con un propósito, preparándolos para salir a servir, llevando el mensaje de la salvación en Cristo a los que no lo conocen.