Programación Realista
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Programación Realista
por Cheryl L

Prioridades, planeación, auto disciplina y compromiso le permiten a esta madre de muchos cumplir con todo.

Cuando mis cuatro hijos mayores eran pequeños y yo tenía cuatro hijos menores de 6 años, sin hijos mayores que me ayudaran, frecuentemente esperaba hasta que todos estuvieran en la cama para lanzarme a un maratón de limpieza y lavandería. Casi siempre lograba terminar todo en unas cuantas horas, y mi casa permanecía más o menos ordenada de esta manera.

Cuando el tamaño de mi familia aumentó a seis o siete hijos, descubrí que ya no me era posible mantener al corriente mi quehacer doméstico a base de largas horas de limpieza frenética a altas horas de la noche o en la madrugada. Simplemente eran demasiados hijos, demasiadas interrupciones, bebés que había que amamantar, etc. Así que me vi obligada a aprender a programar y disciplinar el uso de mi tiempo.

Establecer Prioridades

Una cocina limpia, baño limpio, camas tendidas y una sala recogida son prioridades para nuestra familia. No me gustan los montones de papeles y otras cosas desordenados y en general, detesto el tiradero. Me he esforzado arduamente en los últimos diez años por eliminar de mi vida los "montones". Me fascinan los mostradores desiertos y los cajones y vitrinas casi vacíos. Así hay menos papeles y objetos para cuidar, ¡y menos lugares en los que un objeto extraviado se pueda esconder! Trabajamos muy duro para sostener nuestras prioridades; las tuyas pudieran ser distintas.

¿Cómo Logras Hacerlo Todo?

Cuando me hacen esta pregunta, posiblemente estén pensando que todos los días estoy cocinando, dando clase, haciendo jardinería, manualidades, costuras, escribiendo, limpiando, etc. ¡Te aseguro que no es así!

Hay momentos y temporadas para todo lo que yo hago y para todo lo que tú haces. Tienes que decidir cuáles son y luego disciplinarte para observarlos.

También tengo la firme convicción de que vale más un poco de algo bueno todos los días y no esperar un día perfecto para hacer mucho.

Por ejemplo, es bueno desyerbar el jardín un poco todos los días. Si yo esperara el tiempo en que pudiera dedicar todo un día a desyerbar, no sólo pudiera ser que ese día jamás llegara, sino que además el trabajo sería mucho más agotador, y mi jardín estaría destruida por yerbas gigantes.

El mismo principio es aplicable a la educación en el hogar. Un rato de memorización bíblica cada día en el desayuno y la comida será mucho más productivo que sesiones maratónicas de memorización una vez por semana. Un poco de esfuerzo memorizando la lista de preposiciones o las tablas de multiplicación todos los días es más tolerable que toda una semana invertida exclusivamente aprendiendo preposiciones y multiplicaciones.

¡Cómo Tener un Día Terrible!

Lo peor que puede hacer una madre de muchos hijos es levantarse por la mañana sin plan alguno para el día.

Para cuando termine el día caerás en la cama exhausta, sin haber logrado gran cosa. Como estuviste dando clases hasta las 4 de la tarde, sentirás que diste clase "todo el día", aun cuando en realidad pudieran haber sido sólo tres o cuatro horas.

Quizá te sientas culpable por gritarles a los niños y por tu casa desordenada. Quizá llegues a la conclusión de que no fuiste hecha para educar en el hogar. Posiblemente llores, o sientas autocompasión y busques pleito con tu marido.

Seguramente te darás cuenta, por el hecho de que describo tan bien esta situación, que ya me ha ocurrido. Y si no estoy vigilando constantemente, ¡me ocurrirá de nuevo!

Disciplina

La planeación, la auto-disciplina y la organización son absolutamente esenciales en la familia numerosa que educa en el hogar. Necesito tener un plan que se convierta en hábito.

Cuando me levanto por la mañana, necesito saber qué es lo que voy a preparar para el desayuno (en nuestro caso es cereal caliente los días de escuela excepto en el verano, cuando desayunamos yogurt con fruta o granola) o asignarle a alguien en particular la tarea de preparar el desayuno.

Si suena el teléfono, he decidido con anticipación si puedo pasar tiempo al teléfono o no, y en el caso afirmativo, cuánto tiempo.

No me detengo para lavar el baño, porque el aseo del baño se habrá asignado a alguien, y sé que alguien lo hará más tarde.

Cuando termine el horario de escuela, no voy a andar vagando sin rumbo, empezando el lavado de ropa, sacando costuras y frotándome las manos por el baño sucio. Se es necesario lavar, ya habré hecho planes de hacerlo, y sabré que estará terminado para determinada hora o día. De igual manera, los cortes de pelo y la costura, estarán programados. Y definitivamente no estaré preocupada por la comida. Habré preparado y congelado varias comidas al mismo tiempo, para sólo calentarlas.

Aún cuando haya interrupciones y distracciones, si el bebé está necio o si vienen amigos o los pequeños están traviesos, tendré paz respecto al quehacer de la casa, porque sabré que ya se hicieron, o se harán.

Dormiré tranquila por la noche, sabiendo que sí logramos algunas cosas. No me veré tentada a culpar a mi marido por mis frustraciones.

Apartaré segmentos grandes de tiempo para las tareas de la temporada-limpieza primaveral o de otoño, envase de alimentos, costuras. Como estas cosas están anotadas en mi calendario, no me ocasionaré ansiedad innecesaria pensando: "Tengo que hacerles ropa a las niñas. Tengo que ordenar materiales para la escuela." Esto estará anotado claramente para hacerlo en un tiempo específico.

Para mí es útil tener un programa y plan para ciertas cosas. Comemos lo mismo o casi lo mismo todos los días para el desayuno y la cena. La primera semana del mes preparo comidas para congelarlas.

De igual manera, al principio del mes decido si pasaré uno o varios días haciendo costuras. Si es verano, apartaré tiempo cada tarde para atender el jardín.

En agosto y septiembre dedicaré varios días por semana a envasar, congelar y conservar. Ya sé que no puedo dejar estas cosas al azar. Todo debe estar planeado.

Programación

La escuela se maneja de la misma manera. Cuando estamos sentados todos a la mesa después del desayuno, leemos la Escritura juntos (el Proverbio para ese día del mes), y repasamos juntos la memorización. En nuestro hogar memorizamos pasajes largos de la Biblia, los menores a la par de los mayores.

Luego los lunes, mientras todavía estamos a la mesa, yo hago lectura de parte del material asignado para leer en la unidad de estudio que he diseñado, mientras que alguno de los hijos limpia la cocina. (La limpieza de la cocina se hace por semanas; cada uno de los hijos mayores la limpia por una semana, y enseña a los menores conforme vayan teniendo edad para ayudar). Comentamos lo que yo estoy leyendo, y hago preguntas, esperando que respondan. En ese momento asigno lecturas, trabajos escritos y proyectos para el resto de la semana.

Entonces los hijos mayores son despedidos para trabajar sobre sus tareas como hasta las 11:30 a.m. Mientras yo estoy trabajando con los mayores, los menores están allí presentes. Pudieran estar sentados a la mesa o jugando por allí cerca. Si alguno de los menores se pone inquieto, muchas veces es útil poner a este niño a "ayudar" al hijo mayor que esté limpiando la cocina.

Una vez que he terminado mi trabajo con los mayores, pongo caldo en la estufa para la comida en el invierno o preparo tortas en el verano.

A las 11:30 ó 12:00 a.m. todos salimos a caminar. En nuestra casa anterior dábamos vueltas a la misma cuadra todos los días (donde los perros eran amigables). Observábamos los cambios de las estaciones y teníamos conversaciones encantadoras.

Sería imposible exagerar la importancia de salir de la casa para una caminata corta—aunque sea sólo de 15 minutos. Todos se sentirán renovados y reanimados. Para los pequeños ese será el momento culminante del día, y agrega una estructura previsible. Sabrán que todos los días, estudiarán, caminarán, luego comerán. Evitarás la tentación de lanzarte a ciertas tareas que se pudieran prolongar hasta la tarde, apartándote de tus hijos. Y una buena caminata es buena para ti también, ¡especialmente cuando estás embarazada!

Para cuando regresen de su caminata, habrán despertado un buen apetito, y su caldo, preparado antes de salir, olerá delicioso.

En nuestra casa, después de la comida les leo a los hijos, desde los pre-escolares hasta los de preparatoria. Escojo libros que se relacionen con nuestra unidad de estudio.

Durante este rato después de la comida, también trabajamos brevemente sobre otras materias. En ocasiones les leo una breve reseña biográfica de un personaje relacionado con nuestra unidad de estudio. O les pudiera leer una poesía, o pudiéramos trabajar sobre gramática juntos. A esta hora también volvemos a repasar nuestra memorización bíblica.

Después de la comida será tiempo de que los mayores estudien mientras los menores hacen lectura y escritura. Parecería que la mañana sería el mejor tiempo para ortografía y lectura, pero no lo ha sido para mí. Es mejor después de la comida, cuando una buena caminata ya ha eliminado el desasosiego y los niños están listos para estar quietos. Mi trabajo con los hijos menores, hasta de 8 años, lleva como una hora, aunque ellos también participan en alguna medida en el estudio por unidades que hago con los hijos mayores.

Habiendo terminado con la escuela, es tiempo de hacer tareas domésticas. Aquí, en el campo, son interminables. Siempre habrá que atender el jardín, cortar leña, alimentar a los animales, reparar corrales, cercas, etc. Y como es de esperar, el trabajo para la publicación de nuestra revista es constante.

Cediendo Nuestros Derechos

Dios estableció la noche para dormir, y un día por semana para reposo y adoración. ¡Aparte de esto, no podemos reclamar ningún derecho a reposo, descanso, diversión o como le llamemos a esos tiempos en los que nosotros escogemos hacer lo que queramos!

Si consideramos que sí tenemos tales derechos y que no podemos ejercerlos, empezaremos a tener problemas con ira, autocompasión y amargura cuando nuestras expectativas no sean satisfechas. Si no resolvemos estos problemas, pudiéramos desarrollar alta presión, trastornos digestivos u otros problemas como recordatorios perdurables de nuestros "derechos" violados.

Debemos aprender y enseñar a nuestros hijos que el trabajo es bueno, que Dios lo ha ordenado, que tendremos que trabajar toda la vida, y que debemos trabajar duro y bien.

Si tenemos en muy alta estima la relajación, el descanso y las actividades recreativas en nuestra propia vida en lugar de poner nuestro corazón en el trabajo, nuestros hijos reflejarán lo que nosotros estamos modelando para ellos. Evitarán el trabajo, buscarán sólo el reposo y el deleite, y se comportarán como se éstos fueran derechos que deben tener garantizados.

¿Cuándo Me Toca Mi Tiempo Personal?

Una pregunta que me hacen con frecuencia es: "¿Alguna vez tienes tiempo para ti? ¿Cómo le haces para tener tu devocional?" El Señor nos conoce y nos ama y tiene manera de suplirnos el tiempo que necesitamos para el estudio de su Palabra, para la oración y para la meditación.

Para mí, estos tiempos se presentan en la regadera por la mañana, cuando estoy amamantando a mis bebés, en la noche cuando los niños ya están acostados, o en ocasiones por la tarde cuando todos andan afuera trabajando o jugando y yo me encuentro en una casa excepcionalmente callada y tranquila.

Pero todo el día mi espíritu está buscando al Señor. Cuando me siento frustrada y cansada, posiblemente sólo esté diciendo: "¡Señor Jesús!" (Los niños les dirían que a veces clamo al Señor en forma audible). Pero en otros momentos a lo largo del día, estoy pensando: "Señor, ayúdame con mis pensamientos iracundos. No permitas que te deshonre con mis palabras, Señor." O estoy pensando: "Señor, eres demasiado maravilloso para que yo te pueda entender. ¡Tu gracia y misericordia me inundan! Te alabo por salvarme, redimirme y perdonar todos mis pecados." Durante todo el día estoy comunicándome con mi Señor.

Acostumbro decir a las señoras con quienes hablo, que cuando abracé el privilegio de criar una familia grande, también consideré el costo de ese privilegio.

Queridas hermanas, no lo podemos tener todo. No tengo el derecho de "escapar" de mis hijos, tomarme vacaciones, tener devocional, tener descanso ni diversión. Estas son bendiciones del Señor, que Él frecuentemente me regala aún cuando no las merezco.

Pero si se las exijo al Señor, a mi marido o a mis hijos, o a otros que me necesitan y cuentan conmigo, me estaré preparando para la frustración y la ira que siempre me acompaña cuando exijo mis "derechos". Lo más seguro es que me volveré contenciosa. Y definitivamente no manifestaré el espíritu manso y apacible que tanto deseo desarrollar.

Copyright October/November 1991

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