La Mayor Preocupación
por Michael y Debi Pearl
Creo que la mayoría de ustedes sienten como yo. Mi mayor preocupación
personal son mis hijos. Aún antes de casarme, mi ocupación, seguridad
financiera, ministerio, realización personal, todo pasaba a un segundo lugar,
en comparación a mis futuros hijos.
¿De que le sirve al hombre si gana todo el mundo y pierde su propia alma?
Así mismo, ¿De que nos sirve si ganamos todo el mundo, pero perdemos las
almas de nuestros hijos?
¿Te considerarías un éxito si tus hijos llegaran a ser parte de los
problemas del mundo en lugar de su solución? ¿Qué satisfacción encontrarías
en las comodidades del éxito material, si tus hijos crecieran necesitando la
ayuda y el consejo de los demás, en lugar de que los otros busquen de ellos
ayuda y consejo? ¿Cómo podrías disfrutar de la comida y la almohada, sabiendo
que tus hijos no pueden ni comer, ni dormir, sufriendo de culpa, angustia y
ansiedad; siendo torturados por los demonios de la indisciplina, egoísmo,
orgullo y vanidad?
Al árbol y al hombre se le conoce por el fruto que da. El fruto de los
padres son sus hijos. Todo lo demás es sólo hojarasca.
Si el sol sale y se pone y yo sigo en el mismo nivel (Social, económico,
profesional) ¡Qué importa! Siempre y cuando mis hijos estén creciendo como
parte de la familia de Dios. Déjenme morir pobre. Dejenme que muera joven.
Déjenme que la enfermedad me consuma; pero déjenme ver y oír que mis hijos se
levantan y me llaman ¡Bendita!
Que mi darles no sea medido por la cantidad de dinero que invertí en su
educación; ni por la calidad de ropa, o viajes, o diversiones que pude
proveerles. Antes bien, mídase mi dar por las horas de mi vida pasadas en
convivencia familiar. Por el número de gratas memorias de las cosas que
disfrutamos y logramos juntos.
Mi mayor preocupación es que mis hijos se gradúen de mi escuela de la vida,
para que sean discípulos del Maestro de Nazaret. Que aprendan lo bueno y lo
malo desde el pináculo de la obediencia y no del pozo de la desesperación. Que
tengan la sabiduría para escoger lo valioso y el coraje para rechazar lo
insignificante y vano. Que siempre trabajen por lo que dura para siempre.
Que sean amantes de Dios. Trabajadores del Espíritu Santo y amigos íntimos
del Señor Jesucristo. Y cuando su camino llegue al final, que éste termine
frente al Altar de Dios, presentando sus coronas a los pies de nuestro Salvador.
Amén.
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No greater Joy Vol. 1 pg. 16
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