La Educación en el Hogar Como Discipulado
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La Educación en
el Hogar Como Discipulado
Si bien es cierto que pudieran venir a nuestra mente muchos pensamientos cuando se nos pide que demos una definición de educación en el hogar, creo que la definición más importante de educación en el hogar para el cristiano es "discipulado." El Patrón Bíblico Tanto la instrucción hebrea como la cristiana se han basado históricamente sobre la transmisión de verdad de padre a hijo. El apóstol Pablo explicó esta impartición de su misma vida a sus discípulos (I Tesalonicenses 2:8). Esto es discipulado. No hay vocación más elevada ni oportunidad más grande que la de discipular a nuestros hijos y a nuestros nietos. En el Salmo 78:5-7 se nos dice que los padres causan un impacto sobre sus familias que se prolonga hasta por cuatro generaciones. Vemos el mismo patrón repetido en la enseñanza que Jesús dio a los doce discípulos que a su vez envió a enseñar a otros. El apóstol Pablo invirtió su vida en Timoteo y le dio instrucciones de encontrar hombres fieles a los que pudiera enseñar y que también enseñaran a otros (II Timoteo 2:2). Debemos ver la educación en el hogar como una inversión de nuestra vida en nuestros hijos, quienes a su vez instruirán a los hijos de ellos, que enseñarán también a los suyos. Esto significa que disciplinaremos personalmente a nuestros hijos día con día. Nuestro discipulado incluirá el atender, cuidar, guiar y enviar. Atender Si estudias la palabra ‘atender’ en la Biblia, observarás que se acompaña de varias frases o palabras más, incluyendo "alimentar," "sin carencia," "sin temor," "descanso" y "delicados pastos" (Jeremías 23:4; Ezequiel 34:14). Mediante el poder de Cristo, hemos de darles a nuestros hijos un banquete de ideas dentro de la seguridad y protección de nuestros pastos (nuestros hogares). Hemos de velar cuidadosamente por sus tiernos corazones. Hemos de alimentar sus corazones y mentes, de tal manera que crezcan en todos los aspectos en Cristo (Efesios 4:14-15). Este aspecto de la educación en el hogar permite que prospere nuestra relación con nuestros hijos. Cuidar Otro aspecto de atender es "vigilancia" (I Pedro 5:2). Nos encontramos en una guerra espiritual, una batalla por las mentes y los corazones de nuestros hijos. Jesús nos advirtió que nos cuidemos de ideas falsas (Mateo 16:6). El apóstol Pedro hace eco a esta misma advertencia: "Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza" (II Pedro 3:17). Pablo advirtió a Timoteo: "Guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia" (I Timoteo 6:20). Posteriormente Pablo dice: "Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros" (II Timoteo 1:14). Cuando nuestros hijos eran más pequeños, nuestra casa no tenía reja, y había una calle muy transitada atrás de nuestra casa. Nuestros hijos pocas veces se aventuraban muy lejos de la casa. Yo puse un surco de arbustos para señalar los límites de nuestro jardín. Sin embargo nuestros hijos, aun así, no se retiraban mucho de la casa. No fue sino hasta que pusimos una reja que nuestros hijos se sintieron seguros para usar todo nuestro jardín. Ahora los límites estaban claramente señalados. Las reglas, como las rejas, delimitan entre el bien y el mal. Cuidar sin establecer límites es no cuidar. Sin embargo, debemos conservar el equilibrio y cuidar nuestra relación con nuestros hijos. Josh McDowell advierte a los padres: "Reglas sin relación terminarán en rebeldía." Mientras atendemos, alimentamos. Mientras alimentamos, desarrollamos una relación. Gracias a esa relación, las reglas no se perciben como esclavizantes sino como liberadoras. Hemos visto que las reglas, establecidas en el contexto de relaciones fuertes, conducirán a actitudes correctas. Guiar Como padres, otra de nuestras responsabilidades es guiar y dirigir a nuestros hijos. En las últimas generaciones, este aspecto de la crianza de los hijos ha sido abandonado. Se ha dejado a los hijos para que solos descubran quiénes son y adónde van. ¡Qué bendición es ser dirigidos amorosamente por nuestros padres! La Biblia frecuentemente nos describe como ovejas. Una característica común de las ovejas es que parecen vagar sin rumbo, ¡con poco o ningún interés en saber dónde están! ¿Alguna vez has oído de un "manso" o "cabecilla"? Es la oveja que sirve de guía a todas las demás. El pastor coloca una campana en el cuello de la oveja que guía. Luego el pastor guía al cabecilla y el cabecilla a su vez, guía a las demás ovejas. ¿Adónde te diriges tú? ¿Estás siguiendo al Pastor? ¿Tienes una relación íntima con el Pastor? ¿Conoces su voz y la estás siguiendo? Si es así, entonces tus hijos oirán la "campana" de tu vida y la seguirán. Otro aspecto de guiar es conocer a tus hijos. ¿Te dedicas a estudiar a tus hijos? ¿Los conoces íntimamente? ¿Conoces sus intereses, sus talentos y sus habilidades? ¿Qué es lo que Dios está haciendo en sus vidas? Una de las grandes virtudes de la educación en el hogar es el tiempo que nos toca pasar con nuestros hijos. Para dirigirlos en forma personal, es necesario conocerlos realmente. Pide al Señor que guíe a tus hijos y que satisfaga continuamente sus más profundos anhelos. El resultado es que "serán como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan" para los que los rodean (Isaías 58:11; Isaías 49:10). Enviar Posiblemente esta sea la parte más difícil de la educación en el hogar. No obstante, debemos estar preparando a nuestros hijos precisamente para este momento. Alguna vez aprendimos a confiar en Dios para que nos diera los hijos que Él quisiera y hubiera diseñado, y aprendimos a confiar en Él para la instrucción de ellos. Llegará el momento de confiar en Él al enviarlos a salir. Para cada uno, los caminos y planes de Él serán perfectos, porque Él hace todas las cosas hermosamente. Además de la oveja y el pastor, el Salmo 127 contiene una analogía adicional. Nuestros hijos se comparan con una aljaba llena de flechas. Estas preciosas flechas son para dispararlas en la batalla. Aunque las flechas estén bien resguardadas en la aljaba, llegará el momento de sacar de la aljaba cada flecha que Dios nos haya dado, colocarla sobre la cuerda del arco, y dispararla en servicio a Cristo. El movimiento de educación en el hogar ahora se encuentra en el umbral de esta etapa de madurez. Tarde o temprano nuestros hijos saldrán. Como en la analogía, nosotros los guerreros hemos formado las flechas en colaboración con Dios. Asegurándonos de que su trayectoria sea recta, ahora enviamos las flechas confiadamente hacia la meta que Dios ha puesto delante de nosotros. Al disparar cada flecha podemos tener la certeza de que el impulso del Santo Espíritu de Dios la dirigirá hacia el cumplimiento de la voluntad de Él. Cada etapa de la educación en el hogar presenta sus propias dificultades. Cada etapa exige nuestra concentración absoluta. Cada etapa agota nuestras energías, paciencia y creatividad. Pero Dios es suficiente para todas nuestras necesidades. Su Palabra está llena de promesas de que Él hará en nosotros y por nosotros mucho más de lo que nosotros podríamos pedir o imaginar. "Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder . . ." (II Pedro 1:2, 3). Copyright January/February 2000 by The Teaching Home, Box 20219, Portland, OR 97294 Reprinted by permission |