La Llave
por Mike Richardson
Muchos de ustedes saben que Misty me entregó una llave el
día que cumplió 16 años de edad. Me informó que era la llave de su corazón.
Luego me dijo que ella había decidido delante de Dios guardar su corazón y
guardarse ella misma para el hombre con quien se casaría algún día. Terminó
diciendo que ella estaba convencida de que Dios le dirigiría en esa área por
medio de mí—su padre.
Al paso de los años esa llave fue tema de muchas
bromas—principalmente por parte mía. En algunas ocasiones se la había enseñado,
diciendo: “¡Creo que voy a rematar esto al mejor postor!” Sin embargo,
fueron más las ocasiones en las que se lo mostraba comentando: “¡Oye! ¡Yo
tengo la llave! ¡Puedes casarte cuando cumplas 80 años!” Todo fue en broma y
con buen ánimo. A pesar de que yo hacía bromas respecto a la llave, tomaba en
serio el significado simbólico de esa llave—muy en serio. Yo estaba
consciente de que ninguna decisión respecto a la llave podría tomarse a la
ligera o en broma. El que recibiera la llave tendría que ser alguien que en
verdad fuera digno de recibir algo de tanto valor de parte mía—y en última
instancia de parte de Misty. Tendría que ser uno que hubiera sido criado desde
su infancia en los caminos de Dios. Uno que sirviera al Señor con un corazón
íntegro. Uno en quien se pudiera confiar que guiaría a su familia a un
conocimiento más grande y más alto de nuestro Salvador.
A fines de agosto Natán empezó a hablar conmigo respecto
a sus deseos para el futuro. Para fines de enero yo sabía que mis días de
“llavero” pronto estarían por terminar. Pronto estaría entregando la llave
a Natán.
A principios de febrero Natán y yo acordamos que un
viernes después de la reunión de la iglesia sería el momento oportuno para
que él hablara con Misty. Como yo soy de los que se deleitan con despistar a la
gente, al ir saliendo de la reunión esa tarde, le comenté a Misty que muy
pronto le tendríamos que llamar solterona. Luego me acerqué a Natán y le pasé
la llave. Esa noche acosté temprano a los niños pequeños, luego Pam y yo nos
retiramos a dormir, dejando a Misty lavando los platos y a Natán sentado a la
mesa.
Después de mostrarle la llave, Natán habló con Misty
acerca de su deseo de no sólo desarrollar una relación con ella, sino de
casarse con ella. Luego con ternura le devolvió la llave, y le pidió que ella
decidiera si quería que él tuviera la llave y su amor por el resto de sus
vidas. Luego salió silenciosamente de la casa, dejándola allí parada—sin
habla.
La quietud del momento no se prolongó mucho, pues Misty
corrió a nuestro cuarto con la llave en su mano y lágrimas de gozo corriendo
por sus mejillas.
Misty y Natán se casaron el 20 de abril de 2002 aquí en México.
Viven en un pueblo pequeño como a cuarenta y cinco minutos de nuestra casa. Natán
seguirá trabajando conmigo aquí en México. |