Preparando a los Hijos para la Madurez
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Preparando a los Hijos para la Madurez

Conforme tus hijos entran a la adolescencia, puedes experimentar una súbita ansiedad. ¿Estarás haciendo lo correcto al seguir educándolos en el hogar? ¿Podrás impartir las materias de preparatoria? ¿Estudiarán una carrera profesional? ¿A qué se dedicarán de adultos? (¿Y será posible que algún día se comporten como adultos?) ¿Qué clase de adultos serán?

¿Qué puedes hacer para preparar a tus hijos para la madurez?  Si no lo has hecho ya, ahora es el tiempo de elaborar una lista de control para que te sirva de guía en la “recta final.”  Anota detalladamente tus objetivos en cada categoría.

Pero antes de empezar, haz un poco de limpieza mental para asegurarte de no estar siendo influenciado por la mentalidad del mundo.

Mitos Comúnmente Aceptados

1er. Mito: La rebeldía es un elemento natural del desarrollo.

¡En el mundo realmente se cree que los hijos nunca saldrían de la casa para ser independientes a menos que pasaran por un período de rebeldía “natural”!

Aunque la rebeldía del adolescente en una u otra forma es tan común que parecería ser algo universal, aun entre los cristianos de nuestra cultura, necesitamos preguntarnos, “¿Qué dice Dios al respecto?”  Los hijos (aun los hijos adultos) que se rebelaban contra sus padres eran tratados de una manera muy severa bajo la Ley de Moisés (Deut. 21:18-20).  Y a los padres que permitían que sus hijos se rebelaran se les daba el ejemplo de Elí. Aunque era sacerdote de Dios y supuestamente un hombre piadoso, sufrió no sólo su propia muerte, sino la de sus hijos, como también la eliminación definitiva de su familia del sacerdocio.  Dios toma muy en serio la rebelión de los jóvenes. I Sam. 15:23 dice, “Como pecado de adivinación es la rebelión.”

Sí, la rebeldía es “natural”; pero como cristianos se nos llama a dejar atrás la naturaleza con la que nacimos, y a vivir por el Espíritu.  Por el lado positivo, se nos dan muy buenas razones para exigir obediencia de los hijos.  Primero, “porque esto es justo,” y también “para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Ef. 6:1-3).  No debemos robarles estas bendiciones a nuestros hijos permitiendo (y mucho menos esperando) que se rebelen.

¿Pueden los adolescentes someter sus fuertes voluntades a sus padres? Puesto que Dios lo ordena, él hará que sea posible para aquellos que le aman y confían en él. ¿Cómo podemos nosotros como padres facilitarles esto?  Empieza desde temprano, enseñándoles estas cosas a tus hijos antes de que sean adolescentes.  Comunícales que esperas que sus años de adolescencia sean un tiempo de armonía, colaboración, y buen compañerismo conforme trabajas con ellos para construir su futuro.  Evita en lo posible exponerlos a la “cultura de la juventud” (p. ej., programas de televisión, libros, y películas que presentan un cuadro de lo que el mundo considera como la juventud “normal”), y señala los errores de esa cultura cuando ellos la enfrenten. ¡Cuestiona la mentalidad de “todos lo hacen” en cada oportunidad que tengas! Expónlos tanto a ficción como a historias verídicas de jóvenes que fueron bendecidos por sujetarse a sus padres (p. ej., Ocho Primos y Rosa en Flor de Alcott; los libros Elsie Dinsmoore, de edición agotada–prueba con un servicio de búsqueda de libros raros; y la cinta de Jonathan Lindvall sobre su cortejo, por $5 dls., a Box 1776, Porterville CA 93258), como también de aquellos que lamentan su rebeldía (p. ej., Robinson Crusoe, tú mismo, otros creyentes). No incluyas largos relatos o descripciones detalladas del pecado, ya que “vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto” (Ef. 5:12).

¿Debes ser menos escrupuloso con tal de conseguir la cooperación de tus adolescentes? El consejo de Dobson de conformarnos con que salgan de esta etapa con vida suena atractivo. ¿Quién realmente quiere luchar contra sus propios hijos sobre asuntos de relativamente poca importancia?  Por supuesto, siempre puedes re-examinar tus reglas y estar abierto a la razón y a la corrección bíblica.  Pero si aun así piensas que tu postura está bien fundamentada, no cedas. Si tus adolescentes están dispuestos a someterse a tu criterio, cosecharán los beneficios que has planeado para ellos. Si están predispuestos a la rebeldía, se rebelarán–sean tus normas las que fueren. Perderás tu credibilidad si un día dices que algo es correcto e importante y al otro día lo tiras por la borda cuando Juanito hace un berrinche de protesta.

2o. Mito: Algún día habrán de conducirse solos, así que entre más pronto mejor.

¡Alto! Se nos ha lavado el cerebro con esta mentalidad al grado de que aun madres amorosas, cuidadosas, desplazan a sus bebés hacia la guardería o pre-escolar (con todos sus horrores) considerándolo algo necesario para el desarrollo de sus hijos. Los niños son secuestrados en la calle y sometidos a degradación porque sus padres tienen pavor de “sobreprotegerlos.” ¿Qué tiene que ver esto con los adolescentes? Puede ser un poco más difícil de reconocer, pero es aplicable el mismo principio.   I Corintios 10:13 dice, “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”  Puede resultar obvio que un chiquitín no podrá resistir el ofrecimiento de un dulce de parte de un desconocido, así que lo proteges cuidadosamente.  Pero ¿sabes si tu adolescente podrá resistir la tentación de estar en un coche en la oscuridad a solas con su novia? Ciertamente hay un tiempo de confiar en él, pero también hay un tiempo de ayudarle a “huir de las pasiones juveniles” (II Timoteo 2:22).

Nunca le des ni a un adolescente más libertad de la que él puede manejar razonablemente cuando las consecuencias del fracaso son serias y permanentes.  Por supuesto que si él resiste saldrá más fortalecido, pero seamos realistas–¿cuántos resisten?  Es mucho más probable que finalmente él empiece a ceder y a comprometer convicciones, iniciando una espiral descendiente de auto‑complacencia, culpabilidad y engaño.  En un momento en que él podría ser un José o un Daniel, se convertirá en lugar de ello simplemente en un cristiano derrotado más–o algo peor.

¿Quién dijo que tenían que conducirse solos? Enséñales a ser sabios en vez de independientes. Todos somos débiles y pecaminosos; necesitamos cuanta ayuda podamos conseguir para conservarnos puros en este mundo.  Dirige el pensamiento de tus hijos hacia la seguridad que hay en el compañerismo y apoyo espiritual y aléjalos de la actitud autosuficiente de “yo soy el arquitecto de mi propio destino.”  Demuestra que estás consciente de tu propia necesidad de ser “estimulado a las buenas obras” (Hebreos 10:24) mediante la asistencia fiel a la iglesia, reuniones de oración, y estudios bíblicos.  Explícales que tú mismo no eres inmune a la tentación, y que por esto la evitas en sus manifestaciones de música, libros, y películas sugestivas. Enséñales que la pureza de vida proviene de la pureza mental, y que cada pensamiento debe ser llevado cautivo a Jesús (II Cor. 10:1-5).

3er. Mito: Cada quien tiene que tomar sus propias decisiones; los padres no tienen ningún derecho de imponerles a sus hijos sus propias preferencias.

La mayoría de nosotros creemos que podemos discernir lo cierto y lo falso de esta afirmación.  Pero ¿cuál es el criterio a seguir? 

Si permitimos que nuestro hijo adolescente tome sus propias decisiones ¿cuál será el resultado?   Antes de darle rienda suelta, quizá debamos preguntarnos qué tan libre será realmente su decisión. Si escoge su carrera cuando tiene 14 años, ¿su decisión se vería limitada por una supuesta aversión por las matemáticas cuando aún no ha tenido la oportunidad de dominarlas? Si ella escoge un esposo a los 16, ¿su decisión se verá limitada por no conocer a ningún joven piadoso?

Como padres, podemos ver más lejos y proveerles de los pre-requisitos para que su decisión en un tiempo futuro sea verdaderamente libre. Si permitimos que nuestros adolescentes tomen decisiones que no están bien calificados para tomar, podríamos estarlos sentenciando a la esclavitud de su propia inexperiencia. No te dé pena exigir que tus hijos estudien álgebra o asistan a una conferencia o a una reunión de oración.  La pérdida de libertad en este momento podría proporcionarles una mayor libertad en un futuro. Además, aunque no lo reconozcan, las decisiones de los adolescentes con demasiada frecuencia no son más que una conformidad a la presión de sus compañeros, y no decisiones verdaderamente independientes. Sí sabemos lo que es mejor para nuestros hijos, por el simple hecho de que hemos vivido más que ellos y de que los conocemos bien.  Y aunado a ello, tenemos a nuestra disposición la ilimitada sabiduría de Dios, con tan sólo pedirla (Santiago 1:5).

¿Estaremos dispuestos a creer que Dios puso a nuestros hijos bajo nuestro cuidado en el conocimiento de que, con todas nuestras debilidades, tenemos la combinación precisa de cualidades como padres que nuestros hijos en particular necesitan? Con toda humildad (y arrepentimiento por nuestros pecados) debemos a pesar de todo aceptar valientemente la responsabilidad que Dios nos ha dado de guiar a nuestros hijos hacia la madurez de adultos.

4o. mito: Los adolescentes tienen un ego frágil y hay que tener cuidado de fortalecer su auto-imagen.

¿Y qué es propiamente eso de una “mala auto-imagen”? Yo sugiero para su consideración que no es más que un hábito de pensar en forma egocéntrica.  Es un rechazo malhumorado de las circunstancias de la vida que Dios ha permitido y una actitud de envidia hacia los demás.  También tiene un tinte (por extraño que parezca) de orgullo. “Este rostro (o cuerpo, o mente, o casa, o guardarropa) no es suficientemente bueno para mí. Yo merezco lo mejor.”

¿Cuál es el remedio para la “mala auto-imagen”?  La confianza y gratitud hacia Dios por su sabiduría en diseñar todas las circunstancias de nuestra vida para nuestro bien y para su gloria. (En este punto asegúrate de practicar lo que predicas.) Asimismo, un amor sincero para con Dios y para con los demás, amor que quita la atención del yo y llena la menta con pensamientos de servicio. Si la atención de tu hijo adolescente está enfocada en ayudar a los demás y su tiempo está ocupado con actividades constructivas, no tendrá tiempo para la auto‑compasión y sabrá que está logrando cosas importantes. Una persona que necesita constante “afirmación” de parte de los que le rodean para evitar caer en el “pantano del desaliento” es una persona paralítica. Y si tu hijo adolescente por casualidad es rebelde, flojo y desaliñado, ¿realmente quieres que se sienta bien así?

Claro, esto no es decir que debes ser descuidado en la forma de tratar a tu hijo. No hay justificación para que seas malo o áspero o con él, o para que le hables con nombres abusivos o lo humilles.  Esa simplemente es una conducta no‑cristiana.  Hemos de ser amables y amorosos y tener especial cuidado de no exasperar o amargar a nuestros hijos (Ef. 6:4).  Sé afectuoso y considerado con tus hijos, cualquiera que sea su edad, y mantén sus espíritus abiertos para contigo. (Ver La Llave al Corazón de tu Hijo por Gary Smalley en librerías evangélicas.)

Lista de Metas

Estas son algunas categorías sugeridas para tu lista. Es importante que comentes y ores con tu cónyuge acerca de las metas de ustedes en cada área.

Vida Espiritual

La salvación de tu hijo y su caminar diario con Dios son, por supuesto, la máxima prioridad. A menos que él se entregue totalmente a Dios, nunca conocerá el verdadero éxito.

Conocimiento Bíblico

Cuando yo llegue al cielo, quiero darle las gracias a mi padre por haber dedicado aproximadamente una hora cada día sin falta en leernos la Biblia y explicarnos sus verdades. En ese tiempo yo no siempre veía con agrado el “devocional familiar.”  Pero entre más tiempo vivo (ahora tengo 40 años) más valoro el hecho de que me hayan obligado a grabar las Escrituras en mi memoria.

Es importante leer toda la Biblia una y otra vez. Además, se podrían incluir lecturas diarias de los Salmos y Proverbios. Los Salmos dan expresión a nuestros sentimientos y nos acercan a Dios en una actitud de confianza. Al leer cinco salmos por día se leerá el libro completo cada mes. Lean el salmo que corresponda al día del mes y además todos los demás salmos que resulten de sumar al primero los múltiplos de treinta ( p. ej., el día 15 lean los Salmos 15, 45, 75, 105 y 135). El día 29 omitan el Salmo 119 y déjenlo para el día 31. El libro de Proverbios contiene una gran riqueza de sabiduría práctica y piadosa para todas las situaciones de la vida. Lean un capítulo por día para terminar el libro cada mes. Cada vez que lean un capítulo señalen por lo menos un versículo en el que meditarán ese día.

Carácter

Empieza con una lista de cualidades tales como fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23), y agrega otros que vayas encontrando en tu lectura. Anota y aprende versículos bíblicos para cada cualidad. Está consciente de cómo se encuentran tus hijos en cada área, y planea actividades que ayuden a corregir deficiencias.

Hábitos

Los buenos hábitos pueden ser algunos de los mejores amigos de tu hijo.  El levantarse temprano (y de buen humor), la lectura bíblica diaria, la limpieza, la puntualidad, la planificación, la buena dieta, etc.–si son parte automática de su vida, le ahorrarán a tu hijo mucho tiempo, dolor, y tensión al llegar a adulto, y lo liberarán para ser productivo.

Seguir Instrucciones

Por muy brillante o talentoso que sea tu hijo, no podrá conservar ningún empleo por mucho tiempo si no sabe seguir instrucciones.  Esto implica escuchar con cuidado y atención y una disposición para recordar y obedecer.  Si un niño es descuidado en esta área en casa, necesita ser re‑entrenado antes de poder tener éxito en algún otro lugar.

Amor al Trabajo

¿Imposible? No. ¿No te encanta a ti el sentido de satisfacción que te viene al terminar un trabajo bien? ¿No te hacen sentir vivo y sano el ritmo y el movimiento del trabajo en sí? El trabajo no es una maldición. Adán tenía trabajo que hacer antes de la caída. Trabaja con tus hijos con alegría, y deja que ellos se contagien de tu entusiasmo.  Un trabajador alegre y diligente nunca tendrá dificultad en conservar un empleo.  Ayuda a tus hijos a descubrir que trabajar rápidamente y hacer un buen trabajo es mucho más divertido que de una manera desganada hacer lo mínimo requerido. Eclesiastés 9:10 dice, “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.”

Amor al Conocimiento

Esto es más importante que la educación misma. La mejor manera de impartir y preservar el amor al conocimiento es demostrarlo tú mismo, compartiendo tu entusiasmo por algún dato nuevo aprendido cada día. Además, aprovecha la curiosidad natural de los niños pequeños. Satisfácelo a cada oportunidad; no permitas que muera porque tú estabas ocupado haciendo algo menos importante que contestar las preguntas de tus hijos.  Muéstrales cómo encuentras respuestas usando una concordancia bíblica, un diccionario, una enciclopedia o la biblioteca. Enséñales a usar el teléfono como herramienta para recabar información.

Lectura

Tanto la habilidad como el hábito de leer por aprender, leer por recibir instrucción, o leer por placer proveen acceso a los pensamientos de otros. Hazlo y consigue que tu hijo lo haga tanto por sí solo como juntos diariamente.

Habilidades de Comunicación

Por muchas razones, tanto en la vida personal como en los negocios, la habilidad de comunicarse bien, tanto oralmente como por escrito, es una habilidad esencial y práctica. ¿ Cómo puedes cultivar esta cualidad en tu hijo?  Toma el tiempo de ser un oyente paciente y entusiasta cuando él tiene algo que contarte.  Si no habla mucho, motívalo con preguntas.  No lo interrumpas cuando batalla para encontrar palabras, sino ayúdale a descubrir mejores formas de expresarse dándole retroalimentación, expresando tú su idea con otras palabras, y preguntándole si eso era lo que él quería decir.  Aumenta su vocabulario introduciendo a tus conversaciones con él nuevas palabras, como también mediante estudios formales de vocabulario, y ejercicios como el de Selecciones del Reader’s Digest, “Enriquezca su Vocabulario.”  Mucho se ha escrito acerca de cómo enseñar a tu hijo a escribir, pero hazlo parte de la vida diaria escribiéndole a él recados con instrucciones, planes o mensajes afectuosos. Anímalo a escribir notas semejantes a otros miembros de la familia, como también cartas a amistades y familiares, y un diario de eventos cotidianos.  No dejes de incluir la expresión apropiada de sentimientos en tu comunicación con tu hijo, para que no se vea paralizado en esta área y frustrado en su vida personal.

Humanidades

La historia y la literatura a veces son representadas como accesorios innecesarios en esta era tecnológica dominada por la ciencia y las matemáticas.  Pero sin una comprensión profunda de lo que se ha dicho y hecho en el pasado, tus hijos podrían verse condenados a repetir los errores que podrían haber evitado. Las materias de humanidades no son irrelevantes para ninguna carrera, y más bien la complementarán favorablemente.

Matemáticas y Ciencias

Cualquiera que sea la carrera que tú o tu hijo piensan que él emprenderá, y aunque tu hija piense ser ama de casa de tiempo completo, no sean escasos con las matemáticas y la ciencia. Enseña todo lo que puedas de estas materias. Las matemáticas, en todas sus formas, son una excelente disciplina mental que ayudará a tu hijo a pensar con lucidez y con lógica en otras áreas también. La ciencia puede inspirar asombro y alabanza para con nuestro Creador al observar nosotros su maravillosa creación. Brinda a tus hijos una profunda educación en la verdadera ciencia desde una perspectiva creacionista.  En algún momento debes explicar qué es lo que creen los no-cristianos con respecto a sus orígenes, y por qué. No permitas que los argumentos más convincentes de los evolucionistas algún día tomen por sorpresa a tu hijo.  Muéstrale cuidadosamente en qué consisten los errores de los evolucionistas en lugar de simplemente ridiculizarlos.

Educación Sexual

Ya pasaron los tiempos en que bastaba esa “pequeña plática” la noche antes de la boda.  Además, la educación sexual consta de mucho más que los meros datos básicos de la vida.

Tus hijos necesitan saber lo que es un hombre, lo que es una mujer, y por qué Dios los hizo diferentes. Asegúrate de que tus hijos entiendan que Dios nos hizo varón y hembra no exclusivamente para nuestro placer sino para ser fructíferos y multiplicarnos y llenar la tierra con “una simiente piadosa” (Gén. 1:28 y Malaquías 2:13-16).  Procura transmitir la idea de que el sexo es una celebración gozosa del poder creativo en el que participamos con Dios mismo en procrear y concebir hijos, como también un símbolo sagrado del amor entre Cristo y el creyente (Ef. 5:22-23).

Ayúdales a percibir a todos los hijos como preciosos regalos de Dios, y no sólo los primeros “1.8” hijos o los que “planificamos” nosotros mismos. Cuando el sexo está ligado a la reproducción y al amor piadoso de esta manera, muchas preguntas se resuelven. El sexo es visto como un sacramento santo del matrimonio y ha de conservarse limpio y puro, y no como algo con lo cual se puede jugar fuera del matrimonio buscando gratificación propia. Las prácticas sexuales que son egocéntricas, degradantes, o insalubres contaminan el lecho matrimonial que Dios dice ha de conservarse puro.

Muchos matrimonios sufren estrés sencillamente porque los cónyuges no comprenden las diferencias básicas el uno del otro. (Los libros de Gary Smalley sobre el matrimonio, en librerías cristianas, explican bien estas diferencias.) No tengas temor de hacer hincapié en los papeles diferentes de hombres y mujeres dentro del plan de Dios. Alienta a tus hijas a ser femeninas y a tus hijos a ser masculinos. (Esto no significa mujeres inútiles y hombres burdos.)

A las hijas se les debe enseñar que no hay ocupación más noble ni de mayor satisfacción que la de ser esposa y madre de tiempo completo. Esto no significa que no deban adquirir conocimientos y habilidades en otras áreas; entre más conozcan, mejor (incluyendo cómo usar un destornillador, cambiar un neumático desinflado, o preparar la declaración de impuestos). Pero que no piensen que su inteligencia y talentos serían desperdiciados al ser “simples amas de casa.”  Más bien enséñales que un hogar puede ser un centro de conocimientos, cultura, creatividad, negocios, y servicio a los demás.  El quedarse en casa, lejos de ser una limitante, en realidad las libera para tener un campo mucho mayor de expresión y aportaciones valiosas que si estuvieran atadas a un empleo.

Enseña a tu hijo a respetar y apreciar el valor de una “mujer virtuosa” (Proverbios 31) y a buscar y pedir a Dios tal mujer por esposa. Muéstrale cómo él puede proteger la posición de su esposa como mujer de hogar estando dispuesto y capacitado para proveer para las necesidades de toda la familia con su propio ingreso.  Muéstrale a tu hija cómo ella puede contribuir al bienestar económico de su familia siendo frugal, creativa y contenta con lo que su esposo puede proveer, como también produciendo bienes o servicios para la venta desde su propio hogar. (Ver The Way Home de Mary Pride en librerías cristianas.) Enséñale, también, a apreciar el trabajo de su esposo que la libera para estar con los niños.

Tanto a niños como a niñas debe enseñárseles a ser considerados y serviciales, a buscar activamente maneras de servir a los demás, y a sacrificar su propia comodidad y deseos por los de otro. Así no serán “cerdos chauvinistas masculinos” ni “hembras manipulativas” aun cuando sí asuman papeles tradicionales en sus matrimonios.

Finalmente, pero no menos importante, inculca a tus hijos desde la niñez que el matrimonio es para toda la vida–pase lo que pase. Esto puede resultar difícil de hacer a la luz de todo lo que ellos ven a su alrededor, tanto dentro como fuera de la iglesia.  Con más razón se debe hacer hincapié en la permanencia del matrimonio. Necesitas mostrarles que se puede amar a la gente divorciada y sin embargo odiar el divorcio. “Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (Malaquías 2:16).

El matrimonio cristiano ha de ser una ilustración de la relación de Cristo con la iglesia (Ef. 5:22-23).  Como tal, debe caracterizarse por verdadero amor, crecimiento personal y comunión íntima. Pero la ausencia de estas cosas no invalida nuestro compromiso permanente.  Jesús prometió que nunca nos dejaría ni nos desampararía. La infidelidad de Pedro al negar a su Señor con una maldición no canceló su relación con él.  La mayoría de los matrimonios pasan por algunos tiempos turbulentos, pero tus hijos necesitan saber que la gracia de Dios siempre es suficiente (II Cor. 12:9), y que él nos ha dado instrucciones para las situaciones difíciles (I Cor. 7:10-14, Oseas 3:1, I Pe.3:1-6).

Enséñale a tu hijo el verdadero significado de diversas clases de amor y su lugar en el matrimonio cristiano. (Ver Love-Life for Every Married Couple de E. Wheat en librerías cristianas.)

Habilidades Sociales

¡Vaya que los educadores en el hogar hemos escuchado bastante acerca de esto! Sólo recuerda que los caminos de Dios no son los caminos del hombre.  Lo que el mundo llama “habilidades sociales” puede ser lo que Dios llamaría tibieza y pecado. Necesitamos redefinir este término bíblicamente. Yo creo que se puede resumir en una forma tan sencilla como la que usó Jesús: “Amar a Dios con todo tu corazón, y amar a tu prójimo como a ti mismo.”  Una actitud no cohibida y de interés por los demás producirá la habilidad de escuchar y comprender a los demás, y un carácter recto incluirá la habilidad de resistir la tentación.  Fuera de estas habilidades, en mi opinión, se le ha dado demasiada importancia a esta área de las “habilidades sociales.”

Independencia

A esta cualidad prácticamente se le rinde adoración en nuestra cultura a pesar de que frecuentemente es la causa de la ruptura de relaciones tanto de negocios como personales. No obstante, tiene gran valor para tu hijo con tal que sepa cómo y cuándo usarla.

¿Te preocupas pensando que si mantienes a tus hijos muy cerca de ti se harán demasiado dependientes de ti?  Este es el “coco” con el que tratan de asustarnos los tipos del “establishment.” Pero sencillamente no es cierto. Desde la infancia misma, los niños que reciben la mayor atención y supervisión de sus padres son los que tienen la mayor confianza para hablar y actuar por sí mismos. Las excepciones a esta regla (sobre las cuales el mundo gusta de hacer libros y películas) son los padres que tienen problemas psicológicos anormales y que usan a sus hijos como objetos de sus obsesiones o temores paranoicos. Si tú tienes la mente sobria que Cristo promete a sus hijos, no tienes por qué preocuparte por esto.

El contacto con compañeros de la misma edad, o grupos de referencia, parece robarles a los niños el pensamiento independiente e inducirlos a la conformidad.  De hecho, esto es lo que se busca (consciente o inconscientemente) al agrupar a los niños de esta manera. Cuando te dicen que van a fomentar la independencia en tu hijo, se refieren a hacerlo independiente de ustedes, sus padres, y dependiente de sus compañeros. No es un buen trueque. Al reducir la participación de tu hijo en tales grupos, puedes ayudar a desarrollar en él la clase de independencia que llevó a Daniel y a sus amigos a depender exclusivamente de Dios frente a la muerte y que ha hecho a muchos mártires ser fieles al Señor hasta el final.

Ocupaciones

Asegúrate de que tus hijos hayan tenido contacto con una amplia gama de ocupaciones. Familiarízalos de una manera práctica y participativa con el mayor número de ocupaciones (decentes) posible. Comenta con ellos los pros y los contras de cada una, incluyendo cómo una persona podría servir a Dios con esta vocación. Si un empleo no se puede desempeñar para la honra y gloria de Dios, debe ser tachada de la lista de posibilidades. Pide a tu hijo que considere cuál es la forma en que mejor podrá usar sus talentos para el Señor, más que cuál es el empleo que a él le agradaría más.  El trabajo de más satisfacción que podría tener tu hijo es el que tiene el mayor significado para él a largo plazo, y para un cristiano esto implica relacionarlo con la extensión del reino de Cristo.  Su lema al escoger una carrera debe ser, “No se haga mi voluntad, sino la tuya.”