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Proyectos Prácticos para Nuestros Hijos (Segunda Parte)
Mi hijo Juan, de catorce años, tenía una hora trabajando con la cornisa del nuevo cobertizo. Había sido obvio que iba a ser necesario arreglar la cornisa, porque al construirla inicialmente, no le había quedado bien. Cuando yo había visto la cornisa más temprano, le había dicho que sería bueno quitarla para construirla de nuevo correctamente. Después de esa hora tan improductiva, Juan llegó a la conclusión de que la tarea era imposible. Con una expresión de evidente frustración en su rostro y fatiga en su voz, se dejó caer en un sillón en mi oficina. Contándome su dilema, aseguró que no había manera de construir la cornisa como habíamos platicado.
Yo traté de animarle, preguntándole si se daría por vencido si yo no estuviera disponible para ayudarle, y estuviera solo con el Señor Jesús. Mientras platicamos, empecé a detectar en su voz, un tono ligeramente quejumbroso (él me dio permiso de comentar esto). Normalmente ese tono de voz me indica que el hijo no tiene una buena actitud hacia lo que está haciendo. Le señalé esto y lo invité a ver lo que el Señor le pudiera enseñar. Regresó a su tarea.
Treinta minutos más tarde regresó con una sonrisa de oreja a oreja. "¡Ya la levanté!" anunció con una nueva confianza en su voz. Le pregunté si había requerido de la ayuda de alguno de sus hermanos. Contestó que había comprendido que si algún día iba a construir su propia casa no contaría siempre con un hermano que le ayudara, así que encontró la manera de levantar la cornisa solo. Es bueno para el proceso de maduración de un hijo, que aprenda que puede depender de Cristo, por medio del Espíritu Santo, para que lo dirija cuando enfrenta algún problema.
Sería imposible ponerle precio a la importancia que tiene para nuestros hijos comprender esta lección. Es una parte vital de su crecimiento espiritual y su habilidad para funcionar como adulto. Supongo que la mayoría de nosotros conocemos a otros adultos que no saben lo que es confiar en Cristo de manera práctica día a día. Esto es crítico en una relación con Cristo; sin embargo, de alguna manera estas personas no aprendieron a buscar la dirección del Espíritu cuando eran pequeños, si es que se convirtieron a temprana edad. Yo definitivamente no lo aprendí cuando era niño, y sólo mediante su gracia lo he aprendido ya como adulto. Como padres debemos darnos esta tarea de enseñar a nuestros hijos lo que significa depender de manera práctica de Cristo cada día. El uso de proyectos es una buena manera de hacer esto. No importa si es un proyecto en el que un hijo está construyendo algo, o una hija está aprendiendo a coser, cada uno provee maravillosas oportunidades.
Además de que nuestros hijos desarrollan una confianza práctica en la dirección de Cristo en sus vidas, aprenderán toda clase de habilidades prácticas en el curso del proyecto. Ésa es otra razón por la que los proyectos son parte importante de la crianza de los hijos. Me sorprende la escasa cantidad de padres que acogen proyectos como fantásticas herramientas de enseñanza. Si una de nuestras metas como padres es criar hijos que lleguen a ser adultos maduros, entonces los proyectos deben formar parte importante de nuestra instrucción. Si la meta de los padres fuera criar a los hijos para que sean niños toda la vida, entonces pudieran permitir que sigan viendo la televisión y las películas, que usen juegos de video, y que pasen el resto de su tiempo con deportes y actividades recreativas. Los hijos podrán divertirse, pero se perderán el verdadero deleite de la vida. ¿Es de extrañar que en la actualidad la mayoría de los adultos viven para el descanso, placer y juego, sin tener idea de lo que es el verdadero gozo de depender de Cristo y seguirle a Él?
Usaremos el resto de este artículo para comentar sobre proyectos. Primero, ¿por dónde debemos comenzar? En nuestra familia, generalmente comenzamos con una necesidad. Pudiera ser un aparato doméstico descompuesto, algo que se necesita construir, o un hijo que debe aprender una nueva destreza. La base de todo proyecto debe ser una necesidad. Es un gran motivador y será fuente de satisfacción en el futuro, cuando el trabajo esté terminado.
Desde hace algún tiempo nuestra familia ha tenido necesidad de más espacio para guardar libros. No fue sino hasta este año que sentí que el Señor nos daba permiso y dirección para encontrar una solución. Esa era una necesidad. La otra era que yo quería que Juan tuviera la experiencia de diseñar y construir un edificio. Juan ha sentido el llamado de Dios para ser misionero. Yo he deseado que todos los muchachos tuvieran experiencia en construcción, pero era aún más importante en el caso de Juan. Le indiqué que hiciera el cobertizo siguiendo las mismas normas que se hubieran tenido que aplicar a la construcción de una casa.
Luego, es importante que motivemos a los hijos. Si no están motivados, no es probable que el proyecto tenga éxito. O no le dedicarán su mejor esfuerzo, o no lo terminarán, o tendremos que estarlos exhortando constantemente para que perseveren. Ninguna de estas alternativas son maneras de enseñarles a ser adultos maduros.
Si no logras motivar a tu hijo, es probable que no cuentas con su corazón. Esto constituye un problema aun mayor que el de la falta de motivación. Si cuentas con el corazón de tu hijo, debe ser posible motivarlo a trabajar y terminar su proyecto. Aun cuando el proyecto no le interese, debe ser posible motivarlo con la necesidad y con tu deseo de contar con su ayuda. Si aún no está motivado, una vez que hayas compartido con él tu corazón respecto a la razón por la que quieres su ayuda, entonces yo te exhortaría a clamar al Señor pidiendo dirección y entendimiento en cuanto a lo que pudiera ser el problema en la relación. No debes justificarlo, sino ser celoso para entender y corregir el problema con tu hijo. (Quizá te ayude nuestro libro "Conservación del Corazón de Nuestros Hijos".)
Cuando hayas motivado a tu hijo, debes comunicarle lo que necesita hacer. Las instrucciones que le des dependerán de lo que quieres que tu hijo o hija aprenda con el proyecto. Por ejemplo, si tu meta es que tu hijo aprenda a seguir instrucciones precisas, entonces pudieras conseguir un proyecto que consta de muchas piezas y pasos necesarios para armarlo.
Si tu meta es que tu hijo aprenda a pensar y trabajar con sus manos podrías, por ejemplo, pedirle que construyera un comedero para pájaros. Probablemente su primera pregunta sería: "¿Cómo construyo un comedero para pájaros?" Por la Escritura vemos que Jesucristo era muy hábil con el uso de preguntas. Yo también he descubierto que el uso de preguntas es una manera de ir estimulando a los hijos,
"Hijo, ¿Cómo quieres que se vea tu comedero para pájaros?" Quizá conteste que no sabe. Lo estimulas con otra pregunta: "¿Alguna vez has visto otros comederos de los que podrías tomar ideas?" Podrías llevarlo a una tienda para que tenga oportunidad de ver los comederos que están en venta y tomar ideas. Le pedirás que dibuje su diseño para comedero en una hoja. "¿Qué materiales vas a usar?" "¿Cómo podrías utilizar en tu comedero ese sobrante de triplay que guardamos?" Puedes guiarlo en su proyecto con tus preguntas.
¿Vas a trabajar con tu hijo? ¿Lo va a hacer él solo? ¿O será una combinación de ambos? Al principio siempre será mejor trabajar juntos. Provee excelente oportunidad para compañerismo, y el hijo se sentirá mucho más motivado. Sin embargo, llega el momento en que todo hijo necesita aprender a llevar a cabo un proyecto por sí mismo. Debes conocer a tu hijo, sus habilidades y sus necesidades, para poder decidir cuál será la mejor manera. Por ejemplo, el cobertizo era un proyecto grande. Juan ha trabajado solo, pero sus hermanos mayores y yo hemos trabajado con él también. Recientemente le pedí a Juan que cambiara una pieza muy difícil de la sierra circular. Lo hizo casi todo él solo. En un par de situaciones lo asesoré brevemente para darle ánimo cuando enfrentaba dificultades.
¿Qué se puede hacer si Papá no sabe cómo realizar el proyecto? ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? No podrás si estás decidido a seguir siendo ciego. Existen numerosos manuales que te enseñarán casi cualquier cosa que quieras aprender a hacer si tan sólo tienes la motivación para aprender. Debo agregar que si no quieres desarrollar nuevas destrezas, es probable que tus hijos tampoco quieran. Decide si prefieres comprar el manual primero y aprender personalmente, o si los dos lo leerán juntos.
Yo quiero que mis hijos sepan cómo encontrar la manera de hacer las cosas por ellos mismos, así que les asigno algunos proyectos que requieren que realicen algo de investigación. Antes de que vaciáramos el concreto para el piso del cobertizo, le entregué a Juan un libro acerca de trabajos con concreto como regalo de Navidad. Cuando se enteró de que iba a realizar el proyecto del cobertizo, leyó todo el libro con entusiasmo y estaba preparado para trabajar con concreto. Lo asesoré con la etapa de diseño de la construcción. Retrospectivamente, me hubiera gustado pasar más tiempo en la etapa de diseño. Hubiera buscado un manual sobre normas y reglamentos de construcción. Puede ser que un día busque uno para usarlo con todos los muchachos.
Si estás haciendo cualquier tipo de construcción como proyecto para tus hijos, recomiendo que consultes los reglamentos de construcción con el inspector de tu localidad. Me asombra la cantidad de casos en los que se requieren permisos de construcción. Si el reglamento local requiere de un permiso, consíguelo. "Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas" (Romanos 13:1). Por más que racionalicemos nuestras justificaciones, tenemos claras instrucciones de obedecer la ley. Si no lo hacemos dejamos un ejemplo horrible para nuestros hijos.
Después de que Juan hubiera elaborado sus planos, fuimos a la oficina del inspector de construcciones para conseguir su aprobación. Juan pudo comentar los planos con el inspector, e hizo algunos cambios sugeridos por el inspector. Aun así, hubo un detalle del plano que fue omitido en la revisión, pero detectado por el inspector de la obra. Si hubiéramos contado con un manual de reglamentos para Juan, hubiera podido evitar ese problema y no tener que repararlo después de empezado el trabajo. Por lo menos hubiéramos usado tornillos en lugar de clavos, para simplificar la corrección de los errores.
Debemos cuidar de no usar proyectos para conseguir que nuestros hijos hagan trabajos que debemos hacer nosotros. Si hemos sido perezosos y no hemos hecho las reparaciones, esas reparaciones pudieran ser excelentes oportunidades para entrenamiento. Sin embargo, en realidad, si sólo se las asignamos a nuestros hijos, les estamos enseñando a ellos a ser perezosos también. Les estamos comunicando que cuando se es padre, puedes ser perezoso y conseguir que tus hijos hagan tu trabajo por ti. Si no has sido responsable, confiésalo y luego usa la necesidad de mantenimiento como tiempo para trabajar junto con tus hijos. En el futuro, se pudieran presentar otros buenos proyectos en los que quisieras que ellos tomen la iniciativa.
Recomiendo que ores al Señor respecto a la idea de realizar proyectos. ¿Qué es lo que quieres enseñar a tus hijos? ¿Qué destrezas quieres que desarrollen que les pueden servir el resto de su vida? ¿Estás dispuesto a aprender junto con ellos? ¿Estás dispuesto a invertir algo en ellos para lograrlo?
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