La Última Palabra - Dic 2000
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La Última Palabra - Dic 2000 Cuando
recién llegamos a México, hace más de siete años, la primera familia
educadora en el hogar que conocimos, fue la familia Segovia. Su hijo Carlos tenía
algunos doce años de edad en ese tiempo. Él
venía a nuestra casa ocasionalmente con algún recado de parte de su mamá, o
con alguna barra de pan, o con higos de su higuera. Habiendo educado a nuestros
hijos en el hogar por algún tiempo, queríamos apoyar a los Segovia, pero no
podíamos por no hablar el español. Como
resultado de observar las necesidades de los Segovia y de otros como ellos,
decidimos llevar a cabo la primera conferencia de educación en el hogar, hace
ya casi cinco años. Para anunciar la conferencia publicamos nuestro primer
boletín, intitulado El Hogar Educador. Tenía
solamente tres páginas. Hemos recorrido mucho camino desde entonces. Acabamos
de celebrar nuestra quinta conferencia anual y el boletín ahora es una revista
de dieciséis páginas ¡que pronto serán veinticuatro! ¡La
familia Segovia también ha recorrido mucho camino! Carlos ahora tiene veinte años
y ha adquirido una habilidad que podrá usar toda la vida para ganar su
sostenimiento. Creo que la mejor manera de contarles su historia es que sus
padres den un breve testimonio. Carlos
tenía 12 años cuando empezamos a estudiar en el hogar; poco sabíamos en
realidad acerca de cómo hacerlo. Recibimos ayuda de hermanos con más
experiencia. Pusimos la Biblia en primer lugar, y luego su enseñanza académica.
Fue durante esos primeros años que enfrentamos grandes retos, pero la Escritura
dice, "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él, y él hará."
Muchos observan, diciendo, "No te comprendo."
"¿Qué estás haciendo?"
"¿Qué van a estudiar tus hijos?" y de Carlos (nuestro hijo
varón), "¿Cómo va a mantener una familia?". Y la verdad es que no
teníamos una respuesta; sólo podíamos decir que hay grandes promesas: "Y
tus hijos serán enseñados por Jehová, y se multiplicará la paz de tus
hijos." Aunque
el objetivo primordial es lo espiritual, la formación de carácter y el
desarrollo académico, en esta etapa descubrimos los intereses e inclinaciones
de nuestros hijos, y nos dimos cuenta que los niños hacen más cosas de lo que
nos imaginamos y se desarrollan destrezas. A través de estos ocho años Dios le
ha provisto a nuestro hijo herramientas y equipo necesario para su educación.
Primero aprendió con su papá, y estamos muy agradecidos con Dios por las
personas que le asesoraron después en otras áreas. Ahora nuevamente está
trabajando junto con su padre, especializándose los dos en la carpintería. A
principios de nuestra educación en el hogar, Filipenses 3:14, "Prosigo a
la meta", Filipenses 3:10, "A fin de conocerle", y Colosenses
4:3, "A fin de dar a conocer el misterio de Cristo", fueron rhemas.
Nuestra meta era conocer y dar a conocer a Cristo, y Dios ha abierto puertas en
la prisión. En la preparatoria de educación abierta, premiaron a Carlos por
parte del estado y le dieron un reconocimiento en México. Esta es una
oportunidad para él de testificar acerca del amor de Dios y de su misericordia.
Hemos estado aprendiendo a través de pruebas en las aulas de Dios a tener una
motivación recta en el corazón delante de él, a tener unidad de espíritu en
la pareja y a no tener temor, sino confiar en sus promesas junto con nuestros
hijos. "Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome
aliento vuestro corazón; ciertamente ninguno de los que esperan en Jehová serán
confundidos." Al
aproximarme a la terminación de nuestra cabaña en Baratillo, me di cuenta de
que necesitaría que viniera un carpintero con experiencia para hacer algo del
trabajo de acabado. Cosas como la fabricación de las puertas y las molduras.
Estaba batallando para encontrar a alguien que estuviera dispuesto a venir tan
lejos. Varios amigos de Monterrey mencionaron que Carlos estaba haciendo trabajo
de carpintería. Cuando oí esto por primera vez, pensé, "Sólo es un niño."
Luego vi algo de su trabajo – estaba muy bien hecho. Después
de hablar con Carlos, me di cuenta de que este "niño" había crecido
y ahora era un hombre. Vino
a la cabaña y pasamos una semana trabajando juntos.
Después regresó a su taller para hacer otras cosas que le pedimos. Hizo
muy buen trabajo. Me
di cuenta de que Dios sí había obrado en su vida. Había crecido, amaba al Señor
y se estaba preparando para ganarse la vida. Así
como Carlos y su familia habían sido diligentes en ver que recibiera el
entrenamiento que él necesitaba, nosotros también debemos ser diligentes en el
entrenamiento de nuestros hijos. En
Cristo, Mike |