La Última Palabra - Oct 2000
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La
Última Palabra - Oct 2000 Cada uno de ustedes es un pionero en el movimiento
de la educación en el hogar en América Latina - así como los pioneros a
principios de 1800 que abrieron el camino para muchos que seguirían tras de
ellos después. En ocasiones esos
pioneros, después de pasar por un valle quieto, llegarían a un río caudaloso
y peligroso o a un monte muy alto. Mientras
que algunos pocos se desanimarían, otros proseguirían a la meta que tenían
delante. Acabamos de terminar nuestra Quinta Conferencia
Anual. Las novecientas once
personas que pudieron asistir podrían estarse sintiendo como el pionero que ha
pasado por el valle ‑ ¡refrescado y animado!
Quiero repetir en parte, algunos de los comentarios de la conferencia
para animar a cada uno de ustedes a que se preparen para los días que vienen. Quisiera darles una lista fácil de “cosas que
hacer y cosas que no hacer”. Vamos a comenzar con las cosas que no deben
hacer.
En Éxodo 23:29-30 Dios dice a los israelitas,
“No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra
desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré
de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.” De la misma manera en que Dios no esperaba que
ellos conquistaran todos los enemigos de una sola vez, Dios tampoco espera que
nosotros conquistemos todas las batallas en el entrenamiento de nuestros hijos
de una sola vez. Pero, sí espera que estemos trabajando continuamente hacia la
meta, el supremo llamamiento que ha
puesto delante de nosotros. En nuestro caso el mayor enemigo para nuestro éxito
puede ser nuestra propia flojera y falta de iniciativa. Todos tenemos tanto en
qué trabajar, tantas áreas que necesitan ser mejoradas. Yo creo que de la
misma manera en que Dios esperaba que los israelitas tomaran la tierra prometida
poco a poco, también espera que mejoremos nuestras habilidades para enseñar e
instruir poco a poco. La acción firme y constante traerá por consecuencia la
victoria.
Ustedes son los padres de sus hijos – su padre y
madre terrenales. Dios es su Padre celestial. Tú eres responsable de ser fiel y obediente en el
entrenamiento de tus hijos. Dios es responsable de los resultados finales. También debemos recordar que cada uno de nuestros
hijos tiene libre albedrío. Ellos deben decidir por sí mismos si hacen el bien
o el mal.
Padres, ustedes deben de cargar con las
responsabilidades que Dios les ha dado en el entrenamiento de sus hijos. Si no
lo hacen, su esposa se sentirá abrumada y desanimada. Madres, ustedes deben no
sólo someterse a la dirección de sus esposos, sino que también deben ser la
ayuda idónea activa, como Dios las diseñó, para ayudar a sus esposos a
terminar la tremenda responsabilidad de criar jóvenes y señoritas piadosos. Con eso terminamos la lista de los “Qué no
hacer.” Ahora vamos a considerar las últimas dos cosas que sí deben hacer.
Santiago 5:16b dice que la oración eficaz del
justo puede mucho. Si no recuerdas ninguna otra cosa de este artículo,
recuerdan orar por tu cónyuge y sus hijos diariamente. Dios ha elegido obrar
entre nosotros en respuesta a la oración. La oración es la medida de tu amor
tanto por Dios como por tu familia. Mantendrá tu corazón puesto en tu
familia, como también mantendrá abierta la comunicación entre tú y tu Padre
Celestial. La oración también te ayudará a recordar que tu meta suprema es
conducirlos a la madurez espiritual.
Como dijo James Dobson en una ocasión,
“Recuerden que realmente no estamos criando niños, estamos criando
adultos.” Los estamos entrenando para que sean hombres y mujeres de Dios con
responsabilidad. Cuando Jeremy, Michael y Misty estaban pequeños,
muchas personas me decían, “Disfrútalos, entrénalos, porque los días pasan muy rápido.” Yo les quiero decir,
“No les crean. Los días pasan mucho más aprisa de lo que cualquiera se
imagina.” Si no quieres ser sorprendido súbitamente con un
joven o una señorita a quien realmente no conoces, entonces, ¡comienza ahora! |