La Última Palabra – June 2001
por Mike Richardson
Desde que estamos viviendo de
tiempo completo en Baratillo, he tenido más tiempo para visitar a las familias
que viven en esa región. Procuro usar dos días de cada semana para visitar en
los hogares de los creyentes además de conocer mejor a otros vecinos.
Disfruto
usar mi nuevo caballo cuando voy de visita. Muchos días llevo a uno o dos de
los niños y salgo al terminar el desayuno, vamos de casa en casa, y regreso al
anochecer.
A
la yegua le pusimos Siesta porque yo pensaba que Pam podría descansar un poco
mientras algunos de los niños salían a montar conmigo. A su potra le pusimos
Estrella por la mancha blanca que tiene en la frente.
Un
día cuando Samuel y yo íbamos por el camino, vimos dos mulas. Se acercaron
corriendo para “investigarnos.” Al acercarse a Estrella, ella se asustó y
echó a correr. Las mulas la siguieron y ella corrió más a prisa. Eso no le
gustó nada a Siesta y se arrancó a toda velocidad detrás de ellos, con Samuel
y conmigo en el lomo. Pasamos unos minutos de mucha emoción hasta que pudimos
cerrarles el paso a las mulas en un puerto y logramos que la potra dejara de
correr. Pude mantener control sobre la yegua porque llevaba su bocado y freno.
Una
vez monté a Siesta sin montura. Yo pensaba montarla como había visto en las
películas cuando era niño, usando las crines para controlarla. Rápidamente
descubrí que ella no había sido enseñada de esa manera. No volteaba hacia
donde yo quería que volteara. Mas bien iba por donde ella quería. Una vez que
le volví a poner el bocado y
freno, recuperé el control. La Biblia dice en el Salmo 32:9: “No seáis como
el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con
cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.” En lugar de eso nos
dice en el Salmo 32:8: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que
debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.”
Como
padres debemos seguir este ejemplo de la Escritura, enseñando a nuestros hijos
a obedecer voluntariamente.
En
Cristo,
Mike
y Pam
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