La Última Palabra - Abril 2000
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La Última Palabra – Abril 2000 El
mes pasado cuando me preparaba para volar a California, decidí llevar conmigo a
uno de mis hijos. Después de investigar con las aerolíneas me di cuenta de que
Josué (16 meses) era el único que podía volar gratis, así que partimos en un
viaje de nueve días y 3,200 kms. Volamos hasta Los Angeles, donde unos amigos
nos encontraron y nos llevaron a Bakersfield. Allí pasamos dos días. Luego
regresamos a México por carretera. Unas
catorce horas después de que salimos de Saltillo en autobús hacia el
aeropuerto de Monterrey, iniciamos nuestro descenso hacia el aeropuerto de Los
Angeles. Cuando se encendieron las luces de la cabina para que la gente
recogiera sus cosas, Josué despertó. Empezó a llorar. La aeromoza me miró
como preguntando: ")Qué
pasó con él? No había llorado en todo el vuelo." Sólo le contesté:
"Lo despertaron las luces." Ella inmediatamente las apagó. Josué se
volvió a dormir al instante. Como
resultado de ese viaje he llegado a comprender que un pequeño viajando solo con
su padre es uno de los eventos más inesperados en nuestra época. Infinidad de
personas me preguntaron: "¿Dónde
está su mamá?" y, "¿Cómo
puede hacer eso?" Les
diré, padres, que sí representa un poco más de trabajo y un poco más de
esfuerzo llevar a nuestros pequeños con nosotros. A veces pudiera ser hasta un
poco inconveniente. El martes me invitaron a compartir acerca del trabajo que
estamos haciendo en México y en América Latina, con una iglesia local en un
hogar. Se reunieron como cincuenta personas. Después de que me presentaron, uno
de los ancianos anunció que sería una sesión de preguntas y respuestas. A esa
misma hora me di cuenta de que Josué tenía un pañal sucio y necesitaba
cambio. ¿Qué
podía hacer? ¿Cómo
podía atender las necesidades de mi hijo y cumplir con mi compromiso con este
grupo de creyentes? Luego
hicieron la primera pregunta: "¿Nos
podrías contar acerca de tu familia?" Contesté: "Claro, permítanme
empezar por Josué. El es nuestro más pequeño, y aún usa pañal..." Josué,
a sus dieciséis meses probablemente no recuerde este viaje, pero afectará su
vida por muchos años. ¿Por
qué? Porque yo lo recuerdo. Recuerdos
los ratos divertidos que pasamos jugando. Recuerdo las sonrisas cuando le
cambiaba el pañal. Recuerdo las risitas cuando nos deteníamos para que
descansara de su asiento en el coche. Recuerdo haber permanecido una hora más
en el hotel para que pudiera jugar en la bañera un poco más. Recuerdo su emoción
cuando comimos un barquillo de nieve en el auto. Recuerdo cómo se acurrucaba
conmigo en la noche. Recuerdo... En
Cristo, |