La Última Palabra - Abril 1999
|
La
Última Palabra Abril 1999 La
hospitalidad es muy importante en la vida de los creyentes. Es algo que debemos
no solamente practicar, sino también enseñar a nuestros hijos. I Pedro 4:9 nos
dice que debemos hospedarnos "los unos a los otros sin murmuraciones."
Cuando se trata de recibir huéspedes en el hogar, es actividad para toda
la familia--algunos cocinan, algunos asean y otros quizá hagan sacrificios como
dejar la cama disponible durante una o dos noches. Cuando
vivíamos en Georgia, un amigo, que era anciano de la iglesia, me dijo, "Yo
no puedo recibir visita en mi casa como lo hacen los demás ancianos porque mi
casa aun está en construcción y me queda mucho trabajo por hacer para terminar."
Continuó diciendo, "Todos ellos tienen casas grandes y bonitas, y
la mía es tan pequeña." Esa
actitud contrasta fuertemente con la actitud de una pareja grande de edad que
conocimos no hace mucho. Nuestra familia acompañó a algunos amigos para
visitar a los familiares de ellos en la sierra. Los padres de él viven en una
casa pequeña de dos piezas, hecha de madera y adobe. No tienen agua entubada,
energía eléctrica, ni calefacción, sino la que proporciona la lumbre con la
que cocinan. Tienen más de treinta años de vivir en esa casa. Cuando
llegamos, un cabrito correteaba por el patio de la casa. Samuel e Isaac se
enamoraron de él. Caminaban con él, lo montaban, y en una palabra se divertían
en grande. Ese
mismo día por la tarde, llevé a Samuel, Isaac y Anna a caminar por el bosque.
Cuando regresamos, no se veía el cabrito por ninguna parte. Samuel corrió a la
parte posterior de la casa para buscarlo. Allí
estaba--¡pero colgado de las patas junto
al establo! Lo estaban preparando para la comida.
Los niños respondieron bastante bien a la situación. Más
tarde, cuando nos preparábamos para partir, la Sra. Sánchez se nos acercó y
dijo, "Estuvimos muy contentos por su visita y nos encantaría que
volvieran a venir. Pueden venir a pasar el día o pueden venir a pasar varios días
con nosotros." Había pasado la mayor parte del día cocinando sobre una
lumbre abierta y recogiendo lo que la visita ensuciaba, y sin embargo al
terminar el día se nos acercaba con un corazón abierto y una sonrisa en el
rostro y genuinamente quería que regresáramos. ¡Eso se llama hospitalidad! En Cristo, P.D. Este matrimonio se
convirtió a Cristo hace algunos años. Sin embargo, no pueden asistir a la
iglesia de manera regular, puesto que no hay iglesia cercana a donde ellos viven.
Michael y yo hemos podido regresar en varias ocasiones y hacer un estudio bíblico
en su casa. Varios de los vecinos se les han unido para este estudio. Por favor
oren por ellos y por sus vecinos ahora que tratamos de llevar el Evangelio a esa
área C y
todo a través de la hospitalidad de una pareja de ancianos. |