Agotamiento
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Agotamiento
por Terri Miller

Mi amiga de muchos años es, como yo, aficionada a la jardinería, y ha estado trabajando con el arreglo de su traspatio, poniendo hermosas plantas y flores. Una de las atracciones de su jardín de exhibición es un pequeño charco con una simpática fuente en forma de pez que debe echar una fuente de agua al charco. Pero esporádicamente el viento sopla contra el pequeño chorro de agua que arroja el pez, y lo derrama sobre el suelo fuera del charco, y en poco tiempo el charco se queda seco. Lo triste es que la bomba no sabe que después de secar el charco sólo está bombeando aire, y sigue bombeando y bombeando. Si Donna se descuidara y no revisara con frecuencia el charco, la pequeña bomba simplemente se quemaría, porque no tiene una fuente de agua. Ella sabe que tiene que estar pendiente de los vientos, y cuando soplan de determinada dirección, se encarga de mantener el charco lleno de agua, o apaga la bomba para darle un descanso. Mi dignidad sufre un humillante asalto cuando pienso que me parezco un poco a esa fuente en forma de pez, pero la realidad es que sí me parezco. Existen cosas en mi vida que son capaces de desviar el rumbo de mis intenciones, y si no pongo mucho cuidado, me agotaré tan rápidamente como esa bomba de agua cuando está bombeando aire.

Estoy consciente de que, para evitar el agotamiento, necesito desarrollar y enriquecer relaciones: mi relación con Dios, con mi marido y con mis hijos. Mediante el desarrollo y enriquecimiento de estas relaciones, contaré con el apoyo, la dirección, el incentivo y la fortaleza para ser eficaz como madre que educa en el hogar. Pero, así como mi amiga que mantiene un estado de vigilancia frente a las fuerzas externas para poder proteger su fuente, yo tengo que examinar las áreas de mi vida para descubrir lo que me pudiera estar impidiendo el desarrollo de esas relaciones. Es importante que, como mi amiga, yo aprenda a desarrollar una conciencia de lo que está sucediendo en mi vida para saber "de dónde sopla el viento," por así decirlo. 

Un Material Académico Inadecuado
Recién que empezamos a educar en el hogar, no existía la plétora de recursos que están disponibles en la actualidad. Aun cuando reconozco que todas esas cosas nuevas son excelentes y emocionantes, casi siento lástima por los que apenas están comenzando ahora. ¡Sería difícil saber por dónde comenzar!

En ocasiones sentimos una gran frustración y la tentación de abandonar la lucha, porque estamos intentando lograr hacer que funcione un material académico o un estilo de aprendizaje que simplemente no funciona. Recuerdo que cuando recién empezamos a instruir en el hogar, yo organicé mi educación en el hogar para que fuera similar a mi aula en la escuela pública. Tenía un salón con centros de aprendizaje, periódicos murales, pizarrones y escritorios. Lo único que le faltaba a mi aula era una bandera nacional y otros 24 alumnos. Parecía ser perfecto, pero en realidad, me estaba agotando rápidamente. Me sentía frustrada, mis hijos se sentían frustrados, y yo estaba lista para renunciar. Renunciar de una vez por todas.

Descubrí que los recursos, los materiales y métodos académicos, todos debían servir a mi familia. No hay razón para que la familia esté esclavizada a todas aquellas cosas. Debo preguntarme si lo que estoy usando cumple con mis objetivos para la educación en el hogar. ¿Satisface las necesidades de mis hijos y sus estilos de aprendizaje? Cuando puse atención a los estilos de aprendizaje de mis hijos y sus niveles de preparación, comprendí que me había desviado mucho del objetivo. Un buen indicador de la necesidad de reexaminar mi elección de materiales o métodos educativos es la conducta de mis hijos. Cuando mis hijos, que en otras circunstancias son obedientes y manejables, empiezan a resistirse a cumplir con sus tareas, conviene analizar qué es lo que sucede. He descubierto que cuando mis hijos se sienten frustrados, realmente no saben comunicármelo, y que la frustración suele ser un indicio de que hay alguna área que necesitamos cambiar. Si estoy educando a mis hijos en el hogar para que puedan recibir una educación individualizada, ¿de qué sirve si trato a mis hijos como alumnos cortados todos con la misma tijera?

Además necesitamos vivir bajo la gracia. En ocasiones adquirimos recursos o materiales por recomendación de otros, sólo para traerlos a casa y descubrir que no los podemos usar. No debemos tener temor a reconocer cuando hemos hecho una mala compra, y seguir adelante. No debemos ser esclavos de un plan de estudios inadecuado, sólo por el hecho de que tiene una presentación de lujo y viene altamente recomendado. Así como no usaríamos ropa que es demasiado apretada o que no cubre áreas que queremos cubrir, tampoco es necesario que usemos materiales académicos que nos limitan demasiado o que no cubren lo que deseamos cubrir.

Cuando entendemos que la educación en el hogar no es sólo un proyecto a realizar, sino un estilo de vida que hemos elegido, nos resultará más fácil equiparnos para este estilo de vida. El carpintero no construye sin las herramientas apropiadas, el policía va a su trabajo con su cinturón de aditamentos, la enfermera tiene su estetoscopio y manguito para presión arterial y el contador estaría perdido sin su computadora o por lo menos su calculadora. Debemos establecer como prioridad el aprender acerca de la educación en el hogar: asistir a reuniones de grupos de apoyo, enriquecernos, y disfrutar a nuestros hijos. Pero sobre todo, tenemos que conocer a nuestros hijos y saber lo que Dios quiere para ellos.

Altas Expectativas
La fijación de metas y la visión son importantes. Proverbios 29:18 dice: "Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena..." Es importante que tengamos una visión de nuestras tareas. Recuerdo que antes de que empezáramos, yo hice una lista de metas que yo tenía para la educación en el hogar, Pasé bastante tiempo en oración antes de elaborar esa lista, y esas metas siguen siendo útiles hasta el día de hoy. He desarrollado el hábito de revisar mi lista ocasionalmente para no perder el enfoque.

Sin embargo, ha habido ocasiones en que yo misma he sido la causa de mis fracasos. Aun cuando nunca lo hice intencionalmente, sucedió. Resulta tan fácil mirar a otras familias que están alrededor de mí y pensar que ellos ya tienen todo resuelto. He leído algunos artículos en revistas sobre educación en el hogar que me han dejado preguntándome si habrá siquiera una sola cosa que mi familia haga bien. Al ver fotografías lustrosas de sonrisas perfectas posando frente a cocinas impecables, me pregunto por qué mi mostrador no ha visto la luz del día en siglos, o por qué aun no he visto a todos mis hijos limpios al mismo tiempo. Se instala muy rápidamente el desaliento cuando aparto mi vista de mi propósito divino y empiezo a comparar mi familia con las de otros. 

Especialmente en la comunidad de los educadores en el hogar, es fácil ver el impresionante éxito de otros y preguntarme por qué mis hijos no están leyendo libros de física a los diez años de edad o tomando álgebra a nivel universitario para cuando cumplen los doce. He tenido informes de hijos como esos, y los vemos publicados en las revistas de educación en el hogar y en el internet. En la carrera por el éxito, frecuentemente nos fijamos en los que han alcanzado grandes éxitos, y tratamos de imitar su protocolo para que nuestros hijos sean igualmente exitosos. En esa carrera, pudiéramos estar empujando a nuestros hijos hacia direcciones para las cuales no están diseñados.

Resulta fácil esperar soluciones en otros. Al sentir la desesperación de ese potencial de agotamiento, he aceptado consejo de todas las mujeres organizadas que he podido localizar. Supe de una mujer que usaba claves de colores para sus hijos, se gobernaban con tablas de quehaceres, planes de estudio mensuales y menús para el mes. He leído de familias cuyos hijos son ejemplo de logros académicos elevados. Recuerdo haberme sentido como un rotundo fracaso, porque según mi estimación yo no llego a la altura de estas mujeres. He sentido compasión por mi marido y mis hijos, pensando que si tan sólo tuvieran ellos una mujer y madre que pudiera dominar las cosas, podrían ser verdaderamente felices.

Luego un día me amaneció. Mis hijos sí eran felices. A mi marido le encantaba estar en casa con nosotros. No buscaba pretextos para estar en otro lugar. ¡Me envolvió un sentimiento tan cálido! Comprendí que entre más me apoyaba en Dios para mi entendimiento, más rendían mis esfuerzos. Cuando trataba de imitar a "Doña Perfecta" siempre me quedaba corta. Cuando me apoyaba en Dios para que Él me dirigiera, sucedían cosas grandes. Dios me conoce. Realmente me conoce, y sabe de qué estoy hecha. También conoce las necesidades de mi marido y mis hijos. Cuando voy a Él para recibir instrucciones y visión, se ven satisfechas las necesidades de ellos en formas que yo no logro comprender.

Estoy aprendiendo que cuando excluyo a Dios de mi planeación, realmente estoy buscando mis soluciones en el mundo. Cuando establezco mis metas sin la dirección de Dios, ¡estoy ansiando el conocimiento humano! La verdad es que debo separarme del mundo y confiar totalmente en Él: mi Creador, mi Proveedor y mi Libertador.

Si quito mis ojos de otros al establecer metas para mi familia también me ayuda a ser razonable en mi planeación. La planeación de las lecciones, los menús y los quehaceres domésticos resulta más útil cuando diseño todo pensando en las necesidades de mi familia. Si trato de adaptar los planes de otros a mi familia, es como si tratara de ponerme la ropa de mi hija adolescente. (No quiero hablar de lo que sería eso.)

Cuando entiendo que en realidad, ser madre educadora en el hogar es una tarea de tiempo completo, soy mucho más realista en cuanto a las metas que establezco para mí misma. Es necesario que mi casa esté en orden, pero realmente no es necesario que esté impecable. Mis hijos necesitan aprender bien, pero eso no siempre se ajusta a un plan de lecciones bien planeado. La flexibilidad es amiga de todas las madres, pero en particular de las que educamos en el hogar. Si entendemos que en ocasiones la vida nos presenta las mejores lecciones de aprendizaje, podremos poner la vista en los propósitos divinos para nuestra familia y no en el diseño de los hombres para la educación.

Así como nosotras, las mujeres, debemos ser realistas en cuanto a las expectativas que tenemos de nosotras mismas, maridos, el cuidado y apoyo de ustedes es vital para un hogar sano. Yo estoy firmemente convencida de que las madres que educan en el hogar tienen probabilidades mucho mayores de experimentar agotamiento cuando no reciben amor, apoyo, misericordia y gracia de parte de sus maridos.

Esta mañana cuando leía I Pedro 3, leí los apuntes en mi Biblia sobre el versículo 7: "...El marido cristiano debe estar íntimamente consciente de las necesidades de su esposa, sus fortalezas y sus debilidades, sus metas y sus deseos. Debe saber todo lo que sea posible acerca de ella para poder responder de la mejor manera posible a ella." Mi marido, que ha tomado a pecho esa exhortación, ha sido una gran bendición en mi vida.
Yo sé que a él le encantaría ver una casa limpia, recogida y ordenada cuando llega del trabajo, pero no me exige eso. Él está consciente de que la educación en el hogar y el cuidado de los niños toma prioridad sobre la casa. Él percibe cuando me siento abrumada y me cuida. En esta libertad, no sólo puedo servir a mis hijos, sino que tengo la libertad para tratar de bendecirlo a él en formas que quizá no tendría la energía para intentar si estuviera viviendo con expectativas no realistas. Soy de verdad una mujer bendecida.

Maridos, ustedes servirían muy bien a sus familias si están pendientes de su amada. ¿Ella necesita ayuda? ¿Se está presionando demasiado? ¿Tus expectativas son realistas? ¿Las expectativas de tu esposa son realistas? ¿Estás creando un ambiente que le permita a ella pasar tiempo a solas con Dios y contigo? En muchos casos las mujeres se agotan simplemente porque pasan tanto tiempo tratando de cumplir con expectativas irrealistas–sean reales o imaginadas–que se les agotan el tiempo y las energías para pasar tiempo cultivando nuestra relación con Dios y con el marido. Es absolutamente indispensable, estimado marido, que cuides el corazón y el tiempo de tu esposa, valorando su vida. 

Y finalmente...

En la Escritura Pablo nos exhorta a no cansarnos de hacer el bien. Como persona que definitivamente he experimentado cansancio, me pregunto: ¿Cómo logro desarrollar esta clase de actitud? Luego mi mente va a Romanos 12:2: "No os conforméis a este mundo, sino transformaos, por la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."

Una mente conformada a los valores de este mundo pronto estará totalmente absorta con cosas que carecen por completo de valor eterno. Pero cuando renovamos nuestro entendimiento y nuestro corazón, conoceremos lo que Dios tiene para nosotros. Colocando nuestra confianza en Él diariamente, aprenderemos lo que Él tiene para nuestras familias y para nuestra vida. Al hacer esto, al mirar hacia Él, es como si nos colocáramos en una fuente que jamás se secará, porque se está reabasteciendo constantemente de agua viva. En verdad que esto es refrescante.

Reprinted from The NICHE Newsletter
May/June 2004
Box 158
Dexter, Iowa 50070