Buscando el Equilibrio
por Joy Marie y James Dunlap
Lod educadores en el hogar, sean principiantes o veteranos, necesitan examinar sus prácticas con frecuencia a la luz de las Escrituras, para preguntar en oración: "¿Hay equilibrio en lo que estamos haciendo?" ¡No queremos desviarnos, ni a estribor ni a babor!
La educación en el hogar es como casi todo en la vida: se presentan muchas decisiones que hay que tomar, planteamientos que hay que resolver y problemas qué solucionar. Si hemos de encontrar el equilibrio y evitar los extremos nocivos, debemos considerar cuidadosamente nuestras alternativas en las siguientes áreas.
Libertad y Responsabilidad
Una de las decisiones que toman los que educan en el hogar tiene que ver con cuánto diferirán de la escuela convencional.
Un extremo sería sentir que hay que observar un horario estricto entre las 8:00 de la mañana y las 3:30 de la tarde, con recreos de 20 minutos y un receso de una hora para comer, contar con un aula con los pupitres de todos los alumnos formaditos en una fila, y hacer todo lo que pudieran estar practicando las escuelas convencionales.
El otro extremo sería sentir que como realmente no es necesario que seamos idénticos a las escuelas convencionales, podemos ser negligentes en cuanto a la educación de nuestros hijos.
Es posible desarrollar una actitud de descuido cuando nos damos cuenta de la libertad que tenemos como educadores en el hogar. Pero no debemos olvidar que abusar de una libertad determina la pérdida de esa libertad al final. La pereza creará una mala fama para la educación en el hogar y el resultado será que habrá menos libertades para todos.
Yo considero que el equilibrio en esta área se logra teniendo siempre delante de nosotros esta meta: proporcionar a nuestros hijos la mejor educación que sea posible.
Debemos entender que los resultados máximos en la educación se logran únicamente cuando se le dedica el tiempo necesario. Sin embargo, podemos hacer nuestro mejor esfuerzo por ajustar esa meta creativamente a la vida diaria de nuestras familias en crecimiento.
Si la mesa del comedor resulta más conveniente que pupitres, ¡no dudes en usarla!
¿Funciona mejor para ti acomodar el tiempo de escuela en sesiones cortas repartidas durante el día, en lugar de hacerlo todo seguido? ¡Entonces hazlo!
¿Consideras que determinada materia se asimila mejor usando libros de consulta en la biblioteca en lugar de un libro de texto convencional? Entonces úsalos.
¿Quisieras usar el tiempo de hornear platillos en la cocina para enseñar mediciones en lugar de sentarte con un libro? Definitivamente, adelante.
Si sentimos la libertad de ser creativos, mientras que al mismo tiempo sentimos la responsabilidad de proporcionar a nuestros hijos una educación sólida, podremos encontrar el equilibrio.
Conciencia y Sujeción a la Ley
Otra pregunta importante es: ¿En qué medida debemos acatar las leyes del gobierno?
Por una parte, pudiéramos decidir violar nuestra conciencia con tal de sujetarnos a la ley. Sin embargo, la mayoría de los cristianos reconoce la importancia de obedecer convicciones espirituales, sean cuales sean las consecuencias. Como dijo Pedro: "Nos es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
Por otra parte, podríamos razonar que como la ley choca con nuestras convicciones en algún punto u otro, realmente no es necesario que nos molestemos con obedecer las leyes sobre educación en ningún punto.
Sin embargo, esto viola otra Escritura: "Sométase toda persona a las autoridades superiores. . . . De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios se opone" (Romanos 13:1, 2).
Obviamente, el equilibrio apropiado radica en una sujeción a ambos versículos. Los dos constituyen parte de la Escritura, de modo que trazamos nuestro rumbo conforme a ambos al educar en el hogar.
Una manera de hacer esto es negarnos a obedecer la ley únicamente en los puntos específicos que violan nuestras convicciones Escriturales, mientras obedecemos en todos los demás puntos.
Un Plan de Estudios Preparado o Personalizado
Una decisión que enfrentan los educadores en el hogar cada año tiene que ver con el uso de materiales académicos ya preparados, o el método de estudios por unidades desarrollado en el hogar. Ambos métodos tienen sus ventajas, pero una vez más, es una área en la que se requiere equilibrio.
Si te inclinas demasiado hacia la formulación de tus propias unidades de estudio, haciendo tu propia investigación, planeando tus propias tareas, diseñando tus propias evaluaciones, etc., corres el riesgo de tratar de abarcar más de lo que puedes manejar.
El estudio por unidades es un método educativo deleitoso y altamente eficaz, pero también tiene potencial para consumir mucho tiempo y exigir mucho de ti, la maestra. También puede dejar importantes lagunas de conocimientos en materias importantes, como matemáticas y gramática, si se usa este método en forma exclusiva.
El mejor equilibrio radica en usar suficientes materiales académicos preparados para llenar las lagunas, proporcionándote más alivio y menos complicaciones, permitiéndote al mismo tiempo la libertad para usar estudios por unidades aquí y allá, o diseñar otros tipos de proyectos de aprendizaje para acompañar tu plan de estudios.
Mientras un extremo es sobrecargarte con estudios por unidades, el extremo contrario sería sentir que debes cumplir con cada tarea, cada examen, y cada actividad provisto en el programa académico.
Si te parece que tu hijo requiere de todos los exámenes y tareas, definitivamente, úsalos. Pero si algunos ejercicios parecen innecesarios o inapropiados para ti, debes sentir la libertad de omitir esos ejercicios y encargar otros.
La educación funciona mejor cuando se le permite al niño avanzar al ritmo más adecuado para él. Si el ritmo es demasiado acelerado, puede sentirse abrumado. Quizá necesite de tareas adicionales diseñadas por ti para ayudarle a dominar el tema.
Si es apático, tu hijo pudiera necesitar que inyectes algunos proyectos creativos a su programa académico, y/o pudiera necesitar que omitas algunos ejercicios que sean demasiado sencillos para él o que son demasiado repetitivos del material ya visto. Así podrá avanzar a un paso más acelerado.
No se le debe presentar al niño un reto excesivo ni tampoco insuficiente, o perderá su motivación.
Normas de Compañeros y de la Palabra de Dios
Cuando sacamos a los niños del ambiente escolar para que aprendan en casa, existen dos peligros que hay que evitar.
Uno es seguir comparando al niño (o que el niño se compare a sí mismo) con sus compañeros.
Un niño tiende a conservar las normas de sus compañeros, sentirse preocupado por mantenerse al nivel de ellos, desear ser aceptado por ellos, preocuparse por estar estudiando lo mismo que ellos estudian en la escuela, y al mismo tiempo que ellos, y comparar la manera en que le enseña su mamá con la manera en que se conducen las clases en la escuela.
Esta comparación mina muchos de los beneficios de la educación en el hogar y puede crear tensión entre padres e hijos.
El otro extremo es eliminar todos los valores y normas de los maestros y compañeros, sin reemplazarlos con normas piadosas, claramente explicadas.
El equilibrio consiste en abandonar la comparación con los compañeros y establecer los principios positivos de la Palabra de Dios como nuestra norma.
Apoyo Externo o Dependencia de Dios
Si no nos juntamos con otras familias para brindarnos apoyo mutuo, la educación en el hogar se vuelve innecesariamente solitaria y difícil.
Sin embargo, existe el extremo contrario: involucrarse tan intensamente en las actividades de un grupo de apoyo de educadores en el hogar, que hay muy poco tiempo para la propia familia, creando tensión en tu vida de hogar y en la educación en el hogar.
Otro peligro de la participación excesiva es que puedes llegar a depender más del apoyo, consejo y orientación de otros seres humanos falibles que del Señor mismo.
Las actividades del grupo de apoyo no deben ocupar el lugar de una relación vital con Dios ni con la familia. Si descuidamos esto, hemos ido demasiado lejos y estamos desequilibrados.
Hay equilibrio cuando no descuidamos ni el tiempo con Dios ni las necesidades de nuestra familia por carga excesiva, sino que nos seguimos apoyando unos a otros en amor. Un buen grupo de apoyo para educadores en el hogar es el que es sensible a la necesidad de este equilibrio.
Ministerio Dentro y Fuera del Hogar
Como cristianos todos sabemos que es importante alcanzar a otros y ministrarles. Sin embargo, la participación en el ministerio al grado de que descuidamos las necesidades de nuestros propios hijos es un peligro que existe para las familias cristianas.
Si tienes varios hijos pequeños o alguna situación estresante en la vida, posiblemente no sea el tiempo para que ministres. En esta etapa de tu vida, un ministerio externo pudiera ocasionar daño a tu familia.
El error contrario es no alcanzar a otros para ayudarles en la medida que realmente sea posible, particularmente cuando la mayoría de tus hijos sean adolescentes, vayan bien y estén ayudando a la familia.
Nuestra meta es criar hijos que se desarrollen y lleguen a ser como Cristo, quien "no vino para ser servido, sino para servir," y entrenarlos para "llevar los unos las cargas de los otros," "mirando cada uno por lo de los demás," y no sólo por lo propio (Marcos 10:45, Gálatas 6:2, Filipenses 2:4).
El equilibrio consiste en buscar la sabiduría del Señor en cuanto a la manera y el momento de ministrar en cada etapa de nuestra vida.
Puedes estar entrenando a tus hijos para que se sirvan unos a otros en amor, de modo que estén capacitados y listos cuando llegue el momento de que tu familia ministre a otros que llevan una carga más pesada que la tuya.
Mientras tanto, en la medida que estés abierto a la dirección de Dios, Él te pudiera mostrar maneras pequeñas pero significativas de expresar amor a otros sin aplicar presión indebida a tu familia. Aun cuando esto pudiera representar un sacrificio de algunos lujos o comodidades, nunca interferirá con la satisfacción de las necesidades de la familia.
Programación y Flexibilidad
El horario diario para la educación en el hogar no debe ser tan rígido como para eliminar toda flexibilidad. Por otra parte, si desechamos por completo todo horario, descubrimos que la educación en el hogar se vuelve muy difícil.
Sin un horario, nadie sabe qué es lo que se espera de él, y reina el caos. El propósito de un horario es armonizar la vida familiar mediante el establecimiento de metas de tiempo para las cuales todos se puedan esforzar juntos.
"Vamos a terminar nuestros estudios para mediodía, porque de esa manera podemos hacer nuestras compras después de la comida, dejar tiempo para llegar al parque en el camino de regreso, y todavía estar en casa a tiempo para tener lista la cena en el momento que llegue Papá."
El equilibrio se da cuando la familia hace un esfuerzo conjunto en la planeación de metas comunes para el día, pero el horario deja margen para satisfacer las necesidades o atender urgencias menores cuando se presenten.
No es necesario que nos sintamos mal si se presenta algo que trastorne un poco nuestro horario, pero si eliminamos los horarios por completo nuestra vida será desequilibrada.
Hogar Acogedor y Orden
El orden es similar al horario pero tiene que ver con la manera en que cuidamos nuestro hogar y dónde y cuándo guardamos las cosas.
La escuela convencional está equipada con pupitres, aulas y gabinetes con materiales. No todas las familias que educan en el hogar tienen capacidad para adquirir todas estas cosas, y muchos deciden no funcionar de esa manera. Prefieren que la escuela en el hogar sea más hogareña.
Sería un error, por una parte, suponer que toda escuela en el hogar debe estar instalada exactamente como la escuela convencional. Por otra parte, también sería un error pensar que no hay necesidad de orden.
Los gabinetes para materiales escolares definitivamente son cómodos, pero no absolutamente necesarios. Tus materiales se pueden guardar en cualquier medio de almacenamiento que tengas en tu casa. Pero si guardas tus artículos escolares de manera ordenada y cuidadosa, te ahorrarás mucha tensión a largo plazo, especialmente cuando necesites determinado libro o material pronto.
Reglas y Principios de Colaboración
Las escuelas convencionales también son ordenadas en la manera en que se conducen las clases. Los niños permanecen en sus respectivos pupitres y deben levantar la mano para pedir permiso de hablar o ir a sacar punta al lápiz. Aunque este procedimiento no tiene nada de malo, realmente no es necesario.
Por otra parte, la educación en el hogar puede ser muy estresante si nuestros hijos no aprenden a tener alguna medida de disciplina y orden.
Quizá no les exijamos que levanten la mano para hablar, pero sí necesitan aprender a esperar su turno para hablar, en lugar de hablar todos al mismo tiempo.
Podemos conseguir un equilibrio cuando entendemos que podemos ser todo lo hogareños que queramos cuando se trata de conducir nuestra escuela en el hogar, pero al mismo tiempo es necesario el orden para que nuestra escuela opere lo más armoniosamente posible, y que no reine el caos.
Deleite y Propósito en el Aprendizaje
La educación en el hogar puede ser una experiencia muy emocionante. Hay tanto que aprender y tanta oportunidad para el aprendizaje cuando se da en el hogar.
Se introduce el desequilibrio cuando nos cautivan tanto todas las cosas emocionantes que hay que aprender y saber, que nos olvidamos del por qué estamos aprendiendo todas estas cosas, y no logramos el propósito de criar a cada hijo para que ame y obedezca a Dios con todo su corazón, alma y mente.
Al encontrarnos tantos materiales y oportunidades diferentes para la educación de nuestros hijos en el hogar, corremos el peligro de inculcar a nuestros hijos el amor al conocimiento por el conocimiento mismo, en lugar de buscarlo con el fin de vivir una vida que sea del entero agrado de Dios. (Véase Colosenses 1:9, 10 y 3:1, 2.)
El equilibrio se da cuando colocamos en primer término la formación del carácter de nuestros hijos, para luego agregar todas aquellas materias que ayudan al niño a llegar a ser ciudadano bueno, responsable y competente, capaz de ganarse la vida y formar un hogar amoroso.
Por supuesto que el aprendizaje puede y debe ser un deleite, pero el enfoque de nuestro aprendizaje siempre debe ser el de llegar a ser más y más aptos para servir a Dios y amar al prójimo, y no el de acumular más conocimientos sólo por el deleite o el orgullo de saber más.
El equilibrio es importante en cada aspecto de la educación en el hogar.
Para discernir el punto correcto de equilibrio, es necesario que entendamos que el equilibrio rara vez consiste en estar exactamente en medio de los dos extremos. Más bien, consiste en entender los principios subyacentes involucrados, para luego discernir el camino que más se parece a lo que la Biblia enseña y a Aquel a quien seguimos como nuestro Maestro.
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