La Última Palabra - Oct 1999
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La Última Palabra Oct 1999 Por Mike Richardson En 1998 di una sesión en la Tercera Conferencia Anual de El Hogar Educador titulado Bases Bíblicas. En esa sesión dije que debemos aprovechar todas las oportunidades posibles de pasar tiempo con nuestros hijos-instruyéndolos por el camino. La mayoría de ustedes saben que tengo siete hijos. Los tres mayores tienen veintidos, veinte y diecinueve años. Es relativamente fácil incluirlos a ellos en las cosas que hacemos. Los cuatro pequeños son mucho más jóvenes-cinco años, tres años, dos años y diez meses. No es tan fácil incluirlos a ellos en mis actividades diarias. Consideren, por ejemplo, la obra en Baratillo. El Señor está estableciendo una iglesia en esta aldea en la sierra, y empieza a tocar la vida de muchos de los que viven allí. Nuestra familia ha decidido que debemos vivir allá la mitad de la semana mientras seguimos con nuestro trabajo de publicación aquí en Arteaga. Estamos en el proceso de reconstruir una cabaña. La semana pasada algunos amigos me estaban ayudando a poner un nuevo techo. El martes llevé a Samuel (5 años) y a Isaac (3 años) para que me "ayudaran". Durante el día pasé mucho tiempo supervisándolos y dándoles instrucciones. Ese día no logré hacer tanto trabajo como había esperado. Al regresar a casa le dije a Pam que no iba a volver a llevar a los muchachos conmigo esa semana-consumían demasiado tiempo y yo no podía hacer mi trabajo. El miércoles llevé a Ana (2 años). Ella pasó la mayor parte de su día con Misty, jugando en la casa de Doña Amelia, y pude trabajar la mayor parte del día. Misty estaba cocinando para los varones y Ana se deleitó "ayudando" en la cocina. Mientras yo trabajaba empecé a reflexionar sobre el día anterior. Mi enfoque había sido terminar el trabajo que tenía a la mano-la reconstrucción de la cabaña. Comprendí que estaba sacrificando beneficios a largo plazo por ganancias a corto plazo. Sí, me era posible hacer el trabajo de construcción más rápidamente sin los pequeños entre mis pies. Pero estaría perdiendo tiempo precioso con mis hijos-tiempo que podría estar usando para enseñarles a tener mejor carácter, a disfrutar el tiempo con su familia o simplemente mostrándoles cómo usar las herramientas. El jueves llevé a Samuel e Isaac conmigo y luego el viernes llevé a todos los pequeños. Avancé algo en el trabajo de la casa, pero lo que es más importante, también avancé en el entrenamiento de mis hijos. Nosotros, como padres, debemos evaluar siempre la manera en que estamos usando nuestro tiempo. Yo sé demasiado bien lo fácil que es justificarnos en nuestra mente por no llevar con nosotros a los pequeños. (Se lleva demasiado tiempo y esfuerzo. Aún usan pañales. No es un lugar "apropiado" para niños. Toman lo que no deben. La lista de pretextos es interminable.) Debemos evaluar todas y cada una de las situaciones para decidir si es lo mejor que nuestros hijos estén con nosotros, no basado en lo que es más conveniente para nosotros, sino con base en lo que es mejor para nuestros hijos. Pido a Dios que nos dé a cada uno de nosotros sabiduría al instruir a nuestros hijos para que amen al Señor nuestro Dios con todo su corazón. En Cristo, Mike |