La Naturaleza Revolucionaria de la Educación
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La Naturaleza Revolucionaria de la Educación en el Hogar
por Michael P. Farris

Es necesario que los padres enseñen a sus hijos las materias académicas porque dentro de toda instrucción académica se encuentran ocultas las lecciones sobre valores.

Tomás Paine influyó de una manera extraordinaria en la revolución norteamericana por medio de un folleto que llevó el título de "Sentido Común."     Pocos años después, en Los Derechos del Hombre, Paine hizo una crónica de los hechos y la importancia, tanto de la revolución americana como de la francesa.

Mucho de lo que dice Paine en esta segunda obra es sumamente pertinente en relación con muchos de los problemas políticos que enfrenta nuestra nación el día de hoy. Pero yo quisiera dirigir la atención hacia uno de los temas de Los Derechos del Hombre y sugerir que encierra una lección para los educadores en el hogar. Él escribió:

"Tan profundamente arraigados estaban todos los gobiernos del Viejo Mundo, y tan eficazmente se había establecido la tiranía y la antigüedad del hábito sobre el razonamiento, que resultaba imposible iniciar en Asia, África o en Europa, una reforma a la condición política del hombre. Era necesario buscar la libertad al otro lado del mundo; se consideraba que razonar era rebelarse; y la esclavitud del temor infundía en el hombre el miedo a pensar.

"Pero la naturaleza irresistible de la verdad es tal que lo único que pide, y lo único que desea es la libertad para hacerse presente. El sol no necesita ningún rótulo para distinguirlo de la oscuridad; y tan pronto se mostraran al mundo los gobiernos de América, el despotismo se sintió sacudido, y el hombre empezó a contemplar el desagravio.

“La independencia de América, considerada meramente como una separación de Inglaterra, hubiera sido un asunto de poca trascendencia, si no se hubiera acompañado de una revolución en los principios y las prácticas del gobierno."

Hay dos lecciones importantes que los educadores en el hogar pueden sacar de este pasaje.

Primero. Si nuestra única razón para instruir en el hogar es un rechazo de las prácticas de las escuelas públicas de nuestra época, entonces lo que estamos haciendo es, comparativamente, de poca importancia. Habían ocurrido muchas revoluciones políticas antes de 1776, pero sólo habían substituido un conjunto de gobernantes no representativos por otro.

Quienes educan en el hogar deben escoger esta forma de educación, no sólo porque las escuelas de la localidad están ofreciendo una educación de calidad inferior, sino porque el paradigma de la educación en el hogar es fundamentalmente más sano que el de la educación institucional.

La esencia de la educación en el hogar no es que rechacemos determinadas prácticas actuales. Es una reestructuración revolucionaria introducida por la convicción de que los padres necesitan enseñar a sus hijos las materias académicas, porque dentro de toda instrucción académica se encuentran ocultas las lecciones sobre valores. Nosotros educamos en el hogar porque deseamos impartir valores a nuestros hijos.

Segundo. La segunda lección corre paralela a las observaciones de Paine en el sentido de que no se podía encontrar libertad dentro del Viejo Mundo; se requería de un nuevo comienzo en un continente nuevo. Una vez que América hubo izado el estandarte de la libertad, el hombre común por todas partes empezó a aspirar a la libertad.

En la actualidad sucede algo semejante. Alrededor del mundo existe la profunda convicción de que algo anda terriblemente mal con la desintegración de la familia. Mientras que hay muchos que parecen entender que existe un problema, pocos pretenden tener una solución.

Empezamos a ver destellos de luz reflejados desde los rincones más remotos de la tierra. Se han dirigido con nosotros para solicitar ayuda educadores en el hogar que radican en Sud África. Dos familias alemanas nos han pedido apoyo para ayudar a poner fin a las prácticas represivas de su gobierno. Hemos recibido llamados de Suiza, Francia y Japón. Estaré viajando a la república checa para platicar con funcionarios de gobierno por solicitud de pioneros de la educación en el hogar en Checoeslovaquia.

Estas familias dispersas están expresando lo que oíamos decir a los de América hace 15 años: "Queremos una educación que honre a Cristo y que gire en torno a la familia. El gobierno no nos permite hacer esto."

¿Por qué buscan apoyo en los educadores en el hogar en América? La luz de un buen ejemplo ha brillado con tanta intensidad que se ha podido reconocer por todo el mundo.

 Yo estoy totalmente a favor del derecho de cualquier padre de dirigir la educación de sus hijos, y lucharé vigorosamente en pro de igualdad de derechos para todas las "marcas" de educadores en el hogar. Pero, en lo personal, yo quiero la educación en el hogar porque me ayuda a conducir a mi familia a Dios.

¿No les parece emocionante que este mensaje esté floreciendo en corazones alrededor del mundo, en parte como resultado de nuestro ejemplo colectivo? Sigan brillando.

Copyright March/April 1998

by The Teaching Home,

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