El Liderazgo Espiritual No Es Opcional
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Capítulo Uno: El Liderazgo Espiritual No Es Opcional
por Michael Farris

El Liderazgo Espiritual No Es Opcional

Todo padre cristiano necesita ejercer verdadero liderazgo espiritual en su familia. En la familia que educa en el hogar, la necesidad de liderazgo espiritual es particularmente aguda. El padre que educa en el hogar y no provee liderazgo espiritual confiable está pidiendo a su esposa e hijos que hagan una guerra revolucionaria espiritual sin poder y sin armas.

Abundan las razones por las que un padre cristiano pudiera desear que sus hijos sean instruidos en el hogar. El muchacho educado en el hogar sabe leer. Sabe escribir. Sabe pensar. Tiene valores morales y espirituales profundamente arraigados. Puede desenvolverse en un ambiente familiar. El niño instruido en el hogar puede "socializar" con otros niños de diversas edades y además con adultos. Como regla general, el hijo educado en el hogar será excelente empleado, cónyuge, padre o madre y ciudadano. La educación en el hogar sí funciona.

Los padres no requieren de capacitación profesional para ser excelentes educadores en el hogar. Lo que sí necesitan es el poder de Dios para tener la resistencia necesaria para perseverar en la tarea durante largos años, mientras los hijos pasan de preescolares a adultos.

Entre los educadores en el hogar se habla mucho del "agotamiento." Aún cuando cierta medida de buen consejo académico sea apropiada, la única verdadera defensa contra el agotamiento para la familia que educa en el hogar es la poderosa fortaleza de Dios. Las estrategias académicas no ameritan más que un comentario breve en relación con el desarrollo de una defensa contra el agotamiento. El Espíritu Santo no es un mero consejero académico. Es el miembro de la Trinidad que mora en ti para desatar la fuerza del Dios Omnipotente en tu vida. Pregúntale a cualquier madre fatigada que educa en el hogar. No le hace falta consejo. Generalmente sabe bien lo que debe hacer. Simplemente necesita la fortaleza para hacer lo que ya sabe que debe hacer.

Todo padre que educa en el hogar debe empezar a analizar su deber para con su esposa y sus hijos por considerar primeramente su necesidad de fortalecimiento espiritual. Se van a burlar de ellos sus amigos, los vecinos y los familiares. Pudieran sufrir persecución por parte de las autoridades. Van a enfrentar guerra espiritual. Van a tener que hacer mucho trabajo duro y difícil.

No le toca al padre directamente, la tarea de proveer el poder espiritual que necesita su familia. Eso le corresponde a Dios. Pero al padre le toca la responsabilidad de asegurar que el poder de Dios esté fluyendo libremente a todos y cada uno de los miembros de su familia. El padre debe funcionar a manera de “pastor” de la familia, proveyendo liderazgo espiritual para su hogar.

La educación en el hogar encierra un potencial más grande para el éxito espiritual que ninguna otra forma de educación. Satanás también está bien enterado de este hecho. Él no tolerará voluntariamente que tu educación en el hogar prospere. Las huestes de las tinieblas no desean que se críen hijos que no sólo pueden leer y escribir, sino también razonar bíblicamente y librar guerra espiritual mediante una piadosa vida familiar. Todo padre debe estar consciente de que su familia necesita el liderazgo espiritual de él, tanto más cuando se ha tomado la decisión de educar en el hogar.

En otras palabras, Papá, si quieres que tus hijos sean instruidos en el hogar, debes comprometerte a ser un líder espiritual vital para tu familia.

En la vida real, pocos hogares cristianos cuentan con alguna medida de liderazgo espiritual por parte de Papá. En la mayoría de los hogares de padres nacidos de nuevo, la regla es la mediocridad negligente. La vasta mayoría de estos padres son líderes dinámicos, efectivos y trabajadores en su empleo. Pero las cosas son diferentes, poco más tranquilas, en el hogar. La triste realidad es que muchos líderes dinámicos en las empresas, son lánguidos líderes espirituales.

Permíteme ser muy franco contigo en relación con esto. Yo soy mejor visionario espiritual en público que líder espiritual en casa. En este libro compartiré contigo muchas cosas que puedo respaldar con buenos éxitos en mi vida. Sin embargo, habrá muchas otras con las que todavía sigo luchando.

Recientemente me encontré por casualidad el diario de oración que mi esposa ha llevado desde hace muchos años. Me sentí muy humillado al darme cuenta de que por varios años su petición de oración número uno fue: “Haz que Mike sea el líder espiritual de nuestra familia.” Sé que he progresado cuando menos un poco, porque en años recientes esta petición ha ocupado una prioridad menor en su lista de oración. Pero creo que me entienden lo que trato de decir.

A veces los escritores y predicadores cristianos dan la impresión de que han dominado la materia que están compartiendo con el auditorio. Hay cierta resistencia para compartir debilidades personales por temor a que el auditorio concluya que los principios espirituales que se están enseñando realmente no funcionan.

El auditorio lo percibe de manera diferente. Ellos ven estos principios espirituales como inalcanzables porque los está presentando una persona que parece estar viviendo muy cerca de la perfección espiritual. La gente tiende a sentirse desmoralizada por la aparente perfección espiritual y consecuentemente pierde toda esperanza de dominar los principios para sí misma.

El liderazgo espiritual simplemente es demasiado importante para ti y para tu familia como para que yo te haga tropezar con la piedra de mi falsa perfección. Es crítico para nuestro éxito mutuo que ambos, lector y escritor, demos por hecho que vamos a esforzarnos juntos por alcanzar las metas que Dios tiene para cada uno de nosotros. Yo he aprendido algunas de las lecciones contenidas en este capítulo y en este libro. Hay otras lecciones que aún las estoy aprendiendo.

La educación en el hogar se está extendiendo rápidamente debido a un fenómeno al que yo he llamado el síndrome de “hijo-extraordinario, padre-cualquiera.” La gente observa a los hijos que son producto de la educación en el hogar, y dice: “¡Esos hijos son extraordinarios! Yo quisiera que los míos salieran así.” Luego observan a los padres y dicen: “Esos son padres cualesquiera. Si ellos lo pueden hacer, yo también puedo.”

De manera semejante, mediante la publicación de este libro me estoy comprometiendo públicamente a hacer un trabajo muy responsable como líder espiritual de mi propia familia. Espero que mi ejemplo sirva para alentar a otros que como yo, son padres “cualesquiera.” Si yo puedo criar hijos espiritualmente exitosos, ¡tú también lo puedes hacer!

Las Metas del Liderazgo Familiar Espiritual

Generalmente se espera que el padre provea liderazgo espiritual, (1) llevando a su esposa y a sus hijos con él a la iglesia; (2) orando regularmente por su esposa y por sus hijos; y (3) realizando regularmente un culto familiar. La mayoría de los padres cristianos sólo alcanzan la primera de estas metas con alguna medida de constancia.

No cabe duda de que debemos cumplir de manera constante con estos tres deberes. Sin embargo, recientemente he comprendido que estas tareas son simplemente métodos de liderazgo familiar espiritual, no metas.

Lo que es más, cuando nos concentramos en estos tres deberes en lugar de enfocarnos sobre alcanzar metas espirituales, estos deberes tienden a convertirse en tareas desagradables que tenemos que soportar—el equivalente espiritual de proyectos de mantenimiento del hogar.

Recientemente se ha fortalecido mi deseo de cumplir con estos deberes, debido a un nuevo enfoque sobre las metas espirituales que tengo para mis hijos. Ahora veo estos deberes como medios para llegar a un fin deseado, y no como una mera responsabilidad con la que se ha de cumplir.

Este cambio de perspectiva vino como resultado de enseñar a un grupo de adultos en la escuela dominical sobre la instrucción de la familia. De pronto caí nuevamente en la cuenta de que, como padre, tengo la responsabilidad de asegurar que mis hijos estén preparados espiritualmente para vivir como adultos para cuando salgan de mi casa. Indudablemente el hecho de que tengo dos adolescentes que rápidamente se acercan a la edad adulta también ha ayudado a fraguar mis pensamientos.

Los padres en ese grupo, junto conmigo, empezamos a compartir las metas espirituales que teníamos para nuestros hijos. Antes de esto ninguno de nosotros jamás nos habíamos detenido para elaborar una lista de estas metas. Comprendimos que probablemente segaríamos resultados espirituales indefinidos como consecuencia de no haber establecido metas espirituales claras.

Descubrimos que otro beneficio de tener metas espirituales bien definidas era que esto haría posible una evaluación realista de nuestro progreso. También hizo posible que trazáramos planes específicos para la formación y desarrollo espiritual de nuestros hijos.

Ningún comandante militar jamás intentaría adiestrar soldados en la forma tan descuidada como lo hacemos con nuestros hijos. El ejército cuenta con un plan organizado y un curso de adiestramiento de dificultad progresiva, diseñado para producir soldados capaces de ganar la batalla. Nuestro deber de capacitar a nuestros hijos no es menos importante. Es igualmente necesario que desarrollemos metas y planes para la capacitación de los soldados espirituales que Dios nos ha confiado.

Nuestro grupo identificó doce metas espirituales que quisiéramos asegurar que nuestros hijos alcancen antes de que salgan del hogar como adultos:

            1.            Mi hijo estará seguro de su salvación.

            2.            Mi hijo amará y entenderá la Palabra de Dios.

            3.            Mi hijo conocerá y obedecerá voluntariamente las normas de Dios respecto a lo que es bueno y lo que es malo.

            4.            Mi hijo estará caminando de manera madura con Dios.

            5.            Mi hijo sabrá cuál es su don espiritual personal y su llamamiento por Dios.

            6.            Mi hijo sabrá enseñar verdades espirituales a otros.

            7.            Mi hijo será un testigo eficaz.

            8.            Mi hijo pasará tiempo con Dios diariamente.

            9.            Mi hijo habrá desarrollado un corazón de siervo.

            10.            Mi hijo será autodisciplinado.

            11.            Mi hijo estará en comunión con una iglesia local y bajo su autoridad.

            12.            Mi hijo entenderá el poder de la oración.

Cuando examiné esta lista comprendí que varias de estas metas ya habían sido alcanzadas por mis hijos mayores. Pero también comprendí que algunas de estas metas importantes las perderíamos de vista durante los bulliciosos años de la adolescencia si no hacía yo un esfuerzo planeado por inculcar estas características en la vida de mis hijos.

Existen otras metas espirituales que podrías identificar para tus hijos. Esta lista no pretende ser exhaustiva. Sólo ilustra la clase de elaboración de metas que es crítica para el liderazgo espiritual.

En síntesis, pues, el liderazgo espiritual requiere que un padre:

            1.            establezca metas espirituales para sus hijos,

            2.            prepare actividades y adiestramiento diseñados para inculcar estas metas, y

            3.            evalúe periódicamente el avance de su hijo.

Padres con metas espirituales indefinidas para sus hijos criarán hijos espiritualmente indefinidos.

Los Métodos del Liderazgo Familiar Espiritual

Pudiera ser que actualmente te sientas frustrado con tus esfuerzos por planear actividades espiritualmente significativas para tu familia. Una vez que hayas establecido metas espirituales para tus hijos, será más fácil planear actividades, ya que tendrás que hacer planes específicos para alcanzar metas específicas. Si quieres que tus hijos pasen tiempo diariamente en la Palabra de Dios, tendrás que planear actividades diseñadas para lograr esta meta. Si quieres que tus hijos sean testigos eficaces, tendrás que planear actividades que les provean oportunidades para testificar. Necesitan verte a ti testificando. Necesitan ver el valor de testificar. Y necesitan ver el testimonio desde la perspectiva de Dios.

Desde hace muchos años he intentado motivar a mis hijos mayores a pasar tiempo diariamente en la Palabra de Dios. Procuré ser ejemplo constante de esta conducta, teniendo mi propio tiempo en la Palabra de Dios. Les animé verbalmente a pasar su propio tiempo diariamente. En ocasiones los regañé por su inconstancia. Pero eran cristianos típicos—no eran fieles absolutamente todos los días.

Luego, en la Navidad de 1988 se me ocurrió una idea. Les dije a mis tres hijas mayores (las que tenían edad para saber leer) que si leían la Biblia cada día durante todo el año de 1989 les pagaría cien dólares. Si fallaban un día les rebajaría 25 dólares. Les rebajaría diez dólares diarios por cada día adicional que fallaran. Christy, Jamie y Katie recibieron cien dólares cada una el primero de enero del siguiente año.

Hemos continuado con esta práctica y nuestros hijos siguen leyendo su Biblia fielmente cada día. Christy ahora tiene diecisiete años. Recientemente me dijo que ya no era necesario que le pagara porque la lectura diaria de la Biblia había llegado a ser un hábito que ella consideraba perduraría por toda su vida. Sentía que no necesitaba una recompensa material porque entendía el valor espiritual de un tiempo diario con Dios.

Su respuesta fue una de las experiencias sobresalientes de mi vida espiritual en lo que se refiere a la crianza de mis hijos. Ella me mostró pruebas sólidas de que mi meta para ella realmente ha sido inculcada en su vida. Ella lee la Biblia diariamente porque desea oír la voz de Dios, no sólo porque Papá se lo ha pedido.

Por supuesto, los métodos que utilices para inculcar una meta espiritual variarán según la meta que estés contemplando. Las recompensas económicas o materiales no siempre son apropiadas. En términos generales, puedes usar uno o más de los siguientes métodos para motivar a tus hijos al desarrollo espiritual:

1. Modelar la conducta deseada

Si quieres que tus hijos conozcan el valor de la oración, por ejemplo, ellos necesitan verte orar. Tienes que darles la oportunidad de ver cómo Dios contesta tus oraciones. Cuando vengan las respuestas, asegúrate de tomar el tiempo para alabar al Señor y recordarles a tus hijos que Dios realmente contesta la oración.

2. Dar instrucción

Las metas espirituales tienen su origen en la Biblia. Asegúrate de que tus hijos obtengan la enseñanza fundamental de la Palabra para cada una de tus metas. Nuevamente, usando la oración como ejemplo, debes enseñar a tus hijos las verdades bíblicas básicas sobre la oración.

3. Proveer una oportunidad para participar

Tus hijos deben recibir oportunidades para orar tanto en privado como en público. Es igualmente importante darle a tu hijo una oportunidad de compartir las respuestas a sus oraciones.

4. Impartir visión

No basta proporcionarle a tu hijo únicamente las reglas, por ejemplo: “Debes orar.” El hijo al que sólo se le enseñan reglas, finalmente caerá en el agotamiento o rechazará la enseñanza. Los hijos necesitan que se les imparta visión espiritual. Necesitan entender la importancia de la meta espiritual. Necesitan ver el valor de esta meta en su propia vida. Necesitan ver esta meta desde la perspectiva de Dios.

5. Evaluar los avances

Esto simplemente significa estar pendiente de tu hijo. En este contexto, el único método de investigación que tiene sentido es sentarse con tu hijo y repasar las cosas con él. Investiga qué es lo que está haciendo y cuál es su sentir respecto a ello. El tiempo invertido en esto te provee una oportunidad singular para reforzar la enseñanza y la visión.

Con todo esto, aún será necesario incluir entre tus planes y actividades el culto familiar, la asistencia a la iglesia y la oración regular por tus hijos. Muchos padres encuentran gran dificultad para decidir qué es lo que deben hacer durante el culto familiar. Una vez que has establecido metas espirituales específicas, resulta mucho más fácil planear el culto familiar. Puedes usar el tiempo del culto familiar para recalcar la meta espiritual específica en la que estén trabajando en ese momento.

El hecho de que tengas metas y planes espirituales no es garantía absoluta de éxito. Pero si le tiras a la nada, le pegarás en cada intento.

Los pasos de acción que se requieren de un líder espiritual no difieren en mucho de la clase de liderazgo que se requiere de un hombre en su empleo. Quienes somos padres necesitamos ejercitar en el establecimiento de metas espirituales, planeación y evaluación, por lo menos la medida de diligencia que aplicamos a nuestro empleo. Finalmente, lo que está en juego es de mucho más valor.

Dios es el fundamento esencial de todos nuestros esfuerzos. Sin embargo, desde la perspectiva de la responsabilidad humana, tu liderazgo espiritual es la base sobre la cual se construirá tu programa de instrucción en el hogar. Tú deseas que tus hijos alcancen el éxito, así que debes darles un fundamento para el éxito espiritual. Sé un verdadero líder espiritual.