Malabarismos al Educar en el Hogar
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Malabarismos al Educar en el Hogar
por Cynthia Culp A.

Un circo garantiza ser emocionante y divertido, proporcionar experiencias de aprendizaje, y dejar sin aliento a veces… ¡y así también nuestra educación en el hogar!

Muchas veces nuestra instrucción en el hogar parece un circo de tres pistas. Definitivamente contamos con cabriolas y saltos y vuelos de un lado a otro. La conmoción es constante. Seguramente habrá payasos, y las distracciones son seguras. Yo me columpio, como trapecista, entre ser el público ("y ahora, ¿en qué me fijo?") y ser la maestra de ceremonias que dirige todo.

Todo mundo sabe el trabajo que se requiere para administrar una casa, cuidar a un esposo y una aljaba llena de hijos, ministrar a otros, y sostener una relación con Dios. Agréguese a esa lista la educación de los hijos propios, y así llegamos a nuestro límite de responsabilidades.

Tengo más de tres años enseñando en el hogar y lo he disfrutado plenamente casi en todo momento. Cada año es mejor que el anterior. ¿Cómo manejo tantas actividades, evito volverme loca, y además disfruto todo esto?

He aprendido el arte del malabarismo. Hacer malabarismos quiere decir simplemente empezar una actividad tras otra y luego terminarlas en su turno. El malabarista experto avienta una pelota, luego otra y otra, y espera mantenerlas todas dando vueltas en el aire. De verdad es un arte; y requiere mucha práctica para refinarlo. Tengo la seguridad de que algún día llegaré a ser una malabarista "profesional" porque me esperan muchos años de práctica por delante.

Para mantener mi educación en el hogar marchando sobre ruedas, hago estos "malabarismos" con las actividades. Empiezo mi día antes de que se levanten los hijos, paulatina y tranquilamente – con una bebida caliente y mi Biblia. Paso un tiempo en oración y obtengo la seguridad de que el Espíritu Santo estará en mí y a mi lado ayudándome a hacer la voluntad de Dios en ese día. Disfruto muchísimo este tiempo, cada precioso momento de ello, dado que estos son los últimos momentos de soledad que disfrutaré por algún rato.

Empezamos juntos nuestro día con "desayuno y Biblia." He pedido a Dios su dirección para escoger los mejores materiales para nuestro estudio. El año pasado fue una lección diaria con el franelógrafo, pero este año, con un bebé nuevo en los brazos, eso fue imposible. Compramos "La Biblia a Sonido Vivo" (dramas bíblicos emocionantes con efectos sonoros y acompañados por hojas de trabajo) y hemos disfrutado grandemente nuestros devocionales este año. Después de esto sigue la memorización de versículos y un tiempo de oración, y ya estamos listos para enfrentar el día.

Las materias de escuela – matemáticas, español, historia, etc. – continúan hasta la hora de la comida. Estas horas de la mañana son cuando realmente hago "malabarismos." Echo la ropa a la lavadora, pongo a un hijo a trabajar con su español, y explico a otro cómo comenzar una lección de matemáticas. Lavo un montón de platos que llenan el fregadero mientras aplico un examen de ortografía. Juntos escuchamos un drama de historia y pintamos un proyecto de arte. Leo una historia en voz alta mientras amamanto el bebé. La idea es: mientras tus manos están ocupadas en una tarea que requiere poca concentración, pon a trabajar tu mente (y boca) en algo valioso (a menudo también valioso espiritualmente).

Las madres de otras épocas conocían y aplicaban este concepto. Por ejemplo, el martes era día para planchar. Mamá ocupaba todo un día en planchar la ropa de la familia sin la ventaja de la electricidad y del planchado permanente. Mientras planchaba, enseñaba… el abecedario, aritmética y verdades bíblicas. Los quehaceres dentro y fuera de la casa daban oportunidades para que los pequeños acompañantes recibieran una lección de algo, aunque fuera solamente de la vida misma. ¿No es así cómo Deuteronomio 6:6-7 nos instruye que enseñemos a nuestros hijos?

"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes."

Primero, debemos traer la Palabra de Dios en nuestro propio corazón y luego transmitirla a nuestros propios hijos durante nuestras experiencias cotidianas. Educar en el hogar es un estilo de vida; hacemos los quehaceres juntos, aprendemos con y de unos y otros, jugamos juntos, adoramos como uno solo.

Pensarás: "¡No podría soportar tanta unidad!" Yo no tengo mucha vida privada, pero debido a que he renunciado a mi "derecho" a mi tiempo y libertad personal, he encontrado la paz y un estilo de vida ameno. En Mateo 16:25, el Señor Jesús promete: "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará."

Susanna Wesley educó en el hogar a varios hijos, incluyendo los bien conocidos Juan y Carlos. De vez en cuando levantaba el delantal sobre su cabeza y oraba. Entonces los niños sabían que era "tiempo muerto para Mamá." Podemos enseñar a nuestros hijos a respetar nuestra necesidad de privacidad. Los esposos, abuelos, y amigos también pueden proporcionar a las madres cansadas ocasiones para que se refresquen.

Las tardes ofrecen oportunidades para relajarse y recrearse; quizás un buen libro, un pasatiempo, un paseo en el parque, una siesta muy necesaria. Me relajo y disfruto a mis hijos – van a estar conmigo por tan poco tiempo. A mis hijos les gusta especialmente cuando juego con ellos, exploro con ellos, aun vivir en un mundo de ensueño con ellos en vez de simplemente "cuidarlos".

Sin embargo, a veces en un día de ir al parque, quiero estar a solas para leer o escribir. Digo a mis cuatro hijos: "Vayan a jugar donde les pueda echar un ojo. Quiero pasar una hora a solas. Estoy aquí si me necesitan – pero ¡procuren no necesitarme!" Me hacen ese favor con mucho gusto.

Para disfrutar un relajamiento total durante estas horas de la tarde, me ayuda si aseguro que la casa esté arreglada (otra vez, todos trabajando juntos, y estamos especialmente motivados ¡cuando vamos a salir!) y quizás la cena esté parcialmente preparada en la mañana. Esto asegura una hora tranquila en la noche.

Recomiendo el arte de "hacer malabarismos" en tu hogar. ¡Ciertamente no te aburrirás ni querrás huir para alistarte en el circo!

Copyright Dec. / Jan. 1991

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