La Última Palabra - Abril 2001
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La Última Palabra – Abril 2001
Por Mike Richardson

Hace pocas semanas, el día antes de que tuviera que recoger a algunos amigos nuestros en el aeropuerto, empecé a oír un “ruido nuevo” en nuestra camioneta. Me parecía que estaba fallando la transmisión. Empecé a hacer una oración más o menos como lo que sigue: “Señor, permite que esta camioneta siga funcionando hasta que se vayan mis amigos y tenga más tiempo para repararla.”

Los recogí al día siguiente en el aeropuerto de Saltillo, unas dos horas antes de que él debía predicar en La Iglesia de Baratillo. Como la iglesia está como a dos horas del aeropuerto, teníamos mucha presión de tiempo. Después de pasar por Los Lirios y tomar el camino de terracería, vimos a un hombre caminando. Como es mi costumbre en esa región, me detuve para levantarlo. En cuanto volvimos a arrancar, percibí olor a humo y la camioneta se detuvo. Después de agregar dos litros más de aceite para transmisión, pudimos avanzar otros cien metros. Nos detuvimos de nuevo. Nuestro pasajero decidió seguir a pie.

Me bajé de la camioneta y les informé a mis amigos que teníamos dos opciones. Podíamos caminar los 30 kilómetros restantes (con todo su equipaje) o podíamos pedir aventón. Para mi gran alivio, decidieron que pidiéramos aventón. Media hora más tarde pasó un hombre muy amable y nos dio un aventón en la caja de su camioneta. Se desvió de su camino para llevarnos hasta nuestra casa.

Muchas veces hacemos eso mismo con nuestros hijos. Vemos algún aspecto de su vida en el que tenemos que trabajar. Luego hacemos una oración más o menos como la que sigue: “Señor, ayuda a mi hijo hasta que yo tenga más tiempo para trabajar con él. Ayúdalo a conformarse más a la imagen tuya.” Y luego nosotros como padres seguimos adelante y no hacemos absolutamente nada para resolver el problema.

La Palabra de Dios nos dice que nuestros hijos son una bendición. No nos dice que la bendición venga sin trabajo. Mi oración por mí mismo y por cada uno de ustedes es que seamos hallados fieles en la tarea de criar a nuestros hijos, para que lleguen a ser jóvenes y señoritas piadosos.

En Cristo,
Mike