La Primera Graduación
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La Primera Graduación fue un Momento Agridulce
Por Paula Durand


Todo empezó con muchas plácticas y con mucha oración hace seis años. Escogimos estar "políticamente incorrectos" y obedecer a la voz de Dios en lugar de a la voz del hombre. Escogimos sacar a nuestros cuatro hijos de la escuela pública y empezar a educarlos en el hogar.

Dimos ese salto de fe y confiamos en que Dios nos mostraría el camino. Nunca terminaría de decirles lo mucho que Dios nos ha bendecido desde entonces.
Cuando empezamos a educar en el hogar nuestros hijos eran aún muy pequeños. En junio del año pasado tuvimos a nuestro primer graduado. Nunca pensé que este evento ocurriría. Debo confesar que empecé a educar en el hogar con la intención de mandarlos de nuevo al sistema público cuando llegaran a la edad de cursar la preparatoria.

Lo que no sabía era cuánto iba a disfrutar la compañía de mis hijos cuando fueran adolescentes o cuán agonizante sería la idea de mandarlos de nuevo a ese ambiente malsano. Fue por eso que al final decidimos seguir educándolos en el hogar.

No puedo decirles cuán orgullosa estoy de mis hijos. Todos están ansiosos por ser los hombres y las mujeres que Dios quiere que sean. Tampoco podría decirles lo mucho que me han enseñado.

A través de mis hijos he aprendido que la educación va más allá de lo académico; es vivir la vida como Dios quiere que se viva. He aprendido que las clases de historia pueden esperar otro día cuando hay algún amigo que sufre y tiene necesidad. Sé que mis hijos han aprendido más de mi ejemplo cristiano que lo que hubieran aprendido del libro de texto más caro.

Mi primordial motivo al orar por mis hijos no es el de pedir que trabajen mucho y sean buenos estudiantes, sino el que vivan de una forma piadosa, y pido a Dios que les dé dirección en cuanto a la elección de su carrera y la elección de su pareja. Realmente eso es todo lo que desea mi corazón.

El 8 de junio de 1997 fue un momento agridulce para mí. Nuestra hija mayor se graduó de preparatoria. Fue uno de los días más felices de mi vida pero a la vez uno de los más tristes. Para mí era el fin de seis años preciosos y para ella todo un nuevo comienzo.

Exhorto a todas las madres educadoras en el hogar que están batallando, a que perseveren por sus hijos, por ustedes mismas y por Dios. Sé que esto es agradable delante de sus ojos.

Y cuando tengan uno de esos días en los que nada parece funcionar y nada sale bien, lean la promesa de Dios en Romanos 8 :28. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados."

Copyright 1997 The Teaching Home
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July/August p.7
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