Cortejo vs. Noviazgo
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CORTEJO vs. NOVIAZGO (El Síndrome del Corazón Roto)
Por Jonathan Lindvall

Una falacia que quisiera exponer tiene que ver con el área típicamente más volátil de enfrentamientos entre adolescentes y padres, pero que también puede llegar a ser un área llena de cooperación. Muchos de nosotros hemos asumido que el patrón típico del noviazgo adolescente es una parte necesaria del crecimiento y de encontrar su pareja. La juventud cristiana experimenta una tensión muy grande al tratar de ser "normales". El ser normal está de alguna manera relacionado, durante los años de la adolescencia, con el estar románticamente unido a alguien del sexo opuesto.

En un típico grupo de jóvenes, los adolescentes buscan repetidas uniones románticas las cuales, aunque se espera no incluyen el pecado de fornicación, son tan emocionalmente intensas que el "romper" es una experiencia traumática. Como resultado, se crean recuerdos y heridas emocionales que estorban a las relaciones sanas en el futuro.

Al continuar este proceso durante varios años, claras animosidades se desarrollan constantemente en los grupos de jóvenes cristianos entre parejas anteriores y las nuevas uniones de sus parejas. Yo he visto grupos de jóvenes deshacerse por celos amargos como resultado de permitir que este problema continúe.

Otro resultado alarmante de esta tendencia es que los niños más jóvenes observan este patrón de noviazgo en el grupo y se preparan mentalmenente para las mismas experiencias en que sus hermanos más grandes tropezaron. Se crean una serie de expectativas que algún día alcanzarán, a menos que su patrón sea sustancialmente alterado.

Yo creo que Dios tiene un mejor camino para nuestros jóvenes. Como ministro joven y además soltero, sentí reto de desarrollar un patrón escritural para mi propia vida social. Las convicciones que Dios me ayudó a desarrollar cambiaron mi vida y las vidas de muchos en mi grupo de jóvenes. Primero acepté el principio de que Dios quiere que los jóvenes honren a sus padres al permitirles dar dirección a su vida social y al sujetarse voluntariamente a su elección de su pareja para ellos.

En segundo lugar concluí que existe una diferencia entre el noviazgo y el cortejo, y que el cortejo aprobado por los padres puede ser sano y traer honor a Dios, pero el noviazgo es contrario a las Escrituras.

Debido a que nuestro pequeño grupo de jóvenes estaba verdaderamente comprometido a crecer en el Señor, aceptaron mi reto,y como grupo dejaron el noviazgo. Los adolescentes no volvieron a sentir la presión de estar unidos románticamente a una persona, sino que podían disfrutar compañerismo verdadero con individuos de ambos sexos sin engendrar celos.

La diferencia entre el noviazgo y el cortejo recae en la intención de la relación. Cuando una pareja se involucra en una relación de cortejo, ambos saben que el propósito es considerar el matrimonio. De otra forma el noviazgo o citas casuales como algunos escritores los distinguen, es una unión romántica entre una pareja simplemente para disfrutar la compañía del otro al presente. Ambas partes entienden que aunque el matrimonio es una posibilidad para el futuro, ninguno de ellos lo está considerando seriamente en ese momento. Así pues, aun para cristianos que se oponen a la inmoralidad sexual, el placer inmediato es el único propósito del noviazgo; mientras que el cortejo contempla un fin a largo plazo.

En nuestro grupo de jóvenes rechazamos el noviazgo como un compromiso anti - bíblico con gratificación egoísta que abre la puerta a tentaciones innecesarias. También recalcamos que el cortejo debía llevarse a cabo con el pleno conocimiento y aprobación de ambos padres de la pareja. El cortejo también debería de ser reservado para el tiempo en que ambos estuvieran suficientemente grandes para casarse. Esto claramente excluía a la mayoría de los jóvenes y nos permitió evitar el pecado de defraudarnos unos a otros al decir que estábamos cortejando cuando el matrimonio era claramente una meta irreal en el futuro cercano.

El tiempo llegó cuando el cumplimiento de estos principios tuvo que probarse en mi propia vida mientras batallaba en someter a mis padres mis esperanzas para el matrimonio. Estoy muy agradecido de que mis padres tuvieron la fortaleza para negar su aprobación a lo que ellos sabían no era el plan de Dios para mi vida. Estoy seguro que mi esposa Connie y yo tenemos un matrimonio más satisfactorio mayormente porque ambos estábamos comprometidos con los principios bíblicos que gobernaban nuestras vidas sociales.